miércoles, 14 de diciembre de 2011

Colaboraciones III: Mujercitas ¿eran las de antes?

Hola a tod@s: hoy quiero compartir con ustedes un texto que escribió un alumno mío -Juan Pablo Rodríguez- del seminario de Literatura para niños que dicto en el IES N° 1. El título lleva el título del post y Juan Pablo se ocupa de analizar las construcciones de género en la literatura de Graciela Cabal y en el mercado de productos para niños, temática que fue muy discutida con el grupo del seminario este año a raíz de la lectura de algunos textos de esta autora argentina.


Mujercitas ¿eran las de antes?
Manifiesto: “Había una vez una muchacha que le pregunto a un chico si quería casarse con ella… el chico dijo no… y la muchacha vivió feliz para siempre sin lavar, sin planchar para nadie, saliendo con sus amigas, teniendo sexo con quien le daba la gana, gastando su dinero en sí misma y sin trabajar para ningún hombre”. El problema es que de pequeñas, no nos contaban este cuento… y nos jodieron con el príncipe azul. Firmado: Blancanieves y Cenicienta. (Anónimo)

¿Que si fui una nena un poco varonera? Y sí…A dios gracias. (Cabal Graciela)


Hace algún tiempo atrás, mientras reparaba en las arrugas de las cortinas del living, leí un artículo en el diario que hablaba sobre cómo la mujer, dentro de las empresas de industrias culturales para chicos o jóvenes (y por qué no adultos) como lo son Disney, Marvel o Mattel (He-Man), aún hoy mantienen ese discurso que naturaliza el rol pasivo de la mujer. Ese artículo, entre otras razones, decía algo así como que el famoso ratón Mickey Mause tiene su linda casa, su perro fiel y amigo Pluto y su novia Minnie, por ende allí se manifestaba que las tres “cosas” son en función de él. Sí, digo bien: cosas. Porque pueden no estar, de hecho no siempre estuvieron presentes en las historias del emblemático ratón de Disney. Es que la función de Pluto y principalmente la de Minnie, dentro de la tira del ratón estadounidense de alguna manera ha transcurrido a modo de catálisis. Claro que este patrón varonil no solo sobreviene con quien fue la creación más grande de Walt Disney, pues la mayor cantidad de animales instaurados por esta empresa son machos. En la actualidad, la compañía sigue fabricando diferentes personajes que realzan el rol protagónico de lo masculino por sobre lo femenino. La función del hombre para esta industria norteamericana sigue siendo el arquetipo de aquel que todo lo arregla, el que pelea con los piratas malos, el que resuelve problemas con la imaginación, el agente especial, el más diestro; mientras la mujer, claro, riega flores en su florería llena de flores.
Marvel y DC tal vez sean una de las compañías donde se percibe con mayor nitidez la hipérbole del hombre poderoso, titánico, indestructible, por sobre el de la mujer ágil, sagaz, intrépida, y objeto único de deseo. Ambas compañías del cómic jerarquizan el status del hombre “macho” y la mujer afrodisíaca. Las curvas redondas de los héroes de la justicia devuelven fortaleza y resistencia, mientras las curvas redondas de las heroínas devuelven puro erotismo irresistible, tal como si solo se esperara de ellas que ganen una batalla más por seducción animal que por fuerza bruta. Porque como toda expresión cultural, los cómics no dejan de ser un reflejo de la realidad social, por muy alejados de esta que puedan parecer. De hecho, si mantenemos ese mismo concepto y lo trasladamos al mundo cinematográfico, culturalmente hemos aceptado por ejemplo, que el Rambo de Silvester Stallone de batalla con una M60 a miles de soldados rusos en tierra afgana, pero no aceptamos que la Tom Ryder de Angelina Jolie pueda derribar a un hombre peleando a puro puño. Parecería ser que se nos hace más fácil naturalizar la imagen de Rambo combatiendo solo contra un batallón de tres mil hombres rusos sedientos por ganar la guerra fría, que la Tom Ryder partiéndole la cara a un hombre.
El caso de Mattel, una de las compañías jugueteras más grandes del mundo, tal vez contenga una particularidad respecto a otros mercados de la animación, ya que fue una de las primeras empresas que avanzó sobre la reivindicación feminista como hacedora del bien dentro de los dibujos animados. Esta empresa, que dio origen a uno de los personajes animados más conocidos de los años ochenta, He-Man, el hombre más poderoso del universo, también creo a su hermana gemela She-Ra, la mujer más poderosa del universo. Claro que con una interesante diferencia, su fortaleza no proviene de la fuerza bruta como la de su gemelo, sino de su recta voluntad y de sus ingeniosos poderes mágicos y habilidad de curación. La princesa de Etheria, que fue destinada al público femenino, también tiene el poder de comunicarse telepáticamente con los animales, poder este último que nunca, jamás, elegiría un superhéroe varón. Pero de todos modos la mujer de cabellos rubios, obtuvo el puesto de ser la más de todo el universo, sin olvidar claro, que su fiel compañero es un corcel encornado blanco y con alas “protectoras”, que la resguarda de cualquier situación complicada en la que se pudiera encontrar.
Lo verdaderamente extraño de esta compañía juguetera, es que también fueron los creadores de la controversial muñeca estilizada Barbie, cual a través de su polifuncionalidad se ha convertido en el estereotipo que se identifica con la sociedad de consumo.
Fueron muchos los cuentos infantiles y dibujos animados que a lo largo de la historia construyeron y sostuvieron esa imagen machista, que era ni más ni menos el reflejo de la sociedad que los consumía. Pensar en Caperucita Roja y su debilidad intelectual para reconocer el disfraz del lobo, o detenerse en la cantidad de princesas desdichadas e inservibles, que aún siguen a la espera de su príncipe azul, da cierta picazón introspectiva. Volver a ver en la tele a Los Pitufos, y preguntarse por qué solo hay una Pitufina, si hasta su creador, Peyo, dio lugar a la homosexualidad con la representación de pitufo vanidoso, o simplemente recordar a Don Gato y su pandilla de gatos plurales pero sin ninguna gata entre ellos, genera una indudable reflexión al respecto.
Tanto los cuentos tradicionales y sus adaptaciones, como los dibujos animados destacaban el rol masculino y denostaban el femenino, aunque ello se manifestaba sutilmente, por tanto, de manera extremadamente generalizada, podría decirse que la sociedad llevaba arraigada en su inconsciente colectivo esta conducta machista. Diferentes estudios al respecto, indicarían que hasta fines de la década del cincuenta, la mujer estaba supeditada y sometida al hombre. Ejemplo claro de ello es el cuento de La Bella Durmiente, la princesa que duerme durante cien años a la espera del príncipe, pudiendo haber vivido todos esos años despierta hasta la llegada del soberano, pues ¿su vida no valía nada? Que decir de Cenicienta y su pasividad, que deja de trapear pisos y lavar ropa por pura suerte, o mejor, por pura hada madrina, enseñando de este modo que no puede valerse por sí misma.
Ahora pienso si realmente mis dos hermanas tenían ganas de ser como Sarah Kay durante aquellos años felices. Les preguntaron mis padres en algún momento de su niñez si tenían ganas de vestir como esa figurita australiana, con esos gorros inmensos para que el sol no arruine la piel blanca de muñeca pecosa, con esos vestidos bordados de puntillas y botas de cuero redondas, porque tal vez hubieran preferido ser como Betty Boop o Jessica Rabbit. Querían mis hermanas llevar a cuestas un regadero para regar flores y amanecer en un bosque con los silbidos de un pajarito amarillo, inexistente por cierto en el barrio de San Telmo; o hubiesen preferido ser bailarinas o cantantes, o simplemente jugar a la pelota con sus dos hermanos varones.
Claro que la cosa con el correr del tiempo fue cambiando. En la actualidad tanto las adaptaciones y versiones de los relatos o cuentos infantiles y los dibujos animados, fueron dejando atrás esa carga peyorativa que disponía a la mujer a un rol pasivo. Si bien aún existen compañías de distribución infantil y juvenil, y escritores y/o escritoras que relegan lo femenino a un plano machista, existieron y existen otros y otras que ponen lo femenino y lo masculino en igualdad de condiciones. Tal es el caso de la escritora y periodista argentina Graciela Cabal, quien se destacó por su labor temática del género y los derechos de la mujer. El poder de la palabra en los niños, el feminismo, el rol del hombre y el de la mujer, la ecología y el cuidado del planeta, son algunos de los rasgos de su escritura. Ella intenta romper ese molde ensamblado durante tantos años atrás. Su obra invita a pensar y a creer en otras posibilidades. Sus cuentos son pasajes de libertad que agudizan la reflexión del ser, y del querer ser. “La señora planchita”, uno de sus cuentos más representativos del género, manifiesta a través de su humor una ruptura social sobre la mirada de los otros. Es una denuncia al machismo, al papel atornillado que se le impuso a la mujer. La señora planchita es una mujer ama de casa, pero no ama de sí misma. Ella trabaja para su marido y su hija, plancha y lava todo el día, mientras un televisor le devuelve los sueños de una vida que soñó siendo niña. Gracias a dios, la señora planchita tiene una hija, Florencia, que le muestra quién es realmente ella y cuáles eran sus fantasías siendo pequeña. De alguna manera la hija le devuelve la identidad a su madre, ya que hacia al final del cuento nos enteramos que su nombre es Aurora; quien a la edad de su hija fue como es Florencia, varonera y sin pelos en la lengua. Aurora, no quiere que le pase a su hija lo mismo que le pasó a ella, que la tipificaron en el estatuto patriarcal. Graciela Cabal, por experiencia personal, dice que nunca les regaló a las nenas ni escobas, ni planchitas, ni cosas así, para que no se mal acostumbren.
En el cuento “Blanca como la nieve, roja como la sangre”, Graciela parodia a la “Blancanieves” de los hermanos Grimm, ella realiza una versión (aunque no cambia mucho la historia) en donde puede notarse a Blancanieves con una faceta mucho más decidida y determinante, y eso puede verse en el momento en que esta se encuentra con los siete enanos. Ellos a cambio de su protección, le ofrecen mantener la casa en orden, hacer la comida todos los días, cuidar a los siete gatos, asear la casa, pero ella a cambio les pide sueldo, aguinaldo y dos francos por semana, porque gratis no lo va a hacer, además de que se puede cuidar sola.
Graciela Cabal ha sido entre otras escritoras, una mujer con un sentido de pertenencia por el lugar que ocupó. A través del humor, de la ironía, de la parodia, de su autobiografía, de las relaciones familiares, genera canales de comunicación por el cual le habla a los niños, jóvenes y adultos. Ella presenta temas que no son comunes en la literatura para niños, como es el rol de la mujer dentro de la sociedad; pero lo interesante de su escritura es que además nos muestra caminos de escape, de liberación, muestra que no todo está perdido, que los sueños siempre están vivos, aunque la telaraña del tiempo los oculte tras el disfraz de la adultez. Graciela fue y será ese granito de arena que hizo falta para la construcción del ser de la mujer en la sociedad actual. Aunque la realidad es una construcción colectiva, que se modifica trabajando y reflexionando sobre nuestro pasado, sobre nuestras costumbres y nuestro sentido común.
Mientras termino esta ponencia, pienso si habrá de pasar más tiempo hasta que finalmente hablemos del hombre y la mujer en igualdad de condiciones y en una misma sintonía; y mientras pienso en ello, en mi cabeza retumba esa canción que escuché una y mil veces siendo pequeño, y que casualmente ahora la concibo de otro modo, más completo: “María, María, hace falta la fuerza, hace falta la raza…”.

