lunes, 10 de noviembre de 2014

Cortázar en la literatura para niñxs argentina

El viernes 7 de noviembre participé junto con dos estudiantes y una graduada del IES N° 1 del panel "Julio Cortázar y la literatura argentina para niñxs: diálogos, préstamos y reinvenciones” en el marco de las Jornadas "La vuelta a Cortázar en ochenta voces". Hoy publico el trabajo que leí en esa ocasión y en los próximos días estaré publicando los otros trabajos que se leyeron en el panel. 

 Alguien que anda por ahí: Cortázar en la literatura para niñxs argentina
Dra. Valeria Sardi (UNLP /IES N° 1)
  
En Historias de cronopios y de famas (1962) se incluye el microrrelato “Discurso del oso” que Julio Cortázar escribió en 1952 para los hijos de Eduardo Jonquiéres, su amigo poeta y pintor. En ese texto se despliega un universo ficcional donde un oso limpiador de cañerías espía a los humanos y se permite jugar entre caños, al otro lado o del otro lado de la realidad cotidiana de las casas y las familias. A su vez, allí Cortázar pone en escena su representación de la infancia, de los niños y niñas, en tanto espacio del juego, lo irreverente, lo inesperado. Es decir, podríamos pensar que en este texto Cortázar piensa la infancia como “territorio de exploración y desautomatización, como espacio donde dar lugar a la rebeldía y la transgresión” (Sardi, 2014).
En relación con su propia infancia, Cortázar decía que la recordaba poco: “Me acuerdo de una plaza, poca cosa: un farol, un paraíso, unos malvones y ni un banco en que estar y ni una rosa. Pero venían todos los gorriones”. Su infancia recortada en algunas imágenes detenidas, unas fotografías de detalles que suspenden el tiempo, cierta quietud rota por la vitalidad y el juego de los gorriones. Mundo de la infancia en tanto potencial, lo que está por suceder, la conexión de elementos que no corresponden, de “interferencias”, como decía él.  Mundo de la infancia que acaso sin proponérselo está muy presente en su literatura donde el juego funciona como un principio organizador de sus ficciones y la conexión con el humor, los juegos del lenguaje, el disparate, el pasaje a otras realidades y el universo de la ficción como posibilidad son rasgos singulares de su poética. Poética que, a su vez, ha marcado a muchxs escritores y escritoras del campo de la literatura para niñxs argentina como iremos descubriendo en este trabajo y que, podríamos decir, configura cierta tradición cortazariana dentro de la LIJ argentina.
En este sentido, creo que vale la pena detenernos un momento a definir o establecer los límites de la literatura argentina para niñxs y cómo este campo dialoga o establece conexiones con la poética de Cortázar.  Una primera cuestión en relación con la literatura argentina para niñxs es que se trata de un campo en el que se privilegia la perspectiva literaria, es decir, su valor polisémico y de múltiples lecturas para alejarse o, mejor dicho, soslayar toda referencia o intromisión –como diría María Adelia Díaz Rönner (2001)- de la pedagogía, la psicología evolutiva y la moral. Cuando hablamos de literatura argentina para niñxs estamos hablando de una literatura que se configura a partir de una trama de poéticas de autorxs. Con poéticas de autor me refiero al “estudio del arte literario en cuanto creación verbal (…) a partir de un corpus dado de textos para enunciar principios, fines, categorías de dichas obras y los efectos que provoca en su recepción” (Sardi y Blake, 2011:10). En este sentido, las poéticas de la literatura argentina para niñxs pueden referirse a la poética de ficción desde los géneros –fantástico, de aventuras, de viajes, maravilloso, gótico, épico, policial-; a aquellas que recuperan y reinventan la tradición literaria argentina y universal; al lugar del lector en esta literatura donde, por ejemplo, el narrador hace explícita la recepción del texto literario y pone en foco lo metaliterario o bien el lector es interpelado y desafiado por la complejidad de los relatos. Otra posibilidad para pensar la poética es en tanto “conjunto de elecciones de un autor entre todas las posibilidades constructivas del objeto literario” (ibídem: 12) y también podemos pensarla en términos de “reglas que permiten identificar un estilo” (ibídem) o bien, en tanto “ejercicio teórico del escritor en torno al objeto literario” (ibídem:13).
En este sentido, así como Cortázar configura una poética con rasgos particulares –a los que ya hicimos referencia-,  reconocibles no solo en sus textos ficcionales sino también en sus textos teóricos donde reflexiona sobre su propia escritura; lxs autorxs de la LIJ argentina también construyen poéticas con rasgos característicos que, en algunos casos, dialogan abiertamente con la poética cortazariana y se inscriben así en esa tradición literaria. Nos referimos al concepto de tradición literaria en términos de Raymond Williams (1980), en tanto “versión del pasado que se pretende conectar con el presente y ratificar”, “proceso deliberadamente selectivo y conectivo que ofrece una ramificación cultural e histórica de un orden contemporáneo” (Ibídem: 138). De esta manera, cabe destacar que en el caso de la poética de Cortázar podemos reconocer cómo se configura una tradición literaria que permite establecer continuidades y discontinuidades por ejemplo, entre la producción literaria de la LIJ y la obra de Cortázar, entre el presente y el pasado, pero a su vez, como toda tradición, habilita reinterpretaciones, reinvenciones, diálogos y produce conexiones activas como así también deja de lado aquellas que no puede incorporar. De allí que, a partir de ahora, me propongo ir presentando un panorama de la literatura argentina para niñxs en el que podremos ir reconociendo rasgos comunes, reinvenciones, reelaboraciones y diálogos entre los textos de lxs autorxs de la LIJ y Julio Cortázar que dan cuenta de la configuración de una tradición literaria cortazariana.


