Mujeres desatadas
deambulando por el mundo
Andrea Testa
(IES Nº 1 “Dra. Alicia Moreau de Justo)
El
escritor escribe un párrafo, deja un espacio y empieza otro párrafo. Entonces
te paras a pensar en ese espacio”
JUDITH
BUTLER
El propósito de este trabajo es establecer
diálogos intertextuales entre diferentes mujeres de la ficción argentina. Específicamente,
el diálogo de cuatro mujeres entre millones de mujeres: Alina Reyes, “La
lejana” del universo ficcional de Cortázar (Bestiario,
1990 [1951]) y la esposa suicida
de “El río” (Ceremonias, Cortázar,1989
[1956]);
ambas atrapadas por la rutina, las convenciones sociales, el tedio, la
incomunicación; y dos mujeres de cuentos incluidos en el libro Déjame ser la Negra María y otros cuentos de
Adela Basch (2010): “La mujer alada” que logra encontrarse en su deambular por
el mundo y “La muñeca desatada” que deja de ser muñeca-objeto, apretando sus propios botones, pertenecientes al
universo de la literatura infantil y juvenil (LIJ).
La idea es establecer una mirada
entre la poética de ambxs autorxs, como así también realizar un análisis de las obras y sus respectivos contextos de
producción.
Para comenzar, resulta
insoslayable retomar las ideas de Judith Butler (1990), quien habla de
identidades nómadas frente a aquellas fijas, y plantea además nuevas formas de
habitabilidad de los cuerpos, desnaturalizando conceptos como sexo, género y
deseo. Instala la noción de que el sexo y el género son construcciones
culturales que muchas veces violentan a los sujetos que no participan de las
mismas, oprimiendo a los individuos y a sus relaciones respecto del poder.
En los cuentos de Cortázar, podemos observar a
ambas mujeres -Alina Reyes y la esposa de
“El río”- sujetas a determinada concepción de femineidad que las
lleva a una muerte tanto simbólica como concreta. Los únicos juegos que son
permitidos para Alina en el relato “Lejana” son los juegos con las palabras: armar y desarmar
anagramas, descubrir palíndromos y escribir un diario íntimo, exclusiva escritura
legitimada para la mujer de ese contexto socioeconómico:
Ir allá a
convencerme de que la soltería me dañaba (…), tener veintisiete años y sin
hombre. (…)Y ya que cerraré este diario, porque una o se casa o escribe un
diario, las dos cosas no marchan juntas.(…)(Lo escribo, y basta de diario para
bien mío.) En el puente la hallaré y nos miraremos. (…) y será la victoria de
la reina sobre esa adherencia maligna, esa usurpación indebida y sorda. Se
doblegará si realmente soy yo, se sumará a mi zona iluminada, más bella y
cierta; con sólo ir a su lado y apoyarle una mano en el hombro. (Cortázar,
1951: 46-47).
Ese ir allá, significa ir a Budapest a
encontrarse con la otra, con la que ella cree realizará una fusión que la
completará, que la rescatará de ese vacío existencial, de esa sensación de
carencia y vulnerabilidad. Pero, para llevar a cabo este encuentro necesita
casarse con Luis María, dándole poder a este vínculo conyugal para deambular y
encontrarse consigo misma. Sin embargo, en Budapest, en el medio de un puente
se produce este encuentro que la deja más sola que antes; ya que hay un
intercambio solo de cuerpos y la lejana transmigra en su cuerpo, dejándola
abandonada y harapienta con la otra realidad:
Le pareció que
dulcemente una de las dos lloraba. Debía ser ella porque sintió mojadas las
mejillas, y el pómulo mismo doliéndole como si tuviera allí un golpe. También
el cuello, y de pronto los hombros, agobiados por fatigas incontables. Al abrir
los ojos (tal vez gritaba ya) vio que se habían separado. Ahora sí gritó. De
frío, porque la nieve le estaba entrando por los zapatos rotos, porque yéndose
camino de la plaza iba Alina Reyes lindísima en su sastre gris, el pelo un poco
suelto contra el viento, sin dar vuelta la cara y yéndose”. (Cortázar, 1951:
49)
Por
otro lado, en el cuento “El río” hay un marido acostado en la cama matrimonial que
habla con desdén de su esposa:
Y sí, parece que es así, que te has
ido diciendo no sé qué cosa, que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo,
una de esas frases de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa (…) casi
siempre en la oscuridad o con algo de mano o de pie rozando el cuerpo del que
apenas escucha, porque hace tanto que apenas te escucho cuando dices cosas así,
eso viene del otro lado de mis ojos cerrados, del sueño que otra vez me tira
hacia abajo. Entonces está bien, qué me importa si te has ido, si te has
ahogado o todavía andas por los muelles mirando el agua. (Cortázar, 1956: 18)
El relato
-que se desarrolla como un monólogo y va entre el sueño y la vigilia- culmina
con la yuxtaposición de espacios y tiempos en los que el marido está acostado
en el lecho nupcial y, a la vez -por esa maestría cronotópica de Cortázar- reconoce el cuerpo ahogado de la
mujer; de esta mujer que se asfixiaba tanto en el lecho nupcial como en el
lecho del río.
Retomando
las ideas de Butler, podemos afirmar que estos personajes de la creación
cortazariana de los 50 y 60 no logran realizar un proceso de individuación y
apropiación de su propia identidad, entendiendo la identidad no como una
realidad unívoca, sino como una construcción vital desde la propia subjetividad.
En ambos cuentos, Cortázar desenmascara, a través de estas mujeres, la opresión
de ceñirse a una identidad fija y a la construcción que la sociedad hace de
sexo, género y deseo, naturalizando estos conceptos y violentando a quien tiene
que ceñirse a ellos frente al poder, en estos casos, falocéntrico.
Por
otra parte, los cuentos de Adela Basch fueron publicados en el volumen Déjame ser la negra María en el 2010 por Ediciones Abran
Cancha. “La mujer alada” es una mujer
que tiene un esposo, hijos, sale a trabajar y su aporte material es un pilar
para la bonanza familiar. Es “una mujer como cualquier otra entre millones de
mujeres. Pero, aunque esto no la diferencie en nada de las demás, ella se llama
a sí misma yo”.
Esta
mujer va a trabajar todos los días, recorriendo las mismas calles, deambulando
por un mundo conocido, conforme con la vida que lleva; pero un día, por
casualidad o por causalidad, se desvía de ese camino rutinario y siente que un
rumor la roza, y a raíz de ese rumor cambia la perspectiva de su mundo, y en
lