miércoles, 1 de febrero de 2017

Primera entrega: hallazgos de un día cualquiera XVI en El Rastro

25 de diciembre de 2016.

Primer día del viaje. Madrid nos recibió con un día soleado y un poco frío.
Para empezar a descubrir esta ciudad, iniciamos nuestro recorrido por El Rastro, mercado de pulgas que se extiende desde la Plaza del Cascorro por cuadras y cuadras. Cada puesto nos traslada a universos diversos y extraños. Ropa, antigüedades, , comida típica, carteras, bolsos y mochilas de cuero, artesanías indias, cuchillos, artefactos de ferretería, misceláneas, frutas y verduras, libros.



Paso a paso, nos dejamos llevar por las sorpresas que nos depara cada puesto. Una pequeña mesa de luz antigua, una máquina de escribir Underwood, unos jarrones chinos desorbitados, una afiladora gallega, un collar de perlas de origen desconocido, entre otras curiosidades.


Casi al final del recorrido, descubrimos los puestos de libros, nuevos y usados, donde desfilan textos de escritorxs de renombre y otros ignotos, editoriales conocidas y otras más independientes, revistas antiguas y ya fuera de circulación, algunos descatalogados y también bestseller de poca monta. Algunos puestos con ofertas a 1, 2 y 3 euros donde se agolpan posiblxs lectorxs.

En uno de los puestos me sorprende un Miguel Hernández para niños de Ediciones de la Torre con ilustraciones Lorenzo Olaverri, una edición de 1992 cuando se cumplieron 50 años de la muerte del gran poeta español, a solo 2 €.  Lo abro, exploro qué poesías seleccionaron, veo que tiene un estudio preliminar a cargo de Francisco Esteve – profesor de la Universidad Complutense de Madrid-, un dossier de fotografías del poeta y decido comprarlo. Primer libro que compro en Madrid en este primer día de viaje, luego vendrán otros.



La antología incluye clásicos como “Elegía” en homenaje a Ramón Sijé, amigo del poeta –“(…) Tanto dolor se agrupa en mi costado/que por doler me duele hasta el aliento”-; “Nanas de la cebolla” –que reseñamos acá hace un tiempo en la edición con ilustraciones de Matías Acosta-; “El niño yuntero” –“Contar sus años no sabe,/y ya sabe que el sudor/es un corona grave/de sal para el labrador”-; “Menos tu vientre”; coplas, romances y cantares donde el poeta canta al amor, a la tierra, a la vida y, a la muerte.
Un recorrido por la obra poética de este poeta republicano que murió en la cárcel franquista en 1942, poeta del pueblo, poeta cabrero o pastor poeta.

Miguel Hernández para niños, libro que invita a seguir leyendo a este poeta y que da cuenta que cuando se trata de poesía en serio, no importa si está pensada para niñxs o para adultos, solo se trata de leer y dejarse conmover con la palabra dicha.  



2 comentarios:

  1. ¡Cuánta belleza poética en los versos de Miguel Hernández!
    Coincido en sostener que la buena poesía está libre de ser encasillada en rasgos etarios afines a grupos de receptores. Pero, a veces me sucede, que me doy cuenta de que me gustaría contar con más herramientas, desde la crítica literaria, para analizar poesía. Así que, desde ya, muchas gracias a este blog.

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  2. Gracias, Adriana, por tu comentario! sí, pareciera que con la poesía siempre falta más teoría literaria y tal vez se trate de dejarse llevar por la musicalidad, las sugerencias, los sentidos, los juegos del lenguaje, el ritmo...

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