Empezaremos el recorrido con la poética de Silvia Schujer. Esta autora argentina que inicia su producción literaria a mediados de la década del 80, momento especialmente fructífero para el campo de la literatura infantil argentina que se desarrolla con mucha potencia luego de la reapertura democrática, reconoce entre sus influencias literarias, tal vez de manera inconsciente, la de Julio Cortázar. En una entrevista en la revista digital 7 calderos mágicos cuenta que comenzó a leer con interés en la adolescencia y justo en ese momento su familia se trasladó a México a vivir por cuestiones de trabajo del padre y, cuenta: “Me sentía muy sola y, como de hecho lo estaba, empecé a leer. Era el boom del realismo mágico así que leí a Cortázar –a quien ya había empezado a abordar en Buenos Aires-, a García Márquez, Vargas Llosa.” Recorriendo su poética podemos encontrar rasgos comunes con la de Cortázar, como por ejemplo, la fascinación por la invención de géneros donde el humor y el disparate se dan cita como es el caso del texto Cuentos y chinventos (1986) donde Schujer no solo retoma la invención de personajes con nombres fuertemente connotativos disparatados sino también crea nuevos géneros como los chinventos que tienen algo de chisme y algo de cuento y el humor como elemento constitutivo. Así, en este libro, nos topamos con “Anacleta Mofleta (chinvento)”: “La avenida está repleta. Y con una sola silueta: es la Anacleta Mofleta que anda y anda en bicicleta. Con una sola chancleta.”  O bien en Cuentos cortos, medianos y flacos (1993) nos encontramos con un lenguaje inventado –al estilo del gíglico- pero en este caso se trata del lenguaje para contar la historia del “pajarolero”. O en El tren más largo del mundo (1997) la historia de la familia Gómez narrada de manera humorística usando el recurso de la hipérbole nos recuerda a “Simulacros” de Historias de cronopios y de famas, donde la familia se describe como rara, está conformada por muchos integrantes que hacen todo inspirados en “modelos célebres”.



Si de familias raras hablamos, no podemos dejar de mencionar la que está caracterizada en la novela titulada Fámili (1992) de Ema Wolf, familia numerosa con costumbres raras o disparatadas que hace cosas insólitas o se caracteriza por hábitos descabellados que son narrados humorísticamente a partir de la utilización del recurso de la hipérbole. Así al inicio es presentado por el narrador el tío Pepe Murias:

Mi tío Pepe Murias es un hombre de ideas. Pocas, pero notables. Sus ideas sobresalen entre las de los demás como las cabezas de las personas altas en la multitud. Una de las más robustas es ésta:
                - En toda casa decente –dice- hay siempre un poco de olor a pis de gato.
La idea no es nada complicada, pero le ha causado algunos dolores de cabeza. Especialmente por esa costumbre suya de preguntarle de golpe a cualquiera si en su casa hay suficiente olor a eso que dije. Muchos se enojan o no entienden. (…) (Wolf, 1992:11)



