martes, 27 de diciembre de 2011

¡Feliz año nuevo y Felices vacaciones!































Como todos los años, para esta época hago un balance del año y empiezo a prepararme para disfrutar de las vacaciones. Fue un año con muchas satisfacciones –la publicación de tres libros, la realización de las III Jornadas de Poéticas de la literatura argentina para niños, la participación en el Simposio La literatura que acoge en la UAB, el cumpleaños del blog y su continuidad con la participación de tod@s ustedes, el encuentro con otr@s amantes y promotores de la cultura y literatura LIJ-.
Como durante el mes de enero me tomo vacaciones, quería compartir con ustedes algunas lecturas que me esperan para disfrutar bajo una sombrilla, un pino o tirada en algún cómodo sillón durante el mes próximo y que, algunas, hace un tiempo esperan en los anaqueles de mi biblioteca y otras, están desde hace unos días.
El primero que tengo en la torre de papel en mi escritorio es Cruce de miradas: nuevas aproximaciones al libro-álbum de Teresa Colomer, Bettina Kümmerling-Meibauer y María Cecilia Silva-Díaz, editado por el Banco del Libro y Gretel en 2010. Este libro es una recopilación de estudios en torno al género libro álbum que compré en Barcelona. Algunos de los autores que colaboran en este volumen son Perry Nodelman –el autor del exquisito artículo “Todos somos censores”-, Morag Styles, Teresa Duran, entre otros. El libro está dividido en tres partes: Parte I “Los libros álbum y la cultura actual”, Parte II “Los libros álbum y la construcción narrativa” y Parte III “Los lectores y el libro álbum: retos cognitivos y búsqueda de significado”.
Más abajo, hay otro que compré en Barcelona y que me demanda un mayor desafío porque está escrito en inglés: Acts of Reading. Teachers, text and childhood, coordinado por Morag Styles y Evelyn Arizpe, editado en Trentham Books, 2009. En este libro se analiza la recepción de los libros para niños en la actualidad y en algunos momentos de la historia.
Más abajo encuentro Qué onda, Canadá, una recopilación de literatura canadiense que va desde mediados del siglo XVIII hasta 1945, compilado por Guillermo Badenes y traducido por Badenes y Josefina Coisson, publicado por Comunicarte, durante este año. Tengo mucho interés en leerlo porque desconozco la literatura de ese país, aunque me une la amistad con algunos canadienses.
Un poco de humor no viene mal. Por eso, llevaré en mi valija La marca de Dinamarca de la genial Adela Basch, publicado por Comunicarte, 2011. Contiene varias breves obras teatrales para desternillarse de risa, como nos tiene habituados Adela.
Y, por último, dos bellos libros ilustrados, para amenizar las tardes calurosas: El viento de furia –otro título posible para nuestro catálogo de textos con viento- de Gustavo Roldán y Claudia Degliuomini (Comunicarte, 2011) y Blum de Perla Suez y María Jesús Álvarez (Comunicarte, 2011). Ya les contaré qué me parecieron.
Además, estoy terminando Una historia de la lectura de Alberto Manguel (Emecé, 2005) –que había olvidado entre tantas lecturas- que es un libro apasionante con historias increíbles sobre lectores, lecturas y modos de leer a lo largo de la historia condimentado con relatos autobiográficos del mismo autor. Un libro imperdible. Y me esperan los regalos navideños y los hallazgos que haré en alguna librería perdida que me esté esperando estas vacaciones.
Espero sus comentarios, qué lecturas tienen pensado hacer este verano, y todo lo que quieran expresar.
¡Feliz año 2012 y Felices vacaciones!
Besos,
Val

viernes, 23 de diciembre de 2011

Regalos y más regalos: Mi primera enciclopedia de arte







Este año tuve el gusto de invitar a participar de las Jornadas que organizamos en La Plata –pueden mirar el programa en http://poeticasinfancia.blogspot.com/2011/10/invitacion-ineludible.html - a Natalia Jáuregui Lorda para que contara cómo fue el proceso de una obra colectiva –que elaboró junto a Diana Paris, Teresita Romero, Silvia Miguens, Olga Díaz y Alejandro Gorojovsky- titulada Mi primera enciclopedia de arte (Planeta Agostini, 2010). Fue un momento muy gratificante y placentero del año porque Natalia, generosamente, contó la experiencia, cómo seleccionaron a los artistas plásticos, qué obras tomaron de cada uno, cómo imaginaron cada sección de la enciclopedia, y cada paso que tuvieron que dar para llegar a este libro que le abre al lector niño el universo del arte pictórico.
Como último regalo para esta Navidad quiero compartir con ustedes un breve recorrido por este libro que se consigue en algunos sitios de Internet y el año próximo ya se va a poder comprar al promotor que se acercará casa por casa, como durante años nuestros padres compraron las enciclopedias y diccionarios.
Como ustedes saben, lectores y lectoras del blog, soy una apasionada del arte y me gusta mucho descubrir textos que acerquen el arte a los niños. Pueden ver acá http://poeticasinfancia.blogspot.com/2011_02_01_archive.html


algunos post donde me dediqué a este tema.
Abrimos el libro y nos encontramos con un texto de bienvenida donde se invita al lector a disponerse a la emoción y al disfrute del arte. Luego, recorremos el índice que nos lleva a un rápido recorrido por algunos y algunas artistas de distintas épocas y contextos sociohistóricos: Cristina de Pizán, Sandro Botticelli, Rafael, Leonardo da Vinci, Pieter Brueghel –mi artista favorito-, Arcimboldo, Murillo, Goya, Velázquez, Van Gogh, entre tantos otros.

Salteamos unas páginas y encontramos el capítulo “El color” donde sencillamente se explica cómo se forman los colores, qué tipos de colores hay, entre otros temas.

Avanzamos y llegamos al capítulo “Los Materiales” donde se explica cuáles son los materiales que los pintores usan para pintar.

Y, unas páginas más adelante, “¡Ya llegó la primavera!” donde nos encontramos con la bellísima obra de Botticelli – La primavera- y allí los autores presentan la obra con sus datos de producción y dónde la podemos ver en vivo y en directo, quién es el autor y qué otras obras produjo; sigue “Claves para mirar el cuadro”, una sección interna de cada capítulo donde se proponen algunas preguntas para orientar la mirada del lector niño y rescatar los detalles de la obra; luego, “Caleidoscopio” donde se dan algunas pastillas sobre el autor y su obra; más adelante, “Para aprender más” donde se explican algunos aspectos del cuadro como la composición de la obra y la temática y, por último, llegamos a las “Propuestas de actividades integradas” donde se proponen actividades de Lengua y de Ciencias a partir del cuadro presentado. Como verán, un recorrido completo y apasionante para descubrir, conocer y enamorarse del arte de todos los tiempos.
Salteo unas cuentas páginas y abro al azar en la página 148 y me encuentro con “Caleidoscopio” del artista Pierre Auguste Renoir. Me entero que “a los 17 años, Renoir reproducía pinturas sobre abanicos, pantallas de lámparas y persianas”, que “los últimos ocho años de su vida pintó con el pincel atado a su mano a causa de una artritis deformante” o que “disfrutó de muchos veranos pintando con Monet a orillas del Sena.”
Sigo pasando las hojas y me encuentro con una extraña pintura titulada “La invención colectiva” de René Magritte que muestra una sirena al revés, o descubro otra figura que produce extrañamiento “El ciervo herido” de Frida Kahlo donde se ve a un ciervo con la cara de Frida lastimado por flechas, entre otras obras seleccionadas.
Sigo unas páginas más y llego al "Diccionario" para todos aquellos términos que el lector puede desconocer, luego descubro los “Juegos visuales” donde los lectores tienen que descubrir que pinturas se ocultan en un rompecabezas descascarado y una sección titulada “¡Cómo cambia la moda!”, otro juego, donde se toman detalles de distintas obras plásticas y se pide a los lectores que identifiquen en qué obras los vieron, a qué época pertenecen, quién pintó el cuadro y de qué país era, como un juego donde los lectores vuelven a mirar y “leer” la obra para poder resolverlo, juegos que continúan hasta el final del libro.
Mi primera enciclopedia de arte es un hallazgo en la divulgación del arte para niños y no tan niños que de manera lúdica nos permite adentrarnos en el arte universal y descubrir secretos bien guardados, democratiza el arte que siempre ha sido visto como una práctica cultural elitista y nos propone una manera nueva de acercarnos a grandes artistas y obras plásticas.
¡Esperamos que pronto los autores se propongan elaborar la enciclopedia de arte con artistas latinoamericanos y argentinos!
Antes de terminar este post, quiero agradecer a Natalia Jáuregui Lorda que me regaló un ejemplar de este maravilloso libro.
Espero que les haya gustado el post y les deseo para todos aquellos que festejan, una ¡Feliz Navidad!
Besos,
Val

