Hola a tod@s: otra vez, como vengo haciendo en estas últimas semanas, les presento otro momento de las III Jornadas de Poéticas de la Literatura Argentina para niños. En esta ocasión se trata de la presentación del libro Políticas y prácticas de lectura. El caso Corazón de Edmundo De Amicis editado por Miño & Dávila, que fue presentado en las jornadas. Además del público presente se acercaron amigos y colegas a acompañarme en este evento.
En este post, copio el texto que escribió para la ocasión Rosana Bollini.
Pistas en la memoria
En este post, copio el texto que escribió para la ocasión Rosana Bollini.
Pistas en la memoria
El libro de Valeri Sardi es un feliz desgajamiento de su tesis doctoral, que lleva por título “El rol de la literatura en la escuela primaria argentina en el marco de la construcción de identidades nacionales, 1900-1940”. Menciono esto para ubicar el trabajo que hoy se presenta ante ustedes, Políticas y prácticas de lectura. El caso Corazón de Edmundo De Amicis, que podrán leer como un relato autónomo, con su contexto, la delimitación del problema y el conjunto de voces y materiales que documentan lo que la autora se ocupó de investigar por resultarle un centro de interés desde varios puntos de vista, ya que el libro de Edmundo De Amicis parece haberle salido al encuentro en distintos momentos de su vida, según lo explica en la Introducción.
Uno podría decir que este libro tiene como tema general o básico el problema de la literatura en la escuela, tomando en cuenta que lo que se trata como caso se debe a que Corazón suscita una gran cantidad de disposiciones, temores y conductas extravagantes, que llegan a la censura, a pesar de que la novela ya tiene su propia trayectoria por afuera de la institución, en el entorno cultural, y en comunidades de lectores que reciben el texto, incluso, como legado familiar. Al seguir el curso de lo que fue ocurriendo con la lectura de esta novela como literatura para niños, tanto por sus méritos como por sus supuestos riesgos, tanto por dentro como por afuera de la escuela, Valeria Sardi deja trazada una huella para pensar en todos los terrenos esas dimensiones que se desbordan, como la propia figura del niño, el componente emotivo de la literatura, el descontrol que se le adjudica al acto de leer, la presencia de la ideología en un hecho estético y hasta la calidad de lo popular.
La investigación viene a cumplir, entonces, varias funciones: no solo se trata de una recuperación de materiales y acontecimientos que de otro modo serían desconocidos, sino que nos hace pensar de nuevo y nos permite considerar cuestiones conflictivas a la luz de otro estado de la escuela para que no nos ubiquemos en un vacío ni en un detenimiento, aun si ese espacio, por sus lógicas y sus dinámicas, se presta a un aislamiento particular. Es esa naturaleza recortada, en donde se cifran tantas cosas, lo que regresa en cada zona de relato que se recupera en un fragmento, en una cita y aun en las disposiciones oficiales, comentadas o discutidas, pero muy especialmente en las escenas en las que se vuelve a hacer presente el valor de un libro o hay que imaginar el entorno de una mesa en la que se escucha leer o las aulas en donde distintos docentes registran lo que el libro de De Amicis produce en los niños que escuchan también. Para cada una de estas instancias se nos presenta el correlato en una teoría o en una interpretación que viene a puntualizar concepciones sobre el sujeto en el acto de leer o a explicar los rasgos de las construcciones didácticas para algunas de esas prácticas, de modo que lo que se nos acerca emotivamente puede distanciarse en una observación adecuada y renovable.
Quizás sea necesario recordar que De Amicis, el autor de este antiguo clásico de la literatura infantil, era italiano y que se había propuesto dirigirse a un lector específico y destinarle un mensaje ligado a la nacionalidad, como para ubicar el centro del conflicto y su carácter problemático para una escuela que tenía como propósito principal construir una identidad de lo nacional para quienes eran originarios y para quienes llegaban desde otros lugares. En este sentido, el libro de Valeria Sardi deja en estado de extrañeza (al menos para mí) esas raras combinaciones, que permanecen como sorprendentes, y señala claramente su oposición a todo planteo homogeneizante sin descuidar como autora el vínculo afectivo que la une, como a muchos de nosotros, con ese origen puntual. El pasado inmigratorio vuelve como un episodio fresco y la presencia de toda inmigración se hace actual.
