jueves, 20 de noviembre de 2014

Cortázar en la literatura para niñxs: III entrega

Como lo había prometido, en este post va la tercera entrega de las ponencias que presentamos en el Panel Julio Cortázar y la literatura argentina para niñxs: diálogos, préstamos y reinvenciones en las Jornadas del IES N° 1 "La vuelta a Cortázar en 80 voces". Hoy les presento el trabajo escrito por Andrea Testa.


Mujeres desatadas deambulando por el mundo
Andrea Testa
(IES Nº 1 “Dra. Alicia Moreau de Justo)



El escritor escribe un párrafo, deja un espacio y empieza otro párrafo. Entonces te paras a pensar en ese espacio”

JUDITH BUTLER

  El propósito de este trabajo es establecer diálogos intertextuales entre diferentes mujeres de la ficción argentina. Específicamente, el diálogo de cuatro mujeres entre millones de mujeres: Alina Reyes, “La lejana” del universo ficcional de Cortázar (Bestiario, 1990 [1951]) y la esposa suicida de “El río” (Ceremonias, Cortázar,1989
[1956]); ambas atrapadas por la rutina, las convenciones sociales, el tedio, la incomunicación; y dos mujeres de cuentos incluidos en el libro Déjame ser la Negra María y otros cuentos de Adela Basch (2010): “La mujer alada” que logra encontrarse en su deambular por el mundo y “La muñeca desatada” que deja de ser muñeca-objeto, apretando  sus propios botones, pertenecientes al universo de la literatura infantil y juvenil (LIJ).


  La idea es establecer una mirada entre la poética de ambxs autorxs, como así también realizar un análisis  de las obras y sus respectivos contextos de producción.

  Para comenzar, resulta insoslayable retomar las ideas de Judith Butler (1990), quien habla de identidades nómadas frente a aquellas fijas, y plantea además nuevas formas de habitabilidad de los cuerpos, desnaturalizando conceptos como sexo, género y deseo. Instala la noción de que el sexo y el género son construcciones culturales que muchas veces violentan a los sujetos que no participan de las mismas, oprimiendo a los individuos y a sus relaciones respecto del poder.
   En los cuentos de Cortázar, podemos observar a ambas mujeres -Alina Reyes y la esposa de  “El río”- sujetas  a determinada concepción de femineidad que las lleva a una muerte tanto simbólica como concreta. Los únicos juegos que son permitidos para Alina en el relato “Lejana” son los  juegos con las palabras: armar y desarmar anagramas, descubrir palíndromos y escribir un diario íntimo, exclusiva escritura legitimada para la mujer de ese contexto socioeconómico:

Ir allá a convencerme de que la soltería me dañaba (…), tener veintisiete años y sin hombre. (…)Y ya que cerraré este diario, porque una o se casa o escribe un diario, las dos cosas no marchan juntas.(…)(Lo escribo, y basta de diario para bien mío.) En el puente la hallaré y nos miraremos. (…) y será la victoria de la reina sobre esa adherencia maligna, esa usurpación indebida y sorda. Se doblegará si realmente soy yo, se sumará a mi zona iluminada, más bella y cierta; con sólo ir a su lado y apoyarle una mano en el hombro. (Cortázar, 1951: 46-47).


   Ese ir allá, significa ir a Budapest a encontrarse con la otra, con la que ella cree realizará una fusión que la completará, que la rescatará de ese vacío existencial, de esa sensación de carencia y vulnerabilidad. Pero, para llevar a cabo este encuentro necesita casarse con Luis María, dándole poder a este vínculo conyugal para deambular y encontrarse consigo misma. Sin embargo, en Budapest, en el medio de un puente se produce este encuentro que la deja más sola que antes; ya que hay un intercambio solo de cuerpos y la lejana transmigra en su cuerpo, dejándola abandonada y harapienta con la otra realidad:

Le pareció que dulcemente una de las dos lloraba. Debía ser ella porque sintió mojadas las mejillas, y el pómulo mismo doliéndole como si tuviera allí un golpe. También el cuello, y de pronto los hombros, agobiados por fatigas incontables. Al abrir los ojos (tal vez gritaba ya) vio que se habían separado. Ahora sí gritó. De frío, porque la nieve le estaba entrando por los zapatos rotos, porque yéndose camino de la plaza iba Alina Reyes lindísima en su sastre gris, el pelo un poco suelto contra el viento, sin dar vuelta la cara y yéndose”. (Cortázar, 1951: 49)

  Por otro lado, en el cuento “El río” hay un marido acostado en la cama matrimonial que habla con desdén de su esposa:

Y sí, parece que es así, que te has ido diciendo no sé qué cosa, que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo, una de esas frases de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa (…) casi siempre en la oscuridad o con algo de mano o de pie rozando el cuerpo del que apenas escucha, porque hace tanto que apenas te escucho cuando dices cosas así, eso viene del otro lado de mis ojos cerrados, del sueño que otra vez me tira hacia abajo. Entonces está bien, qué me importa si te has ido, si te has ahogado o todavía andas por los muelles mirando el agua. (Cortázar, 1956: 18)

  El relato -que se desarrolla como un monólogo y va entre el sueño y la vigilia- culmina con la yuxtaposición de espacios y tiempos en los que el marido está acostado en el lecho nupcial y, a la vez -por esa maestría cronotópica  de Cortázar- reconoce el cuerpo ahogado de la mujer; de esta mujer que se asfixiaba tanto en el lecho nupcial como en el lecho del río.

  Retomando las ideas de Butler, podemos afirmar que estos personajes de la creación cortazariana de los 50 y 60 no logran realizar un proceso de individuación y apropiación de su propia identidad, entendiendo la identidad no como una realidad unívoca, sino como una construcción vital desde la propia subjetividad. En ambos cuentos, Cortázar desenmascara, a través de estas mujeres, la opresión de ceñirse a una identidad fija y a la construcción que la sociedad hace de sexo, género y deseo, naturalizando estos conceptos y violentando a quien tiene que ceñirse a ellos frente al poder, en estos casos, falocéntrico.


  Por otra parte, los cuentos de Adela Basch fueron publicados en el volumen Déjame ser la negra María  en el 2010 por Ediciones Abran Cancha.  “La mujer alada” es una mujer que tiene un esposo, hijos, sale a trabajar y su aporte material es un pilar para la bonanza familiar. Es “una mujer como cualquier otra entre millones de mujeres. Pero, aunque esto no la diferencie en nada de las demás, ella se llama a sí misma yo”.
  Esta mujer va a trabajar todos los días, recorriendo las mismas calles, deambulando por un mundo conocido, conforme con la vida que lleva; pero un día, por casualidad o por causalidad, se desvía de ese camino rutinario y siente que un rumor la roza, y a raíz de ese rumor cambia la perspectiva de su mundo, y en lugar de ir camino al trabajo, se encuentra en un desierto y siente “sus dos pies descalzos que murmuran sobre la arena (…)y desde adentro de sí misma el silencio florece (…)y se suceden las noches y los días en una inmensidad que está al mismo tiempo en todas las inmensidades” (Basch, 2010:15). Y luego de experimentar esta sensación de inmensidad, de sus pies sintiendo la arena se le aparecen hombre y mujeres que la rodean llamándola reina y ella se corta un mechón de sus cabellos y los planta en la arena y logra que surjan árboles en el desierto.
  Y esta mujer no se pregunta el porqué de esta situación, la deja fluir y se anima a fluir desde su subjetividad.
  Esta mujer que es proclamada reina y consigue que florezcan árboles de frondosas ramas, logra que el desierto se transforme en bosque y que, a pesar de ser llamada reina, sigue deambulando y en ese nomadismo sigue buscando su identidad hasta que llega a una playa, construye una embarcación y se deja mecer hasta llegar a un palacio flotante donde sobreviven hombres, mujeres y niños que la proclaman emperatriz y le piden que los lleve a tierra firme, entonces “ella se pincha los dedos de las manos y se frota los hombros con el rocío de las gotas de su propia sangre. Y en el fresco jardín de sus espaldas florecen, gemelas, dos alas”. Entonces “(…)emprende vuelo llevando un puñado de náufragos sobre las alas”.(Basch, 2010: 18)”.
  Y esta mujer que fue sombra en el desierto, nave en las aguas; esta mujer que fue reina y emperatriz, con solo desviar unos pasos de su rutina, vuelve a su casa, atraviesa las ventanas conocidas y se anima a decirle a su marido: “Querido, hoy cociná vos porque yo estoy cansada”.
  De esta manera, termina el cuento y así, con cuestiones cotidianas, los textos de Adela Basch, generan una ruptura de cuestiones estigmatizadas, tanto respecto de las construcciones de género y sexo como de búsqueda de identidad y generan una “justicia poética” que subvierte el orden y los cánones establecidos.