jueves, 22 de diciembre de 2011

Regalos y más regalos: entre puertas y olas







Faltan solo tres días para que el arbolito se vista de sus mejores colores en los regalos con los que cada uno agasajará a sus amigos y seres queridos. Qué mejor que tener una ayudita en el momento de elegir qué libros regalar. En este post, van otras recomendaciones. Dos regalos de la editorial cordobesa Comunicarte que amablemente me envió sus últimas novedades de su catálogo: Benja y las puertas de Lilia Lardone y Lucas Nine (Comunicarte, 2011) y Poemas de alta mar de Canela y Cecilia Afonso Estevez (Comunicarte, 2011).
Hace muchos años vi una película bellísima de Woody Allen titulada La rosa púrpura del Cairo. Allí la ficción y la realidad se entramaban para contar una historia el galán de la historia salía de la pantalla y enamoraba a una espectadora. Con la maestría de Woody el espectador, es decir nosotros, entraba en el juego de un doble nivel ficcional donde la realidad se cruzaba con la ficción cinematográfica. Leer Benja y las puertas me recordó esta bella película y me retrotrajo a cómo uno sale cambiado del cine cuando se ve, como espectador, afectado por la ficción. Este libro de Lilia Lardone ilustrado por Lucas Nine nos invita a jugar ese doble nivel ficcional: un niño que va al cine con su tía Cori y que mientras ella va al baño él queda solo y siente la majestuosidad de la sala y el silencio de ese ritual maravilloso que es ir a ver cine al cine. Escapa de ese silencio para buscar a su tía y es “tomado” por las historias de cada una de las películas que se proyectan en cada sala.
Benja y las puertas es una invitación a dejarse llevar por ese juego engañoso de vivir la película como si fuera la propia vida, sentir lo que sienten los personajes, sufrir, llorar, reír, asustarse con las historias ficcionales que nos cuentan las imágenes cinematográficas. Por suerte, solo se trata del pacto ficcional que como espectadores vivimos por un rato, para luego volver a nuestro tiempo real con nuestros afectos. Las ilustraciones de Lucas Nine nos transportan a cada escenario del relato como si estuviéramos ahí, con Benja. Vale la pena como lector dejarse llevar hacia otras puertas y descubrir otros universos.
Poemas de alta mar de Canela y Cecilia Afonso Estevez nos llevan, también, por un viaje hacia un universo marino donde el agua, los peces y la arena son los protagonistas. Poemas donde la isotopía del agua construye un mundo donde un velero dispara la pregunta “¿cómo volverá? ¿Por una escalera o por un tobogán?” y, a partir de allí, ese interrogante nos arrastra, como una ola gigante, a un territorio hecho de agua donde un pez lápiz nada “por el mar de las palabras” y escribe despacio historias de agua y mar, y cuatro mares hacen de las suyas respetando sus personalidades que les dan nombre –mar dulce, mar rojo, mar negro y mar salado-, un charco se transforma en un lago en un río y en un mar, una princesa solitaria espera en un castillo de arena y una adivinanza esconde a una ballena. Poemas para bucear en un universo acuático y detenerse en cada detalle que construye la figura en el tapiz de estos Poemas de alta mar donde las palabras se interrelacionan con las imágenes en collage y el mar de puntillas y cuadernos nos lleva hacia otro destino.
Si quieren saber un poco más sobre Lilia Lardone, Lucas Nine, Canela y Cecilia Afonso Estevez pueden leer la última portadilla de estos dos libros donde se presentan a los lectores o curiosear en algunos links:
http://www.lilialardone.com.ar/










Espero sus comentarios y nos encontramos mañana en la última entrega antes de que llegue Papá Noel.
Besos,
Val













lunes, 19 de diciembre de 2011

Regalos y más regalos: el mundo de Xul y Molina Campos







Los arbolitos están a la espera de los regalos y tenemos que decidir qué vamos a regalar. ¡Y qué mejor que regalar libros! Como todos los años, en estos días voy a compartir con ustedes algunas recomendaciones para regalar en estas fiestas.
Hoy elegí dos libros que tengo en la biblioteca desde hace unos meses y creo que son dos buenas opciones si estamos pensando en regalar libros para niños que cuenten historias que de artistas plásticos de manera poética y diferente. Hace unos meses compartí con ustedes la reseña de Quinquela, el pintor de la Boca de Didi Grau y Paula Adamo, editado por Calibroscopio, como pueden curiosear en http://poeticasinfancia.blogspot.com/2011_04_01_archive.html


Empecemos por Mago Xul, el mundo de Xul Solar para niños con textos de Didi Grau e ilustraciones de Irene Singer (Calibroscopio, 2009). Como todos los libros de la colección titulada “Pinta tu aldea”, este está dividido en una primera parte donde la autora relata la historia de Xul y en la segunda parte, a partir de una selección de algunas obras del artista, Didi va explicando cada cuadro teniendo en cuenta las decisiones del artista y su mundo estético. El Xul que descubrimos en este bello libro es un niño mago que se inspiraba en la naturaleza, que era muy curioso y siempre quería saber algo nuevo, que sabía combinar los colores; un joven que “se calzó las botas de siete leguas y caminó por la tierra en busca de otras ciudades y otras gentes”, que “tocaba el piano”. Y que ya grande “con aquellos polvos de mil colores” “creó mundos”. Mundos que podemos descubrir como lectores en las obras “Zodíaco”, “Drago”, “Puerto azul”, entre otras que ocupan las últimas páginas de este libro. Mundos en los que podemos adentrarnos a través de las bellas palabras de la autora y las ilustraciones con técnicas mixtas que nos propone Irene Singer.

El otro posible regalo para estas fiestas es: El mundo de Molina Campos para niños. Cuentos que son de verdá con textos de Didi Grau y pinturas de Molina Campos (Calibroscopio, 2011). ¿Cómo contar la historia de un artista plástico que se dedicó a mostrar la vida de los gauchos si no es usando el lenguaje gauchesco? Y esta es la apuesta de Didi Grau en este hermoso libro. El lector bucea en cada cuadro de Molina Campos a través de un relato de Didi Grau. Así “El payador” cuenta la historia de aquel que con su guitarra desafía a quien se atreva y recorre la pampa con su caballo; “Aquí le manda mama” cuenta la historia de los Barboza que llegaron a ser los “propietarios de la estancia más grande del pago y de la haciendo más numerosa” gracias a que “se les dio vuelta la taba”; “La riña de gallos” cuenta la historia de dos gallos que se baten a duelo por el amor de la gallina Clocló, entre otros cuentos y cuadros. El hallazgo de este libro es que Didi Grau titula a los relatos con los títulos de las obras plásticas de Molina Campos e imagina para cada universo pictórico un mundo narrado en el territorio de la pampa argentina y el lenguaje gauchesco. Cada historia es una invitación a descubrir a los personajes de ficción que se esconden en cada pintura del artista.
Para conocer un poco más sobre Didi Grau, Paula Adamo e Irene Singer pueden entrar en:
http://didigrau.blogspot.com/




Aprovecho que elegí dos textos de Didi Grau para recordarles que hoy de 19 a 21 hs en la Librería El gato con bote (Gurruchaga 1830), se presenta el libro Cuatro gatos negros flacos de Didi Grau, Cristian Montenegro y Laura Varsky los autores de Peleonas, mentirosas y haraganas que reseñé el año pasado: http://poeticasinfancia.blogspot.com/2010/08/una-historia-de-mujeres.html


Bueno, acá van las dos primeras recomendaciones. Espero que les hayan gustado. En los próximos días iré presentando otras opciones posibles.
Besos,
Val




miércoles, 14 de diciembre de 2011

Colaboraciones III: Mujercitas ¿eran las de antes?

Hola a tod@s: hoy quiero compartir con ustedes un texto que escribió un alumno mío -Juan Pablo Rodríguez- del seminario de Literatura para niños que dicto en el IES N° 1. El título lleva el título del post y Juan Pablo se ocupa de analizar las construcciones de género en la literatura de Graciela Cabal y en el mercado de productos para niños, temática que fue muy discutida con el grupo del seminario este año a raíz de la lectura de algunos textos de esta autora argentina.


Mujercitas ¿eran las de antes?
Manifiesto: “Había una vez una muchacha que le pregunto a un chico si quería casarse con ella… el chico dijo no… y la muchacha vivió feliz para siempre sin lavar, sin planchar para nadie, saliendo con sus amigas, teniendo sexo con quien le daba la gana, gastando su dinero en sí misma y sin trabajar para ningún hombre”. El problema es que de pequeñas, no nos contaban este cuento… y nos jodieron con el príncipe azul. Firmado: Blancanieves y Cenicienta. (Anónimo)

¿Que si fui una nena un poco varonera? Y sí…A dios gracias. (Cabal Graciela)