Y en esa descripción, como en toda la historia de Fámili, vamos descubriendo elementos o pequeños homenajes a Cortázar y su “Simulacros” de Historia de cronopios y de famas, como la caracterización de una familia “no muy normal”, la comilona del lechón, etc. O bien la familia que se describe en “Lazos de familia”, relato incluido en Un tal Lucas 1979), donde los integrantes de la familia le envían a Angustias –la tía- postales desde distintas partes del país con mensajes como “Te escupo en el tejido, Josefina” o “Que el gato te seque a meadas los malvones, tu hermanita” y que la tía clava con alfileres en un álbum donde las atesora como reliquias.
Pero no solo en este texto descubrimos las filiaciones cortazarianas en la obra de Ema Wolf, también se vislumbran con mucha fuerza en el volumen de cuentos Libro de los prodigios donde el fantástico transforma los objetos pero también transforma la realidad que viven los personajes en cada uno de los relatos que conforman este libro. Y, siguiendo la tradición cortazariana, Ema Wolf trabaja el género fantástico en este libro a la manera de Cortázar. Como decía este autor en las conversaciones que compartió con Ernesto González Bermejo en el libro Revelaciones de un cronopio, “lo fantástico irrumpe en lo cotidiano, puede ocurrir ahora, en este mediodía de sol en que vos y yo estamos conversando” (González Bermejo, 2013:31). Así se da en el relato “El gato de arena” donde un gato hecho de arena aparece y desaparece, como señala el narrador:

Mientras camina, pierde arena. De una manera tan imperceptible que es como si no ocurriera, pero ocurre. El viento cepilla el contorno del gato. Las partículas que se van desprendiendo del pequeño edificio que es su cuerpo. ¿Cuándo empieza a notarse? Nunca. Eso es lo extraordinario. Sucede, pero nadie nota cuándo empieza a suceder, tampoco en qué momento está sucediendo. De pronto, el que lo mira descubre, entre un parpadeo y otro, que sus formas están más suavizadas, y nada más. (…) (Wolf, 2013:31)

O en el relato “Islas” donde todo depende de cómo se mire la realidad, con mirada poética o con mirada de adulto. La mirada poética o de niño permite descubrir que hay algo fantástico en el agua, que no son meras islas sino:

Antes de entrar vuelve la vista atrás y alcanza a distinguir los caparazones inmesos levantándose en el medio del agua. Se abren paso a través de la superficie rasgándola con dolor. Los pescuezos arrugados como rocas paleolíticas se estiran y obligan a las patas a avanzar pesadamente mar adentro, una vez más, a la caída del sol, como desde el principio de los tiempos. Al amanecer volverán de su monstruoso paseo. (Wolf, 2013:21)

O en el libro Los imposibles (1988) donde Ema Wolf presenta una serie de cuentos donde lo imposible se hace realidad, donde la irrupción de situaciones absurdas o fantásticas invierte la realidad para proponer otra y donde, en la mejor tradición cortazariana y, también, macedoniana, se anima a unas instrucciones disparatadas camufladas dentro de relatos desopilantes como “La cuenta de los cangrejos” o “La oveja 99”. Por ejemplo, en el primer relato leemos:

            Si van a un lugar donde hay muchos cangrejos, hagan así:
                Separen los cangrejos grandes de los cangrejos chicos.
Después tomen los cangrejos chicos y separen los pelirrojos de los que tengan ojos azules y de los que están engripados.
Luego tomen los cangrejos grandes y dividan los altos por los bajitos.
Después tomen los cangrejos de ojos azules y súmenles todos los cangrejos que usen peluca.
Cuenten los que están engripados y réstenles los cangrejos que puedan pararse en punta de pie.
Por fin, multipliquen los cangrejos bajitos por los que sepan tomar la sopa con cuchara.
No se equivoquen, por favor.
El resultado tiene que dar 4. (Wolf, 1988:31-32)

Así en los textos de Ema Wolf, y podríamos seguir largamente recorriendo muchos otros, nos encontramos con Cortázar como una influencia clara en su producción literaria.

El elemento lúdico, es otro rasgo de la poética de Cortázar que podemos reconocer en varios autores y autoras de la LIJ argentina. Por ejemplo, en el caso de la poética de Adela Basch –escritora que inicia su producción literaria en la década del 80 y que después de treinta años de carrera acumula importantes premios entre ellos el Konex a la trayectoria literaria en el ámbito del teatro-, el trabajo con el lenguaje como materialidad cobra una espesura semántica disparatada y humorística en las historias que relata y, sobre todo, en los diálogos –llenos de malentendidos a partir de la ambigüedad del lenguaje- que los personajes establecen en muchos textos de esta autora. Por ejemplo, en la obra de teatro “Para el lado de los tomates” incluido en el libro Borombombón, levantemos el telón (2007) la escena se desarrolla en una verdulería donde hay muchas personas haciendo fila, esperando para ser atendidas. Veamos un fragmento:

            Doña Rosa: Vamos, hombre, apúrese; todos tenemos que comprar.
Don Pepe: Ya va, ya va. (Al verdulero) No, acelga no. Mejor llevo escarola. No, escarola no. Ah, ¿le conté que se casó mi prima Carola? Usted no se imagina lo…
Verdulero: (lo interrumpe secamente) ¿Qué va a llevar?
Don Pepe: Déme una coliflor para hacer con salsa blanca. Ah, no le dije que la vi a su cuñada Blanquita justo cuando salía de…
Don José: ¿Y? ¿Para hoy o para mañana?
Verdulero: (Le da una coliflor) Tome. (Para sí) Y así se las toma. (Basch, 2007:29)


En este caso el diálogo se construye a partir de una escena cotidiana, la compra en la verdulería, y el diálogo que se establece entre el verdulero y su clientela a partir de la irrupción de Don Pepe que tarda en elegir la mercadería y para cada verdura que compra vincula el nombre literal de la verdura con algún personaje que recuerda a partir de una asociación fónica. Además, la escena trabaja con la construcción del efecto cómico a partir de la empatía con el lector que surge de la presentación de una escena de la vida cotidiana representada con humor. Estos diálogos humorísticos se inscriben dentro de la tradición cortazariana de, por ejemplo, el relato “Familias” de Un tal Lucas (1995 [1979]) donde dos señoras “bien” establecen un diálogo de sordos donde cada una habla de lo que tiene ganas y, además, se confunde el sentido literal con el figurado. Veamos un fragmento:

-          A mí lo que me gusta es tocarme los pies- dice la señora de Bracamonte.
                La señora de Cinamomo expresa su escándalo.
Cuando la Ñata era chica le daba por tocarse aquí y más allá. Tratamiento: bofetada va y bofetada viene, la letra con sangre entra.
-Hablando de sangre hay que decir que la nena tenía de dónde heredar –confidencia la señora de Cinamomo-. No es por decir, pero su abuela paterna, de día nada más que vino pero a la noche la empezaba con la vodka y otras porquerías comunistas. ( 1995:87)

En otros casos, Basch trabaja con el malentendido a partir de la confusión entre el sentido literal y figurado de las palabras como, por ejemplo, en “Mucho ruido y poco comido” donde un matrimonio está por comer y se suceden una serie de situaciones disparatadas:

            LUIS: Vení, vamos a poner la mesa. (Se escucha una sirena.)
MARTA: ¡Uy! ¡Una sirena! Vení, Luis, vamos a la ventana a ver qué pasa.
(Abre la ventana.)
LUIS: ¿A la ventana? Siempre creí que las sirenas vivían en el mar.
MARTA: Sí, pero ésta es la sirena de un carro de bomberos. Escuchá.
(Se escucha el sonido de la sirena, muy fuerte.)
LUIS: Me aturde. Cerrá la ventana, por favor. (Marta cierra la ventana.)
Dale, pongamos la mesa que quiero comer. (Suena el timbre.)

Si bien Adela Basch recupera la dimensión lúdica de la poética cortazariana en el trabajo con el lenguaje, le da una vuelta de tuerca a partir de la utilización de diversos recursos humorísticos, fundamentalmente a partir de los juegos del lenguaje, la hipérbole, la técnica de la bola de nieve y la irrupción en lo cotidiano ya no de lo fantástico necesariamente sino de lo disparatado; asimismo, Basch propone en su poética la reescritura de clásicos de la literatura universal como La odisea en ¡Que sea la Odisea! (2003) o Don Quijote en Abran cancha que aquí viene Don Quijote de la Mancha (1991). 