En el extremo en que el texto llega a prohibirse se encuentra esa especie de sustituciones que constituyeron sus traducciones o adaptaciones, cuya esencia queda trazada así:
“Los autores de las distintas traducciones culturales de Corazón modelan la imagen de lo argentino a través de un texto extranjero;” (p. 117).
Cita en la que Valeria Sardi hace manifiesto el colmo del nacionalismo, o de cualquier intento que pretenda forzar una identidad. Esta voz autoral, firme, pero sin interferir, la voz que arma, la voz que narra y ha reunido infatigablemente los materiales se ubica en un plano que sin renunciar a una posición ni ausentarse falsamente parece consistir en la posibilidad de que resuene para la mirada actual cada pequeña dimensión iluminada: desde las aulas, que uno recrea a partir de las voces de las maestras, hasta las potentes directivas de inspectores, o del CNE, con que todo evoca una escuela antigua, o un estado de la escuela que puede ubicarse en el pasado, sobre todo, frente a las otras voces recopiladas que testimonian, en la misma época, su oposición al modelo oficial o dan prueba de que los miedos ante la lectura que podía provocar Corazón eran infundados.
Ofrecernos una perspectiva histórica, es decir, seguir el camino de lo que se ha hecho con la literatura en la escuela es un modo de liberarla para prácticas actuales porque si cada texto encontrado restituye para nuestros ojos un período de la escuela, y se ubica en un contexto para que alcance toda su nitidez un modo de pensar al niño, un concepto de lectura, que la voz que construye y compone deja en primer plano para que se haga evidente, sin dejar de situar el libro de De Amicis en su justa medida en cuanto a la carga moralizante que también entraña, se nos acerca, sin insistir, lo estético como un principio que tiene su propio terreno y se impone por encima de ciertos propósitos. Quizás en esas marcaciones críticas es donde el texto de Valeria Sardi dialoga más específicamente con el presente o señala hacia adelante. Aun para crear una didáctica hay que estar tratando siempre con los efectos que se desatan en una lectura. Y para eso nos acerca un conjunto innumerable de pruebas y establece delicadamente que solo pueden abrirse en juego con una subjetividad.
Por mi parte, quisiera celebrar el hecho de que un libro demuestre que las políticas y las prácticas de lectura muchas veces se oponen porque esto da un apoyo y una amplitud especial a nuestras experiencias con la literatura en los espacios de formación, y nos abre el camino a la inspiración y al riesgo. Para decirlo mágicamente, este libro libera el espíritu de la literatura para que vuelva a hacer de las suyas en el ámbito de la escuela.
Uno podría decir que este libro tiene como tema general o básico el problema de la literatura en la escuela, tomando en cuenta que lo que se trata como caso se debe a que Corazón suscita una gran cantidad de disposiciones, temores y conductas extravagantes, que llegan a la censura, a pesar de que la novela ya tiene su propia trayectoria por afuera de la institución, en el entorno cultural, y en comunidades de lectores que reciben el texto, incluso, como legado familiar. Al seguir el curso de lo que fue ocurriendo con la lectura de esta novela como literatura para niños, tanto por sus méritos como por sus supuestos riesgos, tanto por dentro como por afuera de la escuela, Valeria Sardi deja trazada una huella para pensar en todos los terrenos esas dimensiones que se desbordan, como la propia figura del niño, el componente emotivo de la literatura, el descontrol que se le adjudica al acto de leer, la presencia de la ideología en un hecho estético y hasta la calidad de lo popular.
La investigación viene a cumplir, entonces, varias funciones: no solo se trata de una recuperación de materiales y acontecimientos que de otro modo serían desconocidos, sino que nos hace pensar de nuevo y nos permite considerar cuestiones conflictivas a la luz de otro estado de la escuela para que no nos ubiquemos en un vacío ni en un detenimiento, aun si ese espacio, por sus lógicas y sus dinámicas, se presta a un aislamiento particular. Es esa naturaleza recortada, en donde se cifran tantas cosas, lo que regresa en cada zona de relato que se recupera en un fragmento, en una cita y aun en las disposiciones oficiales, comentadas o discutidas, pero muy especialmente en las escenas en las que se vuelve a hacer presente el valor de un libro o hay que imaginar el entorno de una mesa en la que se escucha leer o las aulas en donde distintos docentes registran lo que el libro de De Amicis produce en los niños que escuchan también. Para cada una de estas instancias se nos presenta el correlato en una teoría o en una interpretación que viene a puntualizar concepciones sobre el sujeto en el acto de leer o a explicar los rasgos de las construcciones didácticas para algunas de esas prácticas, de modo que lo que se nos acerca emotivamente puede distanciarse en una observación adecuada y renovable.