Hace algún tiempo atrás, mientras reparaba en las arrugas de las cortinas del living, leí un artículo en el diario que hablaba sobre cómo la mujer, dentro de las empresas de industrias culturales para chicos o jóvenes (y por qué no adultos) como lo son Disney, Marvel o Mattel (He-Man), aún hoy mantienen ese discurso que naturaliza el rol pasivo de la mujer. Ese artículo, entre otras razones, decía algo así como que el famoso ratón Mickey Mause tiene su linda casa, su perro fiel y amigo Pluto y su novia Minnie, por ende allí se manifestaba que las tres “cosas” son en función de él. Sí, digo bien: cosas. Porque pueden no estar, de hecho no siempre estuvieron presentes en las historias del emblemático ratón de Disney. Es que la función de Pluto y principalmente la de Minnie, dentro de la tira del ratón estadounidense de alguna manera ha transcurrido a modo de catálisis. Claro que este patrón varonil no solo sobreviene con quien fue la creación más grande de Walt Disney, pues la mayor cantidad de animales instaurados por esta empresa son machos. En la actualidad, la compañía sigue fabricando diferentes personajes que realzan el rol protagónico de lo masculino por sobre lo femenino. La función del hombre para esta industria norteamericana sigue siendo el arquetipo de aquel que todo lo arregla, el que pelea con los piratas malos, el que resuelve problemas con la imaginación, el agente especial, el más diestro; mientras la mujer, claro, riega flores en su florería llena de flores.
Marvel y DC tal vez sean una de las compañías donde se percibe con mayor nitidez la hipérbole del hombre poderoso, titánico, indestructible, por sobre el de la mujer ágil, sagaz, intrépida, y objeto único de deseo. Ambas compañías del cómic jerarquizan el status del hombre “macho” y la mujer afrodisíaca. Las curvas redondas de los héroes de la justicia devuelven fortaleza y resistencia, mientras las curvas redondas de las heroínas devuelven puro erotismo irresistible, tal como si solo se esperara de ellas que ganen una batalla más por seducción animal que por fuerza bruta. Porque como toda expresión cultural, los cómics no dejan de ser un reflejo de la realidad social, por muy alejados de esta que puedan parecer. De hecho, si mantenemos ese mismo concepto y lo trasladamos al mundo cinematográfico, culturalmente hemos aceptado por ejemplo, que el Rambo de Silvester Stallone de batalla con una M60 a miles de soldados rusos en tierra afgana, pero no aceptamos que la Tom Ryder de Angelina Jolie pueda derribar a un hombre peleando a puro puño. Parecería ser que se nos hace más fácil naturalizar la imagen de Rambo combatiendo solo contra un batallón de tres mil hombres rusos sedientos por ganar la guerra fría, que la Tom Ryder partiéndole la cara a un hombre.
El caso de Mattel, una de las compañías jugueteras más grandes del mundo, tal vez contenga una particularidad respecto a otros mercados de la animación, ya que fue una de las primeras empresas que avanzó sobre la reivindicación feminista como hacedora del bien dentro de los dibujos animados. Esta empresa, que dio origen a uno de los personajes animados más conocidos de los años ochenta, He-Man, el hombre más poderoso del universo, también creo a su hermana gemela She-Ra, la mujer más poderosa del universo. Claro que con una interesante diferencia, su fortaleza no proviene de la fuerza bruta como la de su gemelo, sino de su recta voluntad y de sus ingeniosos poderes mágicos y habilidad de curación. La princesa de Etheria, que fue destinada al público femenino, también tiene el poder de comunicarse telepáticamente con los animales, poder este último que nunca, jamás, elegiría un superhéroe varón. Pero de todos modos la mujer de cabellos rubios, obtuvo el puesto de ser la más de todo el universo, sin olvidar claro, que su fiel compañero es un corcel encornado blanco y con alas “protectoras”, que la resguarda de cualquier situación complicada en la que se pudiera encontrar.
Lo verdaderamente extraño de esta compañía juguetera, es que también fueron los creadores de la controversial muñeca estilizada Barbie, cual a través de su polifuncionalidad se ha convertido en el estereotipo que se identifica con la sociedad de consumo.
Fueron muchos los cuentos infantiles y dibujos animados que a lo largo de la historia construyeron y sostuvieron esa imagen machista, que era ni más ni menos el reflejo de la sociedad que los consumía. Pensar en Caperucita Roja y su debilidad intelectual para reconocer el disfraz del lobo, o detenerse en la cantidad de princesas desdichadas e inservibles, que aún siguen a la espera de su príncipe azul, da cierta picazón introspectiva. Volver a ver en la tele a Los Pitufos, y preguntarse por qué solo hay una Pitufina, si hasta su creador, Peyo, dio lugar a la homosexualidad con la representación de pitufo vanidoso, o simplemente recordar a Don Gato y su pandilla de gatos plurales pero sin ninguna gata entre ellos, genera una indudable reflexión al respecto.
Tanto los cuentos tradicionales y sus adaptaciones, como los dibujos animados destacaban el rol masculino y denostaban el femenino, aunque ello se manifestaba sutilmente, por tanto, de manera extremadamente generalizada, podría decirse que la sociedad llevaba arraigada en su inconsciente colectivo esta conducta machista. Diferentes estudios al respecto, indicarían que hasta fines de la década del cincuenta, la mujer estaba supeditada y sometida al hombre. Ejemplo claro de ello es el cuento de La Bella Durmiente, la princesa que duerme durante cien años a la espera del príncipe, pudiendo haber vivido todos esos años despierta hasta la llegada del soberano, pues ¿su vida no valía nada? Que decir de Cenicienta y su pasividad, que deja de trapear pisos y lavar ropa por pura suerte, o mejor, por pura hada madrina, enseñando de este modo que no puede valerse por sí misma.
Ahora pienso si realmente mis dos hermanas tenían ganas de ser como Sarah Kay durante aquellos años felices. Les preguntaron mis padres en algún momento de su niñez si tenían ganas de vestir como esa figurita australiana, con esos gorros inmensos para que el sol no arruine la piel blanca de muñeca pecosa, con esos vestidos bordados de puntillas y botas de cuero redondas, porque tal vez hubieran preferido ser como Betty Boop o Jessica Rabbit. Querían mis hermanas llevar a cuestas un regadero para regar flores y amanecer en un bosque con los silbidos de un pajarito amarillo, inexistente por cierto en el barrio de San Telmo; o hubiesen preferido ser bailarinas o cantantes, o simplemente jugar a la pelota con sus dos hermanos varones.
Claro que la cosa con el correr del tiempo fue cambiando. En la actualidad tanto las adaptaciones y versiones de los relatos o cuentos infantiles y los dibujos animados, fueron dejando atrás esa carga peyorativa que disponía a la mujer a un rol pasivo. Si bien aún existen compañías de distribución infantil y juvenil, y escritores y/o escritoras que relegan lo femenino a un plano machista, existieron y existen otros y otras que ponen lo femenino y lo masculino en igualdad de condiciones. Tal es el caso de la escritora y periodista argentina Graciela Cabal, quien se destacó por su labor temática del género y los derechos de la mujer. El poder de la palabra en los niños, el feminismo, el rol del hombre y el de la mujer, la ecología y el cuidado del planeta, son algunos de los rasgos de su escritura. Ella intenta romper ese molde ensamblado durante tantos años atrás. Su obra invita a pensar y a creer en otras posibilidades. Sus cuentos son pasajes de libertad que agudizan la reflexión del ser, y del querer ser. “La señora planchita”, uno de sus cuentos más representativos del género, manifiesta a través de su humor una ruptura social sobre la mirada de los otros. Es una denuncia al machismo, al papel atornillado que se le impuso a la mujer. La señora planchita es una mujer ama de casa, pero no ama de sí misma. Ella trabaja para su marido y su hija, plancha y lava todo el día, mientras un televisor le devuelve los sueños de una vida que soñó siendo niña. Gracias a dios, la señora planchita tiene una hija, Florencia, que le muestra quién es realmente ella y cuáles eran sus fantasías siendo pequeña. De alguna manera la hija le devuelve la identidad a su madre, ya que hacia al final del cuento nos enteramos que su nombre es Aurora; quien a la edad de su hija fue como es Florencia, varonera y sin pelos en la lengua. Aurora, no quiere que le pase a su hija lo mismo que le pasó a ella, que la tipificaron en el estatuto patriarcal. Graciela Cabal, por experiencia personal, dice que nunca les regaló a las nenas ni escobas, ni planchitas, ni cosas así, para que no se mal acostumbren.
En el cuento “Blanca como la nieve, roja como la sangre”, Graciela parodia a la “Blancanieves” de los hermanos Grimm, ella realiza una versión (aunque no cambia mucho la historia) en donde puede notarse a Blancanieves con una faceta mucho más decidida y determinante, y eso puede verse en el momento en que esta se encuentra con los siete enanos. Ellos a cambio de su protección, le ofrecen mantener la casa en orden, hacer la comida todos los días, cuidar a los siete gatos, asear la casa, pero ella a cambio les pide sueldo, aguinaldo y dos francos por semana, porque gratis no lo va a hacer, además de que se puede cuidar sola.
Graciela Cabal ha sido entre otras escritoras, una mujer con un sentido de pertenencia por el lugar que ocupó. A través del humor, de la ironía, de la parodia, de su autobiografía, de las relaciones familiares, genera canales de comunicación por el cual le habla a los niños, jóvenes y adultos. Ella presenta temas que no son comunes en la literatura para niños, como es el rol de la mujer dentro de la sociedad; pero lo interesante de su escritura es que además nos muestra caminos de escape, de liberación, muestra que no todo está perdido, que los sueños siempre están vivos, aunque la telaraña del tiempo los oculte tras el disfraz de la adultez. Graciela fue y será ese granito de arena que hizo falta para la construcción del ser de la mujer en la sociedad actual. Aunque la realidad es una construcción colectiva, que se modifica trabajando y reflexionando sobre nuestro pasado, sobre nuestras costumbres y nuestro sentido común.
Mientras termino esta ponencia, pienso si habrá de pasar más tiempo hasta que finalmente hablemos del hombre y la mujer en igualdad de condiciones y en una misma sintonía; y mientras pienso en ello, en mi cabeza retumba esa canción que escuché una y mil veces siendo pequeño, y que casualmente ahora la concibo de otro modo, más completo: “María, María, hace falta la fuerza, hace falta la raza…”.

BIBLIOGRAFÍA

• CABAL, Graciela. “La señora planchita y un cuento de hadas pero no tanto”. Sudamericana, colección Pan Flauta. Buenos Aires. 2009.
• SOTOMAYOR SÁEZ, Victoria. “Literatura, sociedad, educación: las adaptaciones literarias”. Revista de Educación, núm. extraordinario 2005, pp 217-238. Fecha de entrada: 07-07-2005.
• ARPES, Marcela y RICAUD, Nora. Literatura infantil argentina. Infancia, política y mercado en la constitución de un género, Buenos Aires, Editorial Stella - La Crujía, 2008. Cap. 1
• SAMAR, Roberto. “El machismo de Mickey”. Página12. La ventana. Miércoles, 28 de septiembre de 2011.

¡Muchas gracias Juan Pablo por facilitarme el texto para postear!
¿Qué les pareció? Espero sus comentarios.
Besos,
Val

domingo, 11 de diciembre de 2011

Tercera entrega: otro bonus track







Hola a tod@s: en varios post, compartí con ustedes libros para niños con formatos diversos - el libro torre, el libro folleto, el libro para escribir, entre otros-. Hoy quería contarles de otro libro que compré en mis paseos por las librerías de Barcelona que pertenece al género de libro ilustrado, pero con un formato y tamaño que no es fácil de encontrar un anaquel en la biblioteca donde guardarlo. En la mía está en un estante acostado con otros libros para niños de gran tamaño. Se trata de Casualidad con textos de Pepe Monteserín e ilustraciones de Pablo Amargo, editado por Bárbara Fiore en 2011, en España.


El protagonista de esta historia es el viento que modifica el mundo de un lugar llamado Ventoso. El narrador desde la primera página confiesa su desprecio hacia la casualidad porque la considera "una disculpa de los que no entienden las cosas" y, a partir de allí, la historia que relata es la de Ventoso que tiene la particularidad de ser una localidad marcada por la presencia del viento que transforma la realidad, inclina los árboles y las casas, tuerce a las personas, aleja los nidos de los pájaros y se lleva las palabras. En este relato, a través de las ilustraciones de Amargo, gracias a que el viento es el protagonista, podemos conocer los dibujos de veletas del mundo, cometas del mundo y molinos del mundo, en una especie de enciclopedia de objetos relacionados con el viento.


Asimismo, el viento con su accionar cambia el humor de los personajes y transforma historias de amor en grandes malentendidos y, a pesar de todo, el narrador está convencido que no es la casualidad sino el viento poderoso que puede torcer un destino.


Todo esto está contado en un libro angosto y alto que nos acerca imágenes estilizadas en blanco y negro del mundo de Ventoso que nos recuerda al universo de la historieta, sin viñetas ni globos de pensamiento.