Otro de los autores que se inscribe claramente en la tradición cortazariana es Ricardo Mariño, con una vasta trayectoria literaria que también se inicia en la década del 80. Su universo literario desafía al lector desde la irreverencia respecto de la tradición literaria y de los géneros. Su escritura tensa los límites genéricos y se opone a las clasificaciones convencionales; su literatura es autorreferencial. Es decir, Mariño propone en cada texto una mixtura genérica o una apuesta a la tradición pero desde una mirada subversiva y subvertida. Los rasgos particulares de su poética son el humor, la parodia, lo metaficcional, el uso del lunfardo, la exploración genérica y la representación de un lector activo que es desafiado por cada una de las historias y textos que construye Mariño. Por ejemplo, el relato “La vuelta al mundo de Cinthia Scoch” incluido en el libro Botella al mar (1988) dialoga con el texto de Cortázar La vuelta al día en ochenta mundos (1967) no solamente por la referencia desde el título sino también por el uso de un nombre fuertemente connotativo –recurso muy utilizado por Cortázar- como así también por la referencia ineludible a Julio Verne. “La vuelta al mundo de Cinthia Scoch” es la historia de Cinthia una niña a la que su madre manda a comprar un kilo de azúcar al almacén que, según su madre, estaba hacia el “Este” y el cumplimiento de ese mandado termina en un disparatado viaje alrededor del mundo que lleva a Cinthia a navegar desde el puerto de Buenos Aires a Sudáfrica, desde allí a Australia, de allí a Chile, luego atraviesa la cordillera y viaja por Mendoza, San Luis, Santa Fe y nuevamente arriba a Buenos Aires. Además de estas peripecias, el narrador relata cómo Cinthia va adaptándose al idioma de cada lugar. El relato finaliza con el reto de la madre que le dice a la niña “¡cuánto demoraste!” Además del disparate de una aventura sobredimensionada para comprar azúcar, también el humor está presente en el apellido del personaje y, a su vez, el relato hace un guiño al lector con el juego intertextual con la historia de Caperucita Roja, otro rasgo de la poética de Mariño, la reelaboración de cuentos tradicionales. También, en otros textos de Mariño, se cuela la dimensión política de manera tangencial como, por ejemplo, en el cuento “El héroe” incluido en El héroe y otros cuentos (1995) o bien, en otra alusión cortazariana, el trabajo con los niveles de ficción en el cuento “El hombre sin cabeza” incluido en el libro homónimo.

Si hablamos de niveles de ficción y de construir un relato donde la ficción es protagonista, en la mejor tradición de “Continuidad de los parques”, no podemos dejar de nombrar el libro Benja y las puertas (2011) de la escritora cordobesa Lilia Lardone con ilustraciones de Lucas Nine. En este texto se relata la historia de un niño que va al cine con su tía Cori y que mientras ella va al baño él queda solo y siente la majestuosidad de la sala y el silencio de ese ritual maravilloso que es ir a ver cine al cine. Escapa de ese silencio para buscar a su tía y es “tomado” por las historias de cada una de las películas que se proyectan en cada sala. El texto problematiza el juego engañoso de vivir la película como si fuera la propia vida, sentir lo que sienten los personajes, sufrir, llorar, reír, asustarse con las historias ficcionales que nos cuentan las imágenes cinematográficas, a partir de un trabajo narrativo donde la historia se estructura en dos niveles de ficción que se van entramando en el relato.  

Por último, no querría dejar de mencionar cómo Cortázar también se cuela en los textos del multipremiado autor e ilustrador Pablo Bernasconi y, como reconoce el mismo autor, es uno de los “nutrientes” a partir de los cuales crea e inventa ficciones. Por ejemplo, su libro La verdadera explicación (2012) es una compilación de historias sobre el origen de las cosas desde una perspectiva ficcional, humorística y disparatada que nos recuerda a Historias de Cronopios y de Famas y que, a su vez, podríamos suponer que tiene su origen o está inspirado en el texto “Destino de las explicaciones” incluido en Un tal Lucas:

            En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones.
Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural. (Cortázar, 1995:53).

En el caso de Bernasconi, como si fuera una continuación de este texto, explica cada cosa como si se tratara de explicaciones amontonadas que van saliendo a la luz a medida que vamos leyendo el texto y, cada relato se presenta como si se tratara de una entrada de enciclopedia. Así, por ejemplo, en la entrada “Los mocos” dice:

El hombre de Neanderthal no tenía mocos. Tampoco existían los mocos durante el Renacimiento o la Edad Media. Recién se asomaron al mundo a principios del siglo XVII, con la fabricación de los primeros pupitres de escuela. Esto confirma que existe una relación directa entre el moco y el aprendizaje sentado.
El primer moco de la historia aparece una mañana helada de 1624 durante una clase de geografía, dentro de la nariz de una nena de trencitas que se llamaba Rosa Moqueta (de ahí el nombre). (…) (Bernasconi, 2012:34)

En la mejor tradición cortazariana, Bernasconi la retoma y la reelabora imprimiéndole su propia mirada, su propia huella que da cuenta de una poética donde lo irreverente y desorbitado configuran un universo ficcional donde discurso verbal y discurso icónico dialogan.
Podríamos seguir largamente presentando otros autores y autoras del campo de la literatura para niñxs argentinos que se inscriben en la tradición cortazariana, ya que, como hemos podido ver, su influencia está muy presente aún hasta la actualidad. Tal vez esto se deba a cómo la infancia se constituye en un territorio donde todo es posible, donde solo se trata de atreverse a romper los límites y explorar nuevos espacios para la ficción, tarea que Julio Cortázar llevó a cabo en su poética y que podemos descubrir, como pequeñas puntadas, en toda su obra.