Quizás sea necesario recordar que De Amicis, el autor de este antiguo clásico de la literatura infantil, era italiano y que se había propuesto dirigirse a un lector específico y destinarle un mensaje ligado a la nacionalidad, como para ubicar el centro del conflicto y su carácter problemático para una escuela que tenía como propósito principal construir una identidad de lo nacional para quienes eran originarios y para quienes llegaban desde otros lugares. En este sentido, el libro de Valeria Sardi deja en estado de extrañeza (al menos para mí) esas raras combinaciones, que permanecen como sorprendentes, y señala claramente su oposición a todo planteo homogeneizante sin descuidar como autora el vínculo afectivo que la une, como a muchos de nosotros, con ese origen puntual. El pasado inmigratorio vuelve como un episodio fresco y la presencia de toda inmigración se hace actual.
En el extremo en que el texto llega a prohibirse se encuentra esa especie de sustituciones que constituyeron sus traducciones o adaptaciones, cuya esencia queda trazada así:
“Los autores de las distintas traducciones culturales de Corazón modelan la imagen de lo argentino a través de un texto extranjero;” (p. 117).
Cita en la que Valeria Sardi hace manifiesto el colmo del nacionalismo, o de cualquier intento que pretenda forzar una identidad. Esta voz autoral, firme, pero sin interferir, la voz que arma, la voz que narra y ha reunido infatigablemente los materiales se ubica en un plano que sin renunciar a una posición ni ausentarse falsamente parece consistir en la posibilidad de que resuene para la mirada actual cada pequeña dimensión iluminada: desde las aulas, que uno recrea a partir de las voces de las maestras, hasta las potentes directivas de inspectores, o del CNE, con que todo evoca una escuela antigua, o un estado de la escuela que puede ubicarse en el pasado, sobre todo, frente a las otras voces recopiladas que testimonian, en la misma época, su oposición al modelo oficial o dan prueba de que los miedos ante la lectura que podía provocar Corazón eran infundados.
Ofrecernos una perspectiva histórica, es decir, seguir el camino de lo que se ha hecho con la literatura en la escuela es un modo de liberarla para prácticas actuales porque si cada texto encontrado restituye para nuestros ojos un período de la escuela, y se ubica en un contexto para que alcance toda su nitidez un modo de pensar al niño, un concepto de lectura, que la voz que construye y compone deja en primer plano para que se haga evidente, sin dejar de situar el libro de De Amicis en su justa medida en cuanto a la carga moralizante que también entraña, se nos acerca, sin insistir, lo estético como un principio que tiene su propio terreno y se impone por encima de ciertos propósitos. Quizás en esas marcaciones críticas es donde el texto de Valeria Sardi dialoga más específicamente con el presente o señala hacia adelante. Aun para crear una didáctica hay que estar tratando siempre con los efectos que se desatan en una lectura. Y para eso nos acerca un conjunto innumerable de pruebas y establece delicadamente que solo pueden abrirse en juego con una subjetividad.
Por mi parte, quisiera celebrar el hecho de que un libro demuestre que las políticas y las prácticas de lectura muchas veces se oponen porque esto da un apoyo y una amplitud especial a nuestras experiencias con la literatura en los espacios de formación, y nos abre el camino a la inspiración y al riesgo. Para decirlo mágicamente, este libro libera el espíritu de la literatura para que vuelva a hacer de las suyas en el ámbito de la escuela.
Gracias, Rosana, por este texto que invita al lector a redescubrir zonas ocultas del texto o a leer a través de tu lectura atenta y precisa.
Espero sus comentarios, besos,
Val
Merecidas palabras, gran trabajo fruto de mucho esfuerzo y dedicación. Chapeau para vos, Vale!
ResponderEliminarte leo siempre y te acompaño en todo, lo sabés...
Besitos:>
Gracias, Mati! Besos
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