jueves, 21 de marzo de 2013

Breves II


¿Quién no conoce la historia de Pinocho, el famoso muñeco de madera? Muchos han conocido Las aventuras de Pinocho en la versión cinematográfica de Disney donde se tergiversa notablemente la novela y se tiñe la historia con matices fuertemente lacrimógenos. 
Durante bastante tiempo, el texto de Collodi fue inhallable en el mercado editorial argentino y solo se conseguían ediciones castizas o adaptaciones recortadas.  

Una noticia para compartir en esta sección es que acaba de salir una edición completa con las ilustraciones originales de Carlo Chiostri  -con traducción y prólogo de Guillermo Piro- en Galerna –había sido editado previamente en el 2002-, que vale la pena conocer.


El prólogo de Guillermo Piro es imperdible por las anécdotas que cuenta en torno a las condiciones de producción de esta novela, la referencia a las diversas ediciones, la apuesta estética del texto, la historia de Collodi, entre otros datos que se van presentando de manera atrapante para el lector. Y, en el cierre del prólogo, Piro apela a la potencia de la fábula, como lo es de algún modo la novela de Collodi, cuando dice “Las fábulas nos cuentan mucho sobre los seres humanos, sobre la sorpresa elemental del hombre ante el mundo, sobre sus temores, sus misterios, sus pérdidas, sus cambios.”
Para aquellxs que quieran volver a esta gran novela, esta es una oportunidad para no perdérsela. 
Besos, 

viernes, 15 de marzo de 2013

Libros sobre libros


Libros que hablan sobre libros, libros que hablan sobre la literatura o libros que hablan sobre la escritura siempre me han interesado. Seguramente muchxs de ustedes recuerdan algún ejemplo en particular de estos libros sobre libros.
En tiempos en que se sigue discutiendo en torno a la aparición de las netbooks en las escuelas argentinas, sobre la revolución digital del libro y se siguen publicando textos en torno a si el libro va a morir o no –el último que leí sobre este tema es una conferencia del historiador de la lectura Roger Chartier titulado ¿La muerte del libro? (LOM, 2010)- el libro álbum ¡Es un libro! de Lane Smith (Océano, 2010) es un alegato a favor del libro impreso y una interesante puesta en escena, con humor, de las relaciones entre la cultura impresa y la cultura digital.



Se trata de un libro álbum en el que los personajes son un mono, un asno y un ratón que dialogan acerca de las particularidades y diferencias respecto de las materialidades y los modos de leer entre la lectura de un libro y la lectura de un texto digital.  El mono lee un libro y el asno lee y escribe en una netbook. El asno trata de entender qué se puede hacer con un libro a partir de sus saberes TIC y el mono trata de ir explicándole cómo se usa/lee un libro. Hasta que el mono le muestra el libro y allí, usando el recurso de la doble página, como lectores nos encontramos ante una página de un libro impreso con ilustraciones, en un efecto zoom como si fuéramos el asno. Y, en la página siguiente, el asno tratando de abreviar el texto en el código digital del chat y el mono volviendo a la lectura de su libro. Hasta que, unas páginas más adelante, el asno toma el libro y, nuevamente con el recurso de la doble página, nos encontramos con el asno leyendo en un sillón y un reloj en la parte superior, escena que se repite a lo largo de la página doble para dar cuenta del paso del tiempo y del estado de un lector cuando se mete en una historia y el tiempo real se suspende. El libro vence, según Lane Smith en este libro álbum, por sobre la cultura digital, ya que el asno se apropia del libro y el mono se va a la biblioteca.

El discurso verbal que da cuenta de las voces de los personajes también atiende a la pertenencia al mundo del libro y al mundo digital ya que la voz del asno está en tipografía azul como si fuera un texto digital, la del mono en letras rojas como si se tratara de la tipografía de un libro y la del ratón –que aparece solo en dos oportunidades como apoyo de la posición del mono- está en una tipografía muy pequeña similar a su tamaño y como si se tratara de la de un libro para primeros lectores.

Tal vez podríamos discutir con la posición de Smith porque los usuarios de la cultura digital aparecen como ignorantes, como asnos. El mono aparece como el que sabe y el que explica y el asno, siguiendo la tradición popular, como el que no entiende nada. Esta dicotomía creo que no es tal sobre todo cuando, cada vez más, los que investigamos sobre las prácticas de lectura de niñxs y jóvenes vemos que hay un claro vaivén entre la cultura digital y la cultura del libro, que estos sujetos leen de maneras diversas y en formatos diversos. Más allá de una posible polémica, ¡Es un libro! es una oportunidad para descubrir un libro álbum sobre el libro como objeto de nuestra cultura y sobre las tensiones entre la lectura y escritura digital con las prácticas de lectura del libro impreso.