  En “Muñecas desatadas” se cuenta la historia de una muñeca que es activada a través de botones: para hablar, para reír, para llorar. Una muñeca objeto que descubre que está al servicio de los demás y se desencanta con este descubrimiento: “Ellos no necesitaban que alguien les apretara un botón para hacer ninguna de las cosas que hacían (…) cantaban, corrían, bailaban, contaban historias, dormían y mil cosas más” (Basch, 2010: 63).
A partir de este deseo de ser otra o de ser ella misma, de poder hacer cosas que hacían los otros; aprende a accionar sus propios botones y a decidir qué y cuándo hacer las cosas, además, de ser invadida por la música, hecho éste que logra humanizarla y de repente tener “un nombre, una madre, un padre y una casa con un árbol de Navidad” y descubrir, además que también tiene otros botones, botones invisibles. “Son distintos, no sé dónde están, no los puedo ver. Pero estoy tratando de vivir sin ellos”.
  Adela Basch en este cuento juega con las palabras, con el doble sentido de la palabra muñeca: la muñeca atada a sus botones y las muñecas atadas a esposas-grilletes que impiden el movimiento. Es una alegoría de la búsqueda de identidad, de identidades, de aprender a tocar los propios botones, no los que impone la sociedad, los de la mujer-muñeca-objeto que logra romper los mecanismos que la atan o la hacen vivir vidas ajenas a sus deseos, la mujer dependiente o niña. Aunque, sin embargo, toma conciencia de que tiene otros botones, no tan tangibles y aunque son invisibles y debe aprender a reconocerlos, logra mudar de la  identidad impuesta a una deseada por ella.

  Habiendo trazado un segmentado itinerario entre las mujeres de los cuentos seleccionados, podríamos relacionarlas por cuestiones que las asemejan y, también, que las diferencian. El punto de coincidencia entre estas cuatro  mujeres es que son conscientes de sus búsquedas, de su “malestar en la cultura”, de sus opresiones; pero en el caso de los cuentos de Cortázar, en su búsqueda de sí mismas pierden sus cuerpos y sus vidas. En cambio, en los textos de Adela Basch y, tal vez, por el contexto de producción de estos cuentos, las mujeres -conscientes de sus necesidades- se entregan a la búsqueda, y la conciencia de sus propias ambigüedades es lo que les da fortaleza desde la habitabilidad de sus propios cuerpos y deseos.