Pensando en el viento, me acordé de otro libro que leí hace unos pocos días, que me regaló una amiga, que se titula El país de los muchos suelos del escritor mexicano Ricardo Chávez Castañeda -ganador del Primer Premio Concurso de Novela "Los jóvenes del mercosur" 2009, editado por Comunicarte, 2001-, donde el viento es una risa que arrasa con todo, modifica la vida de un pueblo, de sus gentes y que, a través de ese viento que es risa podemos conocer -de otro modo- la historia del día de los muertos en México.


¿Qué otras historias conocen donde el viento tiene un lugar protagónico?


Besos,

Val

domingo, 4 de diciembre de 2011

Segunda entrega: bonus track















Hola a tod@s: el viaje a Barcelona valió la pena no solo por el simposio que fue espectacular sino también por mis paseos por las librerías y los libros que me traje del viaje. Hoy les quiero presentar dos libros que compré en el stand que tenía la librería La Casita el último día del simposio en el aula magna de la Casa de Convalescencia. La Casita es una librería especializada en literatura infantil que se encuentra cerca de la estación de metro Lesésps, cercana a Parc Güell.



Como el simposio abordaba la relación entre literatura, inmigración, lectura y escuela, el stand tenía mucho material sobre estas temáticas y una selección bien interesante de literatura multicultural que aborda la temática de la inmigración y la acogida. Yo elegí para comprarme dos libros álbum: La isla. Una historia cotidiana del escritor alemán Armin Greder editado por Lóguez en 2003 y ¡Al furgón! de Henri Meunier y Nathalie Choux, editado por Takatuka en 2011. Los dos textos trabajan con la temática de la inmigración desde dos perspectivas bien diferentes.


En el caso de La isla nos encontramos con un texto que tematiza la cuestión de la inmigración desde la perspectiva de cómo reacciona un pueblo ante la llegada de un extranjero que llega a través del mar, decide acogerlo para encerrarlo, negarle alimento, usarlo como mano de obra barata para descartarlo cuando se vuelve "peligroso" para los intereses de la comunidad. Los lectores a medida que avanzamos la lectura, vamos construyendo los sentidos en la interconexión entre palabras e imágenes, estas últimas se inscriben en un expresionismo pictórico y una crudeza que golpea. Un texto que reflexiona sobre la inmigración centrando la cuestión en lo social, en el racismo y la xenofobia que surge del miedo a lo desconocido.


En el caso de ¡Al furgón! el texto sorprende porque se toma la temática de la inmigración pero desde la perspectiva legal, es decir, desde las políticas inmigratorias y el control de la documentación de los inmigrantes. El texto busca conmover al lector a través de imágenes donde se destaca una niña negra en una plaza donde todos los hombres, mujeres y niños son color rosa, la llegada de una sirena policial y un camión de la policía del que bajan hombres uniformados que piden documentación y aquellos que son distintos -por su etnia o su apariencia- son detenidos y subidos al camión. De nada valen los argumentos más razonables -"no los llevo conmigo", "es que soy un gato y, por lo tanto, ¡es imposible que tenga papeles!" o "me saco una pluma, una bien bonita, y le hago el papel que quiera (...)"- para detener la maquinaria de la detención y el odio al extranjero.


Dos libros que abordan la temática de la inmigración desde dos miradas distintas que apelan al lector niño y adulto a partir de un trabajo con lo literario, con el juego lingüístico, la apuesta al relato a partir de imágenes que construyen otra narración posible que necesitan de un lector que se involucre en el texto y que, también, reflexione sobre lo que los textos le proponen: hablar de la inmigración, la xenofobia, el racismo, el miedo a lo desconocido.


Para completar esta selección, sumo algunas de las sugerencias que desde el equipo de investigación Gretel propusieron en un breve recorrido por otros textos que trabajan con la misma temática: La comedia de los ogros de Bernard y Roca, editado en Juventud, 2003 -se trata de un libro álbum que "escenifica el choque entre culturas a partir de la relación entre un niño ogro y un niño humano. Ambos se pondrán en la piel del otro cuando, arrancados de su lugar de origen, sufran el proceso de cosificación de los que son condenados al aislamiento por ser diferentes". Otro texto recomendado es El soldadito de plomo de Jörg Müller editado por Lóguez en 2005, relectura del clásico de Andersen con imágenes hiperrealistas que "se sirve de la fatídica suerte de los jueguetes para realizar una incisiva crítica política y cultural sobre las relaciones entre el primer y el tercer mundo." También Sola y Sincola de Zubizarreta y Villamuza publicado en Edelvives en 2005 "es el relato tierno de un hecho que podría parecer aterrador: una familia emigrante que se dirige a su país de origen para pasar las vacaciones, olvida a una de sus muchas hijas en la gasolinera. (...) La narración aborda la inmigración de forma natural, sin superioridad ni valoraciones morales, con respeto y sin paternalismos."


Podríamos seguir sumando otros textos de autores también argentinos que han abordado la temática de la inmigración como Stefano de María Teresa Andruetto, Memorias de Vladimir y Dimitri en la tormenta de Perla Suez, entre tantos otros. ¿Cuáles recomendarían ustedes?

Espero sus comentarios, besos,

Val


















lunes, 28 de noviembre de 2011

Primera Entrega del Simposio La literatura que acoge: Travesías visuales













Hola a tod@s: para empezar a contarles qué pasó en el simposio, elijo empezar por la conferencia de Evelyn Arizpe, investigadora mexicana que trabaja en la Universidad de Glasgow (Escocia) y que hemos conocido aquí por su libro -en colaboración con Morag Styles- Lectura de imágenes. Los niños interpretan textos visuales publicado por Fondo de Cultura Económica, en la colección Espacios para la lectura en 2004.




Evelyn presentó su conferencia "Entre imágenes y palabras: la investigación que promueve comunidades lectoras inclusivas y creativas" en la que planteaba cuáles son las condiciones que permiten que el lector sea acogido por la literatura. En esta conferencia contó parte de la investigación del proyecto "Trayectorias Visuales", un proyecto internacional de investigación en el que participan las universidad de Glasgow, Columbia y Autónoma de Barcelona, que involucra a niños inmigrantes y no-inmigrantes de diferentes países quienes responden a dos libros de imágenes: Flotante de David Wiesner -para saber más pueden mirar en http://www.imaginaria.com.ar/2010/07/flotante/ y Emigrantes de Shua Tan editado por Bárbara Fiore - http://www.barbara-fiore.com/index.php/libros-archivos/emigrantes/ -. Son dos libros ilustrados sin palabras que exigen al lector una mirada atenta para construir la secuencia narrativa, decodificar las imágenes, producir hipótesis de lectura.


El objetivo del proyecto es explorar de qué formas los niños construyen significados a partir de las imágenes en narraciones complejas con el fin de crear estrategias para el desarrollo de sus habilidades lectoras en un espacio que, además, invita a la reflexión y a compartir las experiencias inmigratorias.



En este proyecto, los niños -guiados por los mediadores- leen y exploran libros y anotan en los márgenes de alguna imagen seleccionada previamente comentarios, globos de pensamientos o preguntas. También, elaboran historietas donde cuentan experiencias de inmigración. Se trata, a partir de la exploración de los libros, explorar, también, la narrativa personal, familiar y colectiva.



Esta conferencia abrió el espacio de intercambio y discusión que caracterizó a todo el simposio y, además, nos permitió a los participantes conocer dos libros que dan cuenta de la experiencia de la inmigración desde perspectivas muy distintas por las estéticas claramente diferentes pero cómo, con el trabajo de un mediador, es posible tender los puentes para la lectura, la interpretación y el trabajo con la experiencia migratoria. El bonus track fue poder participar del Taller "Travesías visuales" con la coordinación de Evelyn Arizpe, Brenda Bellorín y Carmen Martínez Roldán, donde pudimos conocer la cocina del proyecto y experimentar, como si fuéramos niños, las consignas que trabajan en la investigación.


Espero que les haya interesado esta primera entrega. Espero sus comentarios,


Besos



Val








miércoles, 23 de noviembre de 2011

¡Barcelona, Barcelona!









Hola a tod@s: el título del post de hoy va con música y la voz inconfundible de Montserrat Caballé, la famosa cantante lírica española, ya que acabo de volver de Barcelona, de participar en el Simposio Internacional "La literatura que acoge: infancia, inmigración y lectura" organizado por el grupo Gretel de la Universidad Autónoma de Barcelona, presentando un trabajo sobre la novela Cuando San Pedro viajó en tren de Liliana Bodoc y Valeria Docampo, que reseñé hace un tiempo aquí. La idea de hoy es solo mostrarles algunas fotos de Barcelona y de la muestra "Lectores sin fronteras", especialmente la sección "Cuentos viajeros" que forma parte del Proyecto ELE, que nos recibía antes de entrar al aula magna de la Casa de la Convalescencia, edificio histórico diseñado por el arquitecto modernista Luis Domenech, sede del simposio. Esta muestra intercativa reúne libros de distintos orígenes y temáticas con la idea de que se promueva la apreciación del libro y el fomento de las competencias multiculturales.

En los próximos días les iré contando los aportes de este simposio al campo de investigación de la literatura para niños en relación a la literatura multicultural y, sobre todo, a los procesos de acogida de lectores inmigrantes en la escuela, temática no muy recorrida en nuestra país.



Besos,


Val

viernes, 4 de noviembre de 2011

Tercera Entrega: presentación de Políticas y prácticas de lectura



Hola a tod@s: otra vez, como vengo haciendo en estas últimas semanas, les presento otro momento de las III Jornadas de Poéticas de la Literatura Argentina para niños. En esta ocasión se trata de la presentación del libro Políticas y prácticas de lectura. El caso Corazón de Edmundo De Amicis editado por Miño & Dávila, que fue presentado en las jornadas. Además del público presente se acercaron amigos y colegas a acompañarme en este evento.
En este post, copio el texto que escribió para la ocasión Rosana Bollini.

Pistas en la memoria



El libro de Valeri Sardi es un feliz desgajamiento de su tesis doctoral, que lleva por título “El rol de la literatura en la escuela primaria argentina en el marco de la construcción de identidades nacionales, 1900-1940”. Menciono esto para ubicar el trabajo que hoy se presenta ante ustedes, Políticas y prácticas de lectura. El caso Corazón de Edmundo De Amicis, que podrán leer como un relato autónomo, con su contexto, la delimitación del problema y el conjunto de voces y materiales que documentan lo que la autora se ocupó de investigar por resultarle un centro de interés desde varios puntos de vista, ya que el libro de Edmundo De Amicis parece haberle salido al encuentro en distintos momentos de su vida, según lo explica en la Introducción.