Otro libro que habla de libros y de lectores de libros es el ya, acaso clásico, El increíble niño comelibros de Oliver Jeffers (FCE, 2008), donde la lectura aparece como una práctica vinculada con la gula, reproduciendo cierta metáfora de la lectura como alimento que puede ser dañino o beneficioso para el lector. Asimismo, la lectura aparece en una tensión entre una perspectiva enciclopedista y una mirada más ligada al goce.
Dos libros álbum sobre libros que son interesantes para compartir con otrxs –como hizo mi amiga Natalia que me los prestó para reseñarlos en el blog-  y reflexionar en torno al lugar que los libros ocupan en nuestras vidas y en las de los niñxs y jóvenes.
Espero que les haya gustado este post, espero sus comentarios.
Besos.


viernes, 8 de marzo de 2013

Esos ¿cuatro? gatos que andan por ahí





A fines del año 2011 Didi Grau me invitó a la presentación del libro Cuatro gatos negros flacos en coautoría con Christian Montenegro y Laura Varsky, el tándem autor de Peleonas, mentirosas y haraganas, que ya hemos reseñado aquí. Fue una tarde de calor, licuados, sorteos y arte/literatura en un patio de una librería en el barrio de Palermo. 


Christian, Didi y Laura con Itsvan en la presentación 

Una exposición de dibujos de Montenegro habitaba una sala y estos cuatro gatos negros locos, no, flacos, hacían su aparición -por distintas zonas de esa casona antigua convertida en librería para niños- en forma de figuras de acrílico, afiches, llaveros y en el libro desplegado en las paredes.







Pasó el tiempo, una reedición del libro por algunos problemas técnicos, y en diciembre pasado Didi me regaló un ejemplar del libro. Después de un largo tiempo, tenía el libro en mis manos. Hoy quiero compartir un breve recorrido por este libro original, curioso y sorprendente.
Cuatro gatos negros flacos nació a partir de una experiencia nocturna de Didi –unos gatos que andaban por ahí maullando entre los tejados-, la experiencia creativa y de autoedición compartida con Montenegro y Varsky y la financiación de Ideáme.





Se trata de un libro álbum desplegable y reversible donde palabra e ilustración se traman para contar una historia que habilita múltiples lecturas a partir de la correspondencia entre cada palabra y cada ilustración –enmarcadas en viñetas o cuadros cuasi cinematográficos- donde los detalles construyen sentidos y una historia aparentemente pequeña que se agiganta con cada nueva lectura, una y otra vez, decrece, se acrecienta y vuelve a decrecer.

El texto de Didi Grau nos invita a imaginar múltiples combinatorias posibles de palabras, en órdenes inesperados, donde lo poético tiene un lugar preponderante y donde podemos reconocer cierta filiación con la poesía concreta. Asimismo, ese juego fónico y semántico de cuatro gatos negros flacos nos invita –en la interconexión con las ilustraciones- a imprimirle a la lectura ritmos diversos, a desmontar el sentido de cada una de esas palabras y a construir la historia de estos cuatro gatos que dejan de ser cuatro para multiplicarse en un caleidoscopio gatuno impredecible.

Las ilustraciones de Christian Montenegro se inscriben en la estética del cómic a partir de la utilización de colores saturados, uso de la línea cinética para dar movimiento y gestualidad a los gatos, uso de la viñeta y, a su vez, dialoga fuertemente con el lenguaje cinematográfico en la construcción de una trama narrativa a partir del engranaje de las ilustraciones.

La mano de la diseñadora Laura Varsky está presente no solo en la elección del formato sino también en la organización del texto y la ilustración en la página y configura, con mano maestra, un libro álbum conceptual.