BIBLIOGRAFÍA

• CABAL, Graciela. “La señora planchita y un cuento de hadas pero no tanto”. Sudamericana, colección Pan Flauta. Buenos Aires. 2009.
• SOTOMAYOR SÁEZ, Victoria. “Literatura, sociedad, educación: las adaptaciones literarias”. Revista de Educación, núm. extraordinario 2005, pp 217-238. Fecha de entrada: 07-07-2005.
• ARPES, Marcela y RICAUD, Nora. Literatura infantil argentina. Infancia, política y mercado en la constitución de un género, Buenos Aires, Editorial Stella - La Crujía, 2008. Cap. 1
• SAMAR, Roberto. “El machismo de Mickey”. Página12. La ventana. Miércoles, 28 de septiembre de 2011.

¡Muchas gracias Juan Pablo por facilitarme el texto para postear!
¿Qué les pareció? Espero sus comentarios.
Besos,
Val

7 comentarios:

  1. Excelente !....a pesar de ser varón ! Je je perdón , fue un chiste de género .
    Muy buen trabajo el de Juan Pablo y se vislumbra el trabajo que seguramente ha hecho también la profe a través del texto. Es un soplo de aire renovado saber que tanto formadores como "formados" (?)están revisando y cambiando la mirada . Me encantó !

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  2. Gracias, Roxana, por tu comentario! sí, es un muy buen texto! El texto de Graciela Cabal -La señora planchita- generó mucho debate sobre el lugar de la mujer en la sociedad, las construcciones de género sociales, cómo se piensa esto desde la literatura para niños, entre otros temas. Fue muy enriquecedora la discusión con los profesores en formación.
    Besos,

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  3. ASOMBROSO, EN MIS 33 AÑOS NUNCA ANALICE EL ROL DE LA MUJER EN LO DIBUJOS ANIMADOS.
    JUAN PABLO NO DEJAS DE SORPRENDERME. TE ADMIRO!
    JULIETA

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  4. Me encanta el texto para trabajarlo con las estudiantes de magisterio e inicial. Una manera de desandar caminos muy recorridos y poco cuestionados en lo referente a problemáticas de género. Buenísimo que Valeria de espacio a estas reflexiones. Muy bueno, Pablo!
    Saludos:>

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  5. Gracias por los comentarios! Teniendo en cuenta la grave situación con los feminicidios en Argentina y en otras partes del mundo, es una buena idea pensar que la literatura nos permite problematizar la cuestión de género desde lo ficcional y la polisemia. Y este trabajo de Juan Pablo nos acerca otra mirada para repensar la cultura infantil.
    Besos,

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  6. Gracias por este grato espacio en el cual me guataría contar que me llena de orgullo ser colega de una de las hijas de Graciela Beatriz Cabal, nuestra querida escritora. Con Julieta trabajamos en la misma institución escolar y pude a ella comentarle, aunque muy emocionada, que el primer librito que le regalé a mi hijita ha sido Tomasito y se lo leía estando ella en la panza. También que en un quinto grado hace unos años trabajé la novela Toby, librito que todos los alumnos llevaban a la escuela y les encantaba leer y comentar. Además de que una tía que vive en la ciudad de Rosario, siempre me hablaba de una novela que le había fascinado, Secretos de Familia, que por fin ya estoy leyendo.
    ¡¡ Gracias Graciela Cabal!!.
    Adriana.

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  7. Gracias, Adriana, por tu relato. Toby es un texto impresionante por cómo llega al corazón de los lectores y por la maestría con la que está escrito. Graciela Cabal, una grande.
    Besos,

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