  Establecidas estas conexiones respecto de estas cuatro mujeres entre millones de mujeres, quedaría reflexionar respecto de la cuestión de la literatura infantil, recordando que a partir de los años ’70 y teniendo como precursora a María Elena Walsh, los escritores privilegian una democratización del lenguaje, en que las historias aparecen enmarcadas en contextos reales, familiares y contemporáneos, como en el caso de “esta mujer alada” que no quiere lavar los platos o va caminando a trabajar. Estas contextualizaciones llevan implícito un concepto de infancia en el que se acorta la brecha asimétrica entre el escritor y el lector, ya que los problemas de los adultos, los conflictos sociales, los nuevos modos de integración de las familias  son planteados en los textos de la literatura infantil y juvenil.  De allí que tanto la mujer alada como la muñeca desatada planteen cuestiones reconocidas y vividas por la mayoría de los lectores, de esa ruptura del canon clásico de la visión de niño.
  

  Para concluir, querría tomar dos frases que tienen algo en común respecto de la infancia y la literatura. La primera frase, que es de María Elena Walsh, podría ser tomada como un manifiesto: “La función primordial de la literatura para niños es proporcionar placer, ser en definitiva una modesta forma de felicidad”.(Walsh, 1993)  Y para dialogar con esta, es casi una obligación, retomar la oración final del capítulo 104 de Rayuela, en la que Cortázar sostiene: Y porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrecita y la punta de un zapato”.

  Como idea final de este trabajo, me gustaría hacer una fusión entre ambas frases y sostener que la nueva literatura infantil y juvenil es una modesta forma de felicidad y piedrecita que nos permite llegar al Cielo.


Andrea Testa - Noviembre 2014




BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA


-          Arpes, Marcela y Ricaud, Nora. (2008): Literatura infantil argentina. Infancia, política y mercado en la constitución de un género, Buenos Aires, editorial Stella-La Crujía, Cap. 1.
-          Basch, Adela. (2010): Déjame ser la negra María y otros cuentos, Buenos Aires, ediciones Abran Cancha.
-          Butler, Judith. (1990): El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad, España, Paidós.
-          Carli, Sandra. (2006) “Notas para pensar la infancia en la Argentina. (1983-2001). Figuras de la historia reciente” en La cuestión de la infancia, Buenos Aires, Paidós.
-          Cortázar, Julio. (1990 [1951]): Bestiario. Buenos Aires, Sudamericana-Planeta.
-          ___________________(1989[1956]): Ceremonias. Buenos Aires, Seix Barral.
-          Díaz Rönner, María Adelia. “La literatura infantil: territorio de sub-versiones” en La aldea de los niños, Córdoba, Comunicarte, 2011.
-          Walsh; María Elena (1993), conferencia “La poesía en la primera infancia”, dictada en el evento Organización Mundial de Enseñanza Preescolar, recogida en Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes, Sudamericana, Buenos Aires.



3 comentarios:

  1. Muy buen informe!!! Gracias por compartirlo con tus lectores!!
    Miriam.

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  2. La lectura de este texto me llevó a leer y releer el cuento Lejana (Cortázar, Bestiario, 2003). Tomé éste porque es el que tenía más a mano pero ya agendé los otros tres (La mujer alada y La muñeca desatada de A. Basch y El río de Cortázar).
    En cuanto a Lejana, especificamente me resultó atrayente el “diario” como instrumento de desahogo de Alina que se asemeja a aquello que plantea el texto de Andrea Testa en relación a cómo se plantea el constructo del ideal de la mujer asociado a ciertos cánones y por sobre todo cómo lo va resolviendo cada una de las protagonistas. La mujer objeto, la mujer suicida, todas ellas con un quiebre enfrentando a su verdadero deseo que las impulsa al cambio. Y así como lo proponen Cortázar y Basch contribuyen desde el lugar de “pilares fundamentales” a la idea de construcción de la nueva LIJ como espacio que se abre a otras alternativas posibles en el campo literario y especialmente, parafraseando las ideas de Andrea Testa tomadas de Cortázar y de María Elena Walsh: “alcanzar la felicidad” – concepto para nada menor y “la piedrecita que nos permite llegar al cielo”.
    Me quedo pensando en esto...
    ¡Gracias!

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  3. Qué bueno que el blog invite a leer y releer a Cortazar. Gracias Adriana por tu comentario

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