Uno podría decir que este libro tiene como tema general o básico el problema de la literatura en la escuela, tomando en cuenta que lo que se trata como caso se debe a que Corazón suscita una gran cantidad de disposiciones, temores y conductas extravagantes, que llegan a la censura, a pesar de que la novela ya tiene su propia trayectoria por afuera de la institución, en el entorno cultural, y en comunidades de lectores que reciben el texto, incluso, como legado familiar. Al seguir el curso de lo que fue ocurriendo con la lectura de esta novela como literatura para niños, tanto por sus méritos como por sus supuestos riesgos, tanto por dentro como por afuera de la escuela, Valeria Sardi deja trazada una huella para pensar en todos los terrenos esas dimensiones que se desbordan, como la propia figura del niño, el componente emotivo de la literatura, el descontrol que se le adjudica al acto de leer, la presencia de la ideología en un hecho estético y hasta la calidad de lo popular.

La investigación viene a cumplir, entonces, varias funciones: no solo se trata de una recuperación de materiales y acontecimientos que de otro modo serían desconocidos, sino que nos hace pensar de nuevo y nos permite considerar cuestiones conflictivas a la luz de otro estado de la escuela para que no nos ubiquemos en un vacío ni en un detenimiento, aun si ese espacio, por sus lógicas y sus dinámicas, se presta a un aislamiento particular. Es esa naturaleza recortada, en donde se cifran tantas cosas, lo que regresa en cada zona de relato que se recupera en un fragmento, en una cita y aun en las disposiciones oficiales, comentadas o discutidas, pero muy especialmente en las escenas en las que se vuelve a hacer presente el valor de un libro o hay que imaginar el entorno de una mesa en la que se escucha leer o las aulas en donde distintos docentes registran lo que el libro de De Amicis produce en los niños que escuchan también. Para cada una de estas instancias se nos presenta el correlato en una teoría o en una interpretación que viene a puntualizar concepciones sobre el sujeto en el acto de leer o a explicar los rasgos de las construcciones didácticas para algunas de esas prácticas, de modo que lo que se nos acerca emotivamente puede distanciarse en una observación adecuada y renovable.

Quizás sea necesario recordar que De Amicis, el autor de este antiguo clásico de la literatura infantil, era italiano y que se había propuesto dirigirse a un lector específico y destinarle un mensaje ligado a la nacionalidad, como para ubicar el centro del conflicto y su carácter problemático para una escuela que tenía como propósito principal construir una identidad de lo nacional para quienes eran originarios y para quienes llegaban desde otros lugares. En este sentido, el libro de Valeria Sardi deja en estado de extrañeza (al menos para mí) esas raras combinaciones, que permanecen como sorprendentes, y señala claramente su oposición a todo planteo homogeneizante sin descuidar como autora el vínculo afectivo que la une, como a muchos de nosotros, con ese origen puntual. El pasado inmigratorio vuelve como un episodio fresco y la presencia de toda inmigración se hace actual.

En el extremo en que el texto llega a prohibirse se encuentra esa especie de sustituciones que constituyeron sus traducciones o adaptaciones, cuya esencia queda trazada así:

“Los autores de las distintas traducciones culturales de Corazón modelan la imagen de lo argentino a través de un texto extranjero;” (p. 117).

Cita en la que Valeria Sardi hace manifiesto el colmo del nacionalismo, o de cualquier intento que pretenda forzar una identidad. Esta voz autoral, firme, pero sin interferir, la voz que arma, la voz que narra y ha reunido infatigablemente los materiales se ubica en un plano que sin renunciar a una posición ni ausentarse falsamente parece consistir en la posibilidad de que resuene para la mirada actual cada pequeña dimensión iluminada: desde las aulas, que uno recrea a partir de las voces de las maestras, hasta las potentes directivas de inspectores, o del CNE, con que todo evoca una escuela antigua, o un estado de la escuela que puede ubicarse en el pasado, sobre todo, frente a las otras voces recopiladas que testimonian, en la misma época, su oposición al modelo oficial o dan prueba de que los miedos ante la lectura que podía provocar Corazón eran infundados.

Ofrecernos una perspectiva histórica, es decir, seguir el camino de lo que se ha hecho con la literatura en la escuela es un modo de liberarla para prácticas actuales porque si cada texto encontrado restituye para nuestros ojos un período de la escuela, y se ubica en un contexto para que alcance toda su nitidez un modo de pensar al niño, un concepto de lectura, que la voz que construye y compone deja en primer plano para que se haga evidente, sin dejar de situar el libro de De Amicis en su justa medida en cuanto a la carga moralizante que también entraña, se nos acerca, sin insistir, lo estético como un principio que tiene su propio terreno y se impone por encima de ciertos propósitos. Quizás en esas marcaciones críticas es donde el texto de Valeria Sardi dialoga más específicamente con el presente o señala hacia adelante. Aun para crear una didáctica hay que estar tratando siempre con los efectos que se desatan en una lectura. Y para eso nos acerca un conjunto innumerable de pruebas y establece delicadamente que solo pueden abrirse en juego con una subjetividad.

Por mi parte, quisiera celebrar el hecho de que un libro demuestre que las políticas y las prácticas de lectura muchas veces se oponen porque esto da un apoyo y una amplitud especial a nuestras experiencias con la literatura en los espacios de formación, y nos abre el camino a la inspiración y al riesgo. Para decirlo mágicamente, este libro libera el espíritu de la literatura para que vuelva a hacer de las suyas en el ámbito de la escuela.


Gracias, Rosana, por este texto que invita al lector a redescubrir zonas ocultas del texto o a leer a través de tu lectura atenta y precisa.


Espero sus comentarios, besos,


Val

domingo, 30 de octubre de 2011

Segunda Entrega: un itinerario por la literatura argentina para niños



Hola a tod@s: después de una semana de viaje por Neuquén y Río Negro participando del cierre del Ateneo de Enseñanza de la Lengua en Chos Malal y del Foro de Didáctica de la lengua y la literatura organizado por la Universidad del Comahue en Cipolletti, estoy de regreso en casa y con ganas de seguir contándoles algunas actividades de las III Jornadas de Poéticas de la Literatura argentina para niños. Ya, en próximos post, les contaré una actividad de teatro para jóvenes que vi en Cipolletti.
El sábado 22 de octubre a media mañana participé en el Panel "Un recorrido por la literatura argentina para niños: géneros, poéticas y temáticas" en el que leí un texto que quería postear fragmentariamente hoy -todo es muy extenso-. En esa actividad de las jornadas llevamos nuestras valijas viajeras llenas de libros y expusimos los libros en una mesa en el centro del Auditorio. La idea fue, luego de escuchar mi exposición breve, que los participantes exploraran los libros de la mesa, eligieran algunos para leer y luego para comentar en puesta en común.

Fue una actividad muy interesante porque todos tuvieron la posibilidad de participar, hacer comentarios sobre sus lecturas y sus recorridos exploratorios.
Para compartir hoy, copio abajo algunos fragmentos de mi exposición -los otros itinerarios los iré colgando más adelante-:


“Un recorrido por la literatura argentina para niños: poéticas, géneros y temáticas”
Un recorrido por la literatura argentina para niños es, de algún modo, un itinerario de lecturas posibles. Es también un recorrido posible, parcial y, seguramente, incompleto. Se trata de un recorte arbitrario en un universo literario amplio y susceptible de ser organizado de muchos modos posibles que da cuenta de los efectos que producen los textos seleccionados y, a la vez, dan cuenta de universos imaginativos que tienen sus propias reglas y lógicas de la fantasía. Este recorrido por la literatura argentina para niños es una constelación de textos, géneros, temáticas, poéticas que arma un mapa posible, una cartografía donde la literatura se lee literariamente; es decir, en este recorrido se apuesta a una lectura donde se recuperan nociones de lo literario que permiten construir sentidos y desentrañar en la lectura las decisiones estéticas, poéticas y discursivas que cada escritor toma cuando inventa y crea un mundo de ficción. A su vez, este recorrido intenta ser un ejercicio de descubrimiento y redescubrimiento de la biblioteca propia, de las lecturas que como lectoras hemos hecho en estos últimos años y, también, puede ser una invitación a que todos ustedes, maestros, profesores, estudiantes, bibliotecarios desanden sus itinerarios en la literatura para niños o vuelvan a husmear en sus bibliotecas o en las bibliotecas escolares para elaborar otros itinerarios de lectura posibles que den cuenta de otros efectos de lectura y de otros modos de leer con otros.