Bibliografía
AA.VV. (1987) Julio Cortázar. Al término del polvo y el sudor, Montevideo, Biblioteca de Marcha.
Basch, A. (2009) Borombombón, levantemos el telón, Buenos Aires, Abran cancha.
_________(2003) ¡Que sea la Odisea!, Buenos Aires, Alfaguara.
________ (1991) Abran cancha que aquí viene Don Quijote de la Mancha, Buenos Aires, Colihue.
Bernasconi, P. (2012) La verdadera explicación, Buenos Aires, Sudamericana.
Cortázar, J. (2014) La vuelta al día en ochenta mundos, Buenos Aires, Siglo XXI. 
_________(1995) Un tal Lucas, Buenos Aires, Sudamericana.
_________ (1994) Historias de Cronopios y de Famas, Buenos Aires, Sudamericana.
Díaz Rönner, M. A. (2001) Cara y cruz de la literatura infantil, Buenos Aires, Lugar Editorial.
González Bermejo, E. (2012) Revelaciones de un cronopio. Conversaciones con Juliio Cortázar, Buenos Aires, El cuenco de plata.
Hoy conversamos con Silvia Schujer. Disponible en http://7calderosmagicos.com.ar/Autores/rsschujer.htm
Lardone, L. (2011) Benja y las puertas, Córdoba-Argentina, Comunicarte.
Mariño, R. (2006) El héroe y otros cuentos, Buenos Aires, Alfaguara. [1995]
____________ (2007) Botella al mar, Buenos Aires, Alfaguara. [1986]
Sardi, V. (2014) “Infancias y literatura” en Actas VI Jornadas de Poéticas de la literatura argentina para niñ@s, FAHCE-UNLP. Disponible en http://jornadasplan.fahce.unlp.edu.ar/actas-publicadas
Sardi, V. y Blake, C. (2011) Poéticas para la infancia, Buenos Aires, Editorial La Bohemia.
Schujer, S. (2011) Cuentos y chinventos, Buenos Aires, Colihue.
_________ (1997) El tren más largo del mundo, Buenos Aires, Alfaguara.
________ (s/f) Cuentos cortos, medianos y flacos, Buenos Aires, Colihue.
Williams, R. (1980) Marxismo y literatura, Barcelona, Península.
Wolf, E. (2013) Libro de los prodigios, Buenos Aires, Norma.
_______ (1992) Fámili, Buenos Aires, Sudamericana.  
_______ (1988) Los imposibles, Buenos Aires, Sudamericana.

¿Qué otras influencias encuentran en la literatura argentina para niñxs de la poética de Julio Cortázar?
Hasta la próxima entrega,
besos









































       













4 comentarios:

  1. Estimada Valeria: lamentablemente no pude concurrir a las jornadas del jueves y viernes. Siempre sigo tu blog atentamente.Tus comentarios sobre lliteratura son enriquecedores. Gracias por publicar este material y ojalá pronto podamos leerte en un nuevo libro. Un abrazo. Miriam.

    ResponderEliminar
  2. Qué bueno es estudiar las poéticas de Schujer, Wolf, Basch, Mariño, Nardone y Bernasconi desde la influencia cortazariana.
    Con respecto a la pregunta sobre qué otras obras de la literatura argentina para niños tienen la influencia de las poéticas de Cortázar, creo que el cuento Pototo 3 veces monstruo de César Bandín Ron y Cristian Turdera responde a la dimensión cortazariana correspondiente a “instrucciones para...”
    De todas maneras, me propongo seguir “fijándome” en este la influencia cortazariana cada vez que lea o relea un texto para chicos. Me resulta esto una interesante tarea.

    ResponderEliminar
  3. Qué buena sugerencia, sí, es cierto! yo en este trabajo por cuestiones de tiempo tomé algunxs autorxs y textos pero creo que la influencia de Cortázar en la LIJ es muy notable.

    ResponderEliminar