Cuatro gatos negros flacos es una invitación al juego, a la mirada detenida de cada una de las ilustraciones, a deconstruir y resemantizar la palabra desde la perspectiva del lector, a descubrir en cada doble página –otro recurso muy utilizado en este libro- que cuatro gatos negros flacos pueden ser una aventura que va más allá de los tejados y la noche, y del género libro álbum hasta ahora conocido por todxs. 
Espero que les gusten estos gatos y se animen a buscarlos por ahí, 
Besos,
Val



viernes, 1 de marzo de 2013

Redescubrir la infancia



Como les contaba la semana pasada, estas vacaciones aproveché para leer algunos libros que tenía esperándome en la biblioteca. Otro de esos hallazgos de verano fue Había otra vez la infancia… de Nora Graziano (La Crujía, 2010).

En este libro la autora –profesora e investigadora de la UNTREF y la UBA- se ocupa de reflexionar sobre la infancia a partir de una selección bien interesante de textos literarios, canciones, imágenes y films que, como ella misma dice, “le provocaron el pensamiento.” Así, a lo largo del libro, nos encontramos con Juanito Laguna –el personaje entrañable del pintor Antonio Berni-, con Pinocho, Alicia, con Peter Pan, con los niños de mi querido Corazón, con Metrópolis la ciudad imaginada por Fritz Lang en 1927, imágenes que la autora toma para, a partir de ahí, teorizar en torno a la infancia, la alteridad, la pobreza, la educación de lxs niñxs, la necesidad de imaginar otra infancia posible como se enuncia desde el título de la publicación.

El libro está organizado en una introducción donde se plantea la propuesta del libro, cuatro capítulos que abordan diversas dimensiones a tener en cuenta cuando se trata de teorizar sobre la infancia y un epílogo a modo de cierre.

En el capítulo 1 indaga en torno a la construcción educativa de la ciudadanía a partir del análisis de la película Metrópolis de Fritz Lang. Allí analiza la figura del infante, el extranjero y el pobre como “presencias que interpelan los confines etarios, territoriales, materiales y simbólicos de la ciudad”; son tres figuras que invitan a repensar la educación, como dice Graziano, como un ámbito público donde es necesario indagar en las prácticas institucionales y las políticas para la infancia.

En el capítulo 2  Pinocho es la figura que se recupera para plantear la necesidad de mirar la infancia como “un terreno de disputa cultural, político, ideológico y económico.” Se analiza el texto de Collodi para luego referir al Pinocho de Gianni Rodari  dando cuenta de los cambios y transformaciones en los dos personajes de acuerdo al contexto de producción. Luego analiza el contexto actual y hace referencia al fenómeno de la judicialización y la mercantilización de la infancia, recuperando diversos aportes teóricos de la filosofía y la pedagogía.

En el capítulo 3 se toma a la figura de Juanito para indagar en la infancia pobre y se la vincula con los aportes de Paulo Freire en torno a la democratización del conocimiento y la apuesta a revertir una mirada del niño pobre desde la carencia y el déficit. A lo largo del capítulo nos encontramos con fragmentos de la canción de Tejada Gómez “Canción para un niño en la calle” que funciona como contrapunto estético de los planteos teóricos que se presentan en el capítulo.

En el capítulo 4 Graziano se propone indagar en “la extranjería del otro” y para ello toma el texto Corazón  y, más adelante, el cuento mensual incluido en la novela de De Amicis, titulado “De los Apeninos a los Andes” y analiza la presencia de niños mártires y la infancia sacrificada. También recupera las voces de niños de barrios en contextos de vulnerabilidad social para dar cuenta de la necesidad de recuperar y reivindicar la palabra diversa, el diálogo intercultural, el encuentro con otros desde la igualdad en la diversidad, podríamos decir con Freire.

En el cierre del libro, apuesta a la propuesta de una infancia como inteligencia y resistencia creativa a partir de las figuras de Alicia de Lewis Carroll y sus transformaciones como procesos de la construcción subjetiva de la infancia; de Oscar el personaje de El tambor de hojalata de Gunter Grass que resiste “la promesa del progreso devenida en genocidio” y de Peter Pan y la creencia en la potencialidad de la imaginación.

Había otra vez la infancia… nos propone un recorrido inusual para pensar la infancia a partir del cruce de distintas estéticas y aportes teóricos y nos invita a descubrir aristas inesperadas en torno a la problematización de la infancia, a partir de la apuesta a la imaginación, a “pensar lo nuevo de nuevo”, a “la multiplicidad de lo simultáneo, a las preguntas abiertas y a la pasión por la búsqueda.”    

Vale la pena redescubrir la infancia a través de la lectura de Había otra vez la infancia…

Espero sus comentarios, besos,
Val