Primer itinerario: Torres de papel Rodeada de libros de todos los tamaños, colores, diseños, formatos, autores decido agruparlos por autores. Así en una pila pongo todos los que tengo de María Teresa Andruetto, en otra todos los de Graciela Cabal, en otra todos los de Liliana Bodoc, en otra todos los de Graciela Montes, en otra todos los de Ricardo Mariño. Estoy rodeada por pilas que tiemblan y amenazan con caerse. Parecen torres de papel inclinadas por su propio peso ya que algunos autores suman más de cincuenta títulos. Cada torre construye, a la vez, un tapiz literario que configura una poética de autor con rasgos particulares que constituyen la voz autoral característica de cada uno de los escritores nombrados.
Elijo, para empezar, una de las pilas para explorar, releer sus textos, redescubrir sus palabras, volver a sentir los efectos de su lectura. Estoy frente a la torre de María Teresa Andruetto. Abro las páginas de La durmiente (Alfaguara, 2010) y me dejo llevar por los juegos de reelaboración y apropiación del clásico infantil “La bella durmiente en clave política y de denuncia social”. Los textos de Andruetto se traman con las ilustraciones de Itsvan para contar una historia de princesas, reyes y reinas pero subvertida. Una durmiente que nace en un reino que le da la bienvenida. Una durmiente que duerme “en una cuna de oro con ribetes de plata.” Una durmiente que duerme y despierta no por los efectos de un hechizo. Duerme para no ver la dura realidad, aquella silenciada: “una vieja muy vieja hurgando unos restos, un niño perdido, una casa con hambre, un almuerzo con papas.” Las ilustraciones de Istvan sobreimprimen otra lectura de la durmiente a través del collage de imágenes de revistas y diarios de otros tiempos donde la figura femenina va mutando de acuerdo a los mandatos de la época. Reviso la torre y encuentro Trenes (2007), otro libro álbum donde Andruetto e Istvan escriben y dibujan a cuatro manos para acercarnos una historia de amor con colores, una historia donde la poesía y la narrativa se entraman y donde Juan y María cruzan sus caminos cuando los trenes en los que viajan, uno amarillo que va al Norte y uno azul que va al Sur se cruzan para acercarnos una epifanía romántica.
Poesía/narrativa pareciera ser un rasgo de la poética de Andruetto que recorre su torre. Sigo hurgando en la torre, intentando que no se caiga sobre mi cabeza, y encuentro El árbol de lilas (2007) con ilustraciones de Liliana Menéndez. ¿Se trata de una poesía o de una narración? Justamente, este texto se mueve entre los límites de un género y otro, tomando aportes de la narrativa en la organización del texto que se divide en tres capítulos y aportes de la lírica por su disposición espacial y el uso de procedimientos y recursos como la metáfora, la anáfora, las imágenes y la autorreferencialidad textual. Se trata de un relato poético donde se tematiza la búsqueda amorosa y se apuesta a un trabajo detallista con el lenguaje y su riqueza polisémicas. Sigo explorando la torre y me topo con Agua/cero (2007) otro libro álbum de Andruetto con ilustraciones de Guillermo Daghero donde también la poesía se entrama con la narrativa en una serie de microrrelatos donde se juega con la sonoridad y el significado de las palabras que se componen y descomponen. El texto se inicia con una puesta en escena de una isotopía referida a la lluvia y a la construcción de un campo semántico donde la lluvia se descubre rica en sentidos y significantes posibles. Sigo curioseando en la torre de papel y descubro Stefano (2004) una nouvelle donde se cuenta la historia de un inmigrante italiano que viene a Argentina a hacer l´América. Es una narración pero también es poesía, se trata de un texto polifónico, una trama de voces donde un yo, Stefano, narra su historia a Ema y un narrador en tercera persona relata la historia de Stefano. Es una novela con una estructura narrativa compleja que nos habla de la identidad, de la memoria colectiva, de quiénes somos a través de un lenguaje fuertemente poético. Uy, descubro un libro de formato más pequeño, con tapas rosadas, se trata de El incendio (2008), otro libro álbum de Andruetto con ilustraciones de Gabriela Burin, una historia mínima donde la poesía se entrama con la prosa y construye un mundo ficcional pequeño pero lleno de sugerentes referencias y posibles lecturas.
De la torre se caen dos libros, se desploman sobre la alfombra Huellas en la arena (1997) y El anillo encantado (1993). Estos dos libros son ejemplos paradigmáticos de cómo Andruetto hace un tratamiento especial de la tradición oral. En estos dos libros nuestra escritora reelabora la tradición a través de la puesta en juego de la transculturación temporal y espacial, lo metaliterario, la hibridación entre la narración y la poesía, la oralidad. Además, trabaja con temáticas poco frecuentes en la literatura para niños como el erotismo que aparece insinuado en la figura femenina a partir de expresiones poéticas o de la utilización de elementos que pueden ser considerados fetiches. Por ejemplo, en el cuento “La mujer del moñito” de El anillo encantado donde el moñito funciona como fetiche y objeto de deseo o en “Abracadabra” incluido en Huellas en la arena donde un guante de cuero negro es un objeto de atracción pero también de perdición. Asimismo, estos relatos dan cuenta de otra construcción de género que subvierte la imagen estereotipada de la mujer en los cuentos tradicionales y en cierta literatura para niños.
Observo las otras torres y pienso en cómo la de Mariño está plagada de textos donde se subvierten los géneros literarios, se juega con el humor y la parodia, se aborda la denuncia social, y se reelabora, también, la tradición de los cuentos populares. Miro la de Graciela Montes y veo cómo se cuelan textos donde se reinventa la tradición literaria como en Aventuras y desventuras de Casiperro del hambre o se tematiza el acto de narrar y al mismo tiempo somos espectadores de su armado como en Otroso. Miro la torre de papel de Liliana Bodoc y me cruzo con una compleja trama narrativa, con varios niveles de ficción, con la apuesta a la épica fantástica y a la memoria colectiva desde Latinoamérica. Ahí, en un rincón, cerca de la palmera está la torre tambaleante de Graciela Beatriz Cabal que amenaza con caerse. Exploro y redescubro su universo literario donde los niños y su relación con el lenguaje tienen un lugar privilegiado como así también las relaciones parentales y familiares. También me encuentro con las figuras femeninas que se debaten entre los mandatos sociales y sus propios deseos como en “La Sra. Planchita.”
Podría seguir haciendo torres de papel pero no puedo. Me esperan otros itinerarios posibles.(...)



Espero que les haya gustado. Le agradezco a Soledad Pérez por la foto que ilustra el post.

Espero sus comentarios, besos

Val










martes, 25 de octubre de 2011

Primera entrega: Ema Wolf en las III Jornadas de Poéticas de la Literatura Argentina para niños



Hola a tod@s: como les había prometido, de a poco, voy a ir haciendo un resumen de todo lo que pasó en las III Jornadas. La primera entrega es la conferencia que la escritora Ema Wolf dictó el sábado 22 de octubre. Ahí va:


Textos sencillos. Desde dónde escribirPor Ema Wolf

Nunca pensé mucho, debo decir, en los procesos creativos. Cuando era estudiante y los profesores hablaban del proceso creativo de un texto, yo a menudo veía solamente conjeturas, algunas incluso demasiado audaces; y lo único que se presentaba ante mí con claridad, y me maravillaba, era el resultado, no el proceso. Nunca estaba segura de que estuvieran describiendo las cosas como realmente habían ocurrido.

Con respecto a mis libros, me da pudor usar la expresión “proceso creativo”. Es “trabajo”, y punto. Y en este trabajo –se sabe- hay una parte racional, comunicable, y otra inconsciente, casual, por lo tanto involuntaria, de la que el autor no puede dar cuenta.

Entonces lo único que puedo hacer es aproximarme a la parte visible del iceberg y contarles un poco mi punto de vista sobre este trabajo.

Dije muchas veces que no me cerraba la palabra “infantil” para referirme a lo hecho por adultos. Llamo “dibujo infantil” a un dibujo hecho por un chico, “cuento infantil” a un cuento escrito por un chico, “juegos infantiles” a los juegos que juegan los chicos, pero lo que hace un adulto -desde su lugar de adulto, que, creo, es el único posible-, difícilmente pueda calificarse de infantil. Y cuando un adulto trata de “hacer a la manera de los chicos” el resultado suele ser poco feliz para todos, empezando por los chicos.

Me gusta hablar entonces de libros “para chicos”, se trate de libros de los que ellos se apropiaron (estoy pensando en algunos autores de la histórica colección Robin Hood) o que fueron escritos pensando en ellos, considerándolos como destinatarios posibles. Estos textos existieron, existen; la industria editorial los reconoce y los hace circular por carriles muy nítidos –bastante rígidos a mi entender; y cuando no se subestimó a los receptores sólo porque tenían pocos años, se crearon cosas muy hermosas, hermosas para todos los lectores.

Es llamativo cómo algunos adultos, a la hora de considerar un cuento, una canción, una obra de teatro para chicos, desconectan su propio juicio de valor. Adoptan una especie de repliegue cortés, de cautela, se abstienen de emitir una opinión categórica; tal vez piensan: “esto a mí no me gusta, pero a lo mejor para los chicos está bien”, como si ese receptor fuera un alien, un “otro”, distinto, y a ese cuento -o lo que fuere- no lo alcanzaran los parámetros de calidad comunes a todos. Hay como una disociación en la estética. Esta disociación, por cierto, nos da a los autores una impunidad peligrosa: siempre queda flotando la sospecha de que esto es así no porque esté mal hecho sino porque es para chicos.

En realidad no se comprende por qué, siendo todos miembros de una comunidad -cultural-, lo que no es aceptable para alguien de 40 años debería serlo para alguien de 10. Sin embargo, como les decía, algunos suspenden su apreciación. Esto me llama la atención quizás porque, como muchos de mi generación -y otras posteriores-, fui una lectora promiscua, que leía lo que había sido escrito para mí y lo que no, iba y venía por un territorio muy generoso, muy variado, desprolijo, las lecturas no estaban compartimentadas (Y permítanme una digresión: nunca nadie me pidió que diera cuenta de lo que leía, nadie me ponía a trabajar con los textos, nadie me preguntaba qué había entendido, mi vínculo con la lectura era íntimo, terriblemente privado; y esta digresión me lleva a otra: creo que hoy el tema de debate es el cambio que la escolarización de la lectura significó para esta forma tan libre de leer; cambio hacia una forma colectiva, pública, laboriosa, ineludible, que despoja a la lectura de su cariz transgresor, a veces clandestino, y que para mí fue vital para convertirme en lectora de por vida. La escuela propone una lectura controlada, frente a la cual la tecnología, con sus ofertas, se presenta como mucho más transgresiva y atrayente. Esto no es una queja reaccionaria, es lo que se ve. No podemos esperar que esta lectura pasada por la escuela tenga aquel mismo impacto. El Eternauta entró a la escuela, pero no es el mismo Eternauta, y debemos tener claro esto. Pero es tema para pedagogos, no para autores de ficción) Volviendo a lo que decía sobre esta especie de estética doble, se me ocurre que lo que había en la biblioteca de las casas se consideraba de una calidad aceptable para cualquiera. Cuando mi papá me compró “La Reina de las Nieves” seguramente pensaba que era un buen libro, no que era bueno sólo para mí.

Por supuesto que no creo que haya una estética para los chicos y otra para los grandes. Los adultos podemos demorarnos con placer en un libro para chicos y una persona de diez años puede intentar abordar un libro complejo; son gestos naturales, impulsos curiosos que nadie tiene por qué autocuestionarse ni desalentar en otros. (Sin embargo, en las ferias y librerías vemos que todo el tiempo les señalan a los chicos esos falsos escalones que traban el impulso lector…) El mejor lector será el que pueda circular, cartonear entre los libros, vincularse con ellos sin aprensiones, elegir uno sin pensar que esa elección pueda implicar error o fracaso; es el que nunca va a sentir que se equivocó con un libro, porque no hay lugar al error: se prueba, y en el hecho de probar ya hay ganancia.

Señal de esta desconexión en el modo de mirar es también la sorpresa vergonzante con que algunos adultos nos confiesan haber disfrutado un libro nuestro. ¿Por qué no? No estamos frente a lectores de primera y lectores de segunda. Por esa misma desconexión de pronto nos preguntan si está bien que los chicos lean tal o cual cosa (aún hoy Harry Potter). Entonces, los adultos, por un lado, no se entregan confiados a su criterio, y por otro no están seguros de que los chicos sean capaces de “acertar” en la elección. Piden que un “especialista” -como si tal cosa existiera- legitime esa lectura.

El criterio del adulto no sólo es válido, es irrenunciable; debe sostenerlo, no escamotearlo, tanto como creo que los chicos hay que dejarlos hacer sus propias elecciones. A los 9, 10 años éramos lectores zapalleros, y sólo en la medida que pudimos seguir probando –los que pudimos seguir probando- logramos hacer lugar en nuestro gusto a textos más exigentes, más sutiles.

A veces se me ocurre que también algunos autores también distancian su apreciación, se separan del texto; como si produjeran algo que no les es del todo propio; algo como: yo escribo esto, pero ojo, que quede claro que yo no soy el lector de esto. Cuando él es el primer lector de lo que hizo, y el primer crítico también.



Tal vez esa desconexión estética es el nudo de muchas cuestiones que rondan la literatura para chicos; que hay preguntas que desaparecerían o se reformularían si esta cuestión se pusiera sobre la mesa. Por ejemplo ésta -a la que me voy a referir- de cómo hacer para capturar el niño de hoy, distinto del de ayer, o cómo piensa el autor al destinatario de sus libros. Son preguntas que sacan a la luz una fractura.

Para quién es un texto lo dirá la exigencia que el texto proponga. Será, primero, para el que lo entienda; luego, para el que lo disfrute.

Por supuesto, el autor no es totalmente ignorante de la edad del receptor: si estoy escribiendo el cuento de la momia desatada el sentido común me dice que un chico va a poder leerlo. Cuando empezamos a escribir El turno de escriba con Graciela Montes nunca se nos planteó la cuestión de para quién sería ese libro, nunca hubo una reflexión sobre “y ahora para quiénes vamos a escribir”. ¿Por qué? Porque en la idea inicial ya estaban contenidos, como en un embrión, los elementos que, al desplegarlos, iban a hacer de ese texto algo inabordable para un nene; elementos obvios: el libro pedía una formación que fuera más allá de la primaria, alguna noción sobre la historia política europea, alguna familiaridad con lenguas extranjeras, un lector que no entrara en pánico ante una frase en latín, con cierta autonomía de vuelo debido a la extensión del texto. Y la presunción es que los chicos que conocemos no disponen de esos recursos. No todavía, es lo que podemos decir.

Yo quiero insistir en que la edad se conecta con la elección de la idea; que la edad no necesariamente es una decisión a priori; y que no condiciona la factura del texto porque es la idea la que nos va a proporcionar los recursos -enseguida les digo cómo. La edad del lector, entonces, de algún modo es la consecuencia de lo que decidiste contar.

Recordemos también que la edad ofrece contornos imprecisos; hay chicos, en este amplio y desigual país, que tienen una competencia lectora mayor que la de algunos adultos. El adulto tácitamente se asume como modelo de lector, pero esta es una verdad relativa porque la competencia, se sabe, depende de un cúmulo de cosas: educación, estímulos recibidos, curiosidad. Confieso que más de una vez hubiera preferido que los primeros receptores de un texto hubiesen sido los chicos y no el adulto mediador, porque la lectura de ese adulto estaba tan interferida por prejuicios: pedagógicos, psicológicos, morales, de comportamiento, de lenguaje, que había acabado distorsionando el texto, alejándolo del lugar, por cierto muy poco ambicioso, donde yo lo había puesto. Había prevalecido el sentido utilitario. Y los chicos, que ven al adulto como autoridad, terminan adoptando esa lectura. Pero, claro, el autor no es el dueño de las lecturas que sus textos provocan, y en general, como invitado, además, no se anima a discutir –al menos yo. Ya se sabe: cada uno de nosotros lee como puede –y pregunta lo que puede, ej. en las escuelas-, lee con los dispositivos de los cuales dispone; y el adulto igual: si ha internalizado que la literatura sirve a algún fin práctico, como educar, y que hay que aprovecharla en ese sentido, es difícil que logre salirse de ese “aparato”, “sistema”; va a encontrar señales de lo que busque aun donde no las haya. (Ej. de traducción de sentido, hermenéutica, qué quería decir usted cuando dijo tal cosa. Es curioso: son lecturas que pinchan el suflé)

Por otro lado, las hipótesis sobre la edad del lector se vuelven aún más inciertas cuando el paisaje es otro y los lectores están lejos. (Ej: edición vietnamita de “Pollos de campo”; no sé qué edad tienen esos lectores; el diseño no me dice nada sobre la edad; ni sé con qué capital va a acercarse a ese libro; ignoro todo acerca de ese receptor y el receptor ignora todo de mí; yo nunca pude prever a esos lectores ni ellos a mí; libro muy local con rastreador mítico; pinta tu aldea y te leerá un vietnamita)

Entonces me hace sonreir que me pregunten cómo imagino a mi lector, o escuchar a un autor decir que sabe quién es su lector y qué quiere, imaginar que tiene una intuición tan fina que puede “administrar” sus intereses. Tampoco aspiro a conocer-controlar a mi lector. Alguien que habitualmente escribe ficción para adultos no lo haría; entonces ¿por qué nosotros sí?



Si me preguntan qué es un texto para chicos realmente no lo sé.

Tampoco podría precisar en qué consiste el llamado género infantil. Los géneros, hasta dónde sé, se agrupan por los asuntos (terror, ciencia ficción, etc.) o por cuestiones formales (el teatro, la poesía) pero no por algo tan aleatorio como la edad del receptor. (Podría haber un género senil…) Sí creo que hay libros para chicos donde se manifiestan con fuerza ciertas marcas: énfasis, diminutivos, reiteración (“justo justo”), abuso de la sinestesia; marcas viejas y nuevas, algunas en vías de extinción, que son las que vuelven torpes los textos, las que a mí, al menos, no me gustan incluso cuando las descubro en mis propios textos. Marcas que literariamente los debilitan, como siempre que se carga algo de intenciones. Textos que se vuelven autoritarios, o por saturados o por unívocos. (Algo que también ocurre en textos para adultos: los mensajes del realismo socialista; la redundancia de los folletines; entonces vemos otra vez que se presentan hermanados, en lo bueno y en lo malo, en una misma estética, los textos para grandes y los textos para chicos)

Diría, entonces, que un texto para chicos es un texto sencillo. Y no mucho más.

La adjudicación por edad de las contratapas se vincula con una preocupación comercial, -si quiere les explico más- y, como les decía, no con la producción del texto: si al escribir yo incorporo ciertos recursos y descarto otros –esto también lo dije muchas veces- no es como concesión a la edad del lector sino como tributo a la coherencia entre una idea y su desarrollo, una idea y su realización; es por una cuestión de armonía que yo no me puedo ponerme gongorina o faulkneriana o ponerme a reconstruir el lenguaje y crear neologismos a lo Guimaraes Rosa si estoy escribiendo la sencilla historia de un vampiro que acaba en las garras de la ortodoncista. Porque el asunto de mi relato y esos recursos se estarían dando de patadas; se produciría un ruido; pero si necesito la palabra “palanquín” no dejo de usarla porque presumo que los chicos no la conocen –presumir desconocimiento en el receptor es la mejor manera de sostenerlo en el desconocimiento-. Así que los problemas de un texto son los propios del texto, se remiten a él y se resuelven en él; o no se resuelven y el cuento sale para el demonio, pero lo que no sirve es traer consideraciones extraliterarias, vinculadas a la condición “civil” de los lectores.

Por otra parte, decir que uno conoce a su lector supone pensar -creo- al lector en un bloque, no como individuos diferenciados; pensar en “el chico lector”, un proto-niño, un mínimo común denominador de niño. Y yo no puedo pensar a los lectores sino como sujetos diferentes, que se acercan a los textos con sus preferencias, sus fobias, sus posibilidades, sus limitaciones, sus estados de ánimo; al punto de que nunca podemos estar seguros de interesarlos en lo que stamos ofreciendo. Entonces pensemos a los lectores en plural: cierto número de personas autónomas que se acercan a los libros, cada uno desde su propia historia.

Como tampoco me sale pensar en “la infancia” cuando escribo; es una abstracción; un concepto que maneja la psicología, la pediatría, las disciplinas, pero que al que cuenta historias no le sirve, no le proporciona ninguna ventaja.

Como tampoco me veo metiéndome en la cabeza de “el” chico, mimetizándome con él para escribir para él; porque sólo copiaría a ese proto-chico que reúne todas las características conocidas y deseables. Hay libros que buscan una identificación inmediata de el lector-tipo con el protagonista -igual que cierta literatura para adolescentes que hacía pensar que los adolescentes eran esos que sólo podían interesarse en su ombligo-. En estos libros el protagonista reproduce a esa síntesis de lector, copia sus hábitos, lenguaje, conflictos, lo refleja como en un espejo. La pregunta entonces es ¿qué le suma el texto a ese lector? Porque nadie pretende enseñarle nada al lector, pero es de esperar que sea mínimamente modificado por el texto, de lo contrario no tendría sentido alentar la lectura. A veces el lector se encontrará con una palabra nueva, un punto de vista diferente, cierta información, es decir: con algo que no sea simplemente redundar, corroborarlo en lo que ya sabe y puede. Pero no como propósito, no con deliberación, no con afán pedagógico, sino porque es parte de un contrato: el contrato elemental, mínimo que se establece necesariamente en todo acto de comunicación: agregar algo al otro.

Nosotros no escribimos para multiplicar libros como gaseosas, ni siquiera escribimos para hacer lectores; construimos ficción: algo libre, artesanal, defectuoso, que puede salir bien o mal, porque está hecho desde el deseo de una persona hacia los deseos de otras, que podrían coincidir o no. Por eso no se puede evitar el riesgo de no ser leído. Hago hincapié en esto. No ser leído por la razón que sea (raro, fallido, torpe, tonto, hermético) Entonces, al autor: resignación y valor. Creo que no es bueno aferrarse a la seguridad, en el sentido de tratar de cubrir todas las hendijas por las que un lector se puede escapar. Algo se pierde del propio deseo; y gana la burocracia.

Yo cada vez más veo -¿siento?- a la literatura para chicos como parte del campo de la literatura popular, o emparentada con ella: una literatura asequible, directa, para todos, que no tiene por qué ofender a los paladares sofisticados. De hecho, buena parte de la literatura para los chicos proviene de esas fuentes: los mitos, las sagas, los cuentos, las leyendas, las fábulas, los bestiarios, los poemas rimados, las nanas, los relatos de viajeros, más tarde el folletín romántico heroico. Y sigue alimentándose de esas fuentes. (Fuentes, que por otra parte han servido también para la literatura experimental: el Judío Errante en “Ulises”; la doncella guerrera en “Gran Sertón Veredas”) Y de esas fuentes también se nutren otras formas contemporáneas: el cine, la historieta, el dibujo animado y hasta los juegos on line, que ya forman parte del imaginario juvenil y del relato cotidiano.

A veces me sorprende descubrir cuánto de esos relatos populares hay en mis historias. Cuántos lugares comunes que provienen de allí: la espada en el escapulario, la forma de la leyenda etiológica en Hipos y Cocos, el dragón y la princesa, lo monstruoso amenazante y las diversas formas de conjurarlo, la isla como un “topos” inagotable, Scherezade… Claro: están tan internalizados en el imaginario de todos nosotros, son “lugares” tan frecuentes, está tan a mano, que el autor no necesita pensarlos, echa mano a ellos con la naturalidad de quien quiere abrir una botella y echa mano a un descorchador, cualquiera sea el medio. Uno de los temas que me proponían los organizadores de este encuentro era el vínculo entre mis textos y la tradición literaria. Pues ahí está el vínculo, a la vista, es muy fácil reconocerlo, está en todas estos “topoi”, usados en forma directa o como parodia; que son absolutamente eficaces, herramientas tranquilizadoras que salen del gran caldero de lo popular, que se reciclan y actualizan permanentemente, que llegaron a nosotros de distintas maneras, a través de nuestros variopintos ancestros, y que perduran en la zona más entrañable de nuestra percepción. Por / con ellos empezamos a ser receptores de relatos, de voces distintas, y después lectores.

Los asuntos sobre los cuales escribimos se presentan entretejidos con experiencias propias, tanto las de la infancia, que están en la mochila y de las que no nos podemos despegar -tampoco ir a buscarlas ex profeso-, como las de la vida adulta. A veces tan ligadas unas a otras, que no es posible discernir su origen. Cuándo escribí “El rey que no quería bañarse” ¿estaba pensando en mí, que de chica no me gustaba bañarme y en consecuencia buscaba la identificación de un chico de hoy en el momento del baño? ¿o estaba contando el drama que era para mí, adulta, conseguir que se metieran en la bañadera mis dos hijos varones? ¿O todo eso junto…? No sé, no importa, se habrá tratado de una vivencia compartida, común. (Barbanegra: ¿lo escribí con la memoria de la nena que amaba a los piratas o era la mamá joven que intentaba hacer buñuelos digeribles?) Pero sin duda los autores necesitamos buscar los estímulos en nosotros, porque si tuviéramos que buscarlos fuera, forzando el interés propio, ¿qué placer derivaríamos del trabajo? A veces pienso que el deseo del autor mucho no se toma en cuenta. Se habla mucho del placer de leer, del placer del lector, se espera que el chico disfrute al leer, pero el autor que escribe para chicos no necesariamente cuando escribe; prevalece la idea de que sabe lo que tiene que hacer y con eso es suficiente; como si su tarea cobrara sentido sólo en la satisfacción del receptor; parece más bien un organizador de recursos adecuados, no alguien que se involucra emocionalmente, aun de modo inadvertido. Si fuera así, para nosotros no habría diferencia entre escribir cuentos o manuales.

La pregunta que los autores de libros para chicos llevamos pegada como un abrojo es “cómo hacer para interesar al chico de hoy tan distinto del de antes”. No sé cómo interesar al chico de hoy, nunca pensé que tuviera que hacer algo especial, porque también yo soy una autora de hoy.

Presumo que nos vamos a comunicar a partir de las experiencias que se comparten; con la porción de contemporaneidad que nos toca vivir; con lo que ellos y yo sabemos del mundo en el tiempo que nos toca; yo les traeré de atrás saberes que ellos no tienen, habrá otros que estamos incorporando juntos a medida que aparecen; y otros a los que yo sólo alcanzaré a verles la punta de los faldones porque se me escaparán, raudos, allá adelante, y los más jóvenes, en cambio, se apropiarán de ellos completamente. Y los lectores tomarán de mí algunas cosas, otras las tomarán de otros autores más jóvenes o más viejos, y también de otros medios –que es lo que hago yo, por otra aprte: incorporo permanentemente cosas de otros medios simplemente porque convivo con esos medios. Lo cierto es que los chicos y yo estamos inmersos en un devenir compartido.

Que es el legado de la cultura, por otra parte.

Hay una ansiedad por capturar a ese “lector de hoy” que a veces -creo- lleva a desestimar lo que fue escrito hace más de cinco minutos –no sé si ustedes tienen esta misma impresión. Hay una apuesta a lo inmediato y a la sustitución vertiginosa -en una revista una historieta es sustituída por otra muy pronto, de modo que no llega a hacerse lectura habitual, el chico no llega a apropiarse de ella; finalmente: no habrá de incorporarla a su memoria de lector. Hasta la gráfica tiende a borrar el paso del tiempo –poner una tapa flúo en un texto victoriano, aggiornar el lenguaje de los personajes, modernizar la ropa, la escena, y, en general, atenuar el efecto de las cosas… Literalmente un lifting. Veo que en las escuelas han desaparecido los clásicos (argentinos, latinoamericanos, europeos), que están dentro de nuestra tradición cultural; de modo que les estamos retaceando a los chicos la noción de que los libros -y los autores- provienen de capas que se fueron superponiendo, incidiendo unas en otras, que nadie ni nada nace por generación espontánea.

A esto se suma la exigencia de que los textos pasen el examen de la corrección política; lo que también significa retacearles la condición histórica de la literatura y de la lectura. Y hay tanta deliberación, tanto énfasis puesto en esto que a veces parecería que la nueva literatura viniera a reparar los errores que cometió la literatura anterior.

Conclusión: les quise mostrar un poco mi modo de pararme ante mi trabajo, lo que no garantiza los resultados, por supuesto. Los resultados del autor dependerán de muchas cosas: sus aptitudes -¿talento, si le quieren llamar?-, del espesor de sus lecturas y sus experiencias; del tiempo que le dedique a cada texto; de su desinhibición; de su selectividad -me refiero a no publicar lo primero que se le ocurre-, también del azar... Es decir, los resultados estarán dados por muchas cosas, pero el autor necesariamente se ubica en algún lado, como cualquier persona frente a su trabajo.

Cuando se inicia, se inserta en una corriente, sale de algún lado, entonces adopta cosas que ya están y recorre andariveles conocidos, que sin duda lo sostienen y lo emparentan legítimamente con un corpus; de no hacerlo así, se autodestruiría. Pero al mismo tiempo siempre hay algo de todo eso no lo conforma, y reacciona, y empieza a escribir en ese lugar de fisura. Entonces se acomoda, busca una nueva ubicación en ese corpus e instala su voz. A veces, hasta deja algo en esa corriente de la que antes tomó.



¿Vieron qué interesante? Espero sus comentarios. Besos,



Val

domingo, 23 de octubre de 2011

Gracias

Hola a tod@s: este post es breve porque solo quería agradecer a todos los que participaron en las III Jornadas de Poéticas de la Literatura Argentina para niños que realizamos el viernes y sábado pasado y a los amigos, colegas y familiares que estuvieron acompañándome el viernes a la tardecita en la presentación de mi último libro Políticas y prácticas de lectura. El caso Corazón de Edmundo De Amicis (Miño & Dávila, 2011) Quiero agradecer, especialmente, a Matichica que posteó la presentación en su blog www.tendenciera.blogspot.com
En estos días voy a estar de viaje y sin conectividad, cuando regrese les prometo un resumen con fotos de todo lo que pasó en las jornadas.
Besos,
Val

viernes, 30 de septiembre de 2011

Hallazgos de un día cualquiera V: en la librería Ensamble de San Martín de los Andes









Hola a tod@s!
Después de varios viajes de trabajo, algunos problemitas de salud y mucha actividad laboral, me pongo en contacto con ustedes otra vez.
En esta oportunidad les quiero contar de otro hallazgo recorriendo librerías de otras ciudades, en este caso en la bellísima ciudad de San Martín de los Andes. Hace dos semanas, tuve la suerte de estar trabajando ahí para el dictado de un Ateneo de Enseñanza de la Lengua y aproveché para recorrer un poco el pueblo y conocer sus librerías.


A partir de la recomendación de los profesores, llegué a la librería Ensamble y conocí al librero Eduardo, que casualmente está terminando de cursar el Profesora de Letras en el IFD N° 3 de San Martín donde el miércoles 14 de septiembre di una charla sobre didáctica de la lengua y la literatura. La librería Ensamble está a metros de la Av. San Martín y no sólo es un reducto de libros sino que también se puede tomar un cafecito. Revisando y husmeando entre sus anaqueles encontré un libro del que me hablaron mucho, especialmente Jimena, una profe que conocí en cursos que di en CePA.


Se trata de la novela de Michael Ende, el famoso escritor de literatura para niños y jóvenes, autor de Momo y La historia sin fin: El ponche de los deseos, editada por SM en 2002. Una novela de magos, alquimias, brujerías y de animales protagonistas. Cuando la lea, les cuento qué me pareció. ¿Alguno de ustedes la conoce, la leyó?


En los próximos post, les prometo algunas adquisiciones que hice en Salta la semana pasada y, también, pronto, colgaré el programa de las III Jornadas de Poéticas de la Literatura argentina para niños que hacemos en el Pasaje Dardo Rocha de La Plata los días 21 y 22 de octubre.


Espero sus comentarios,

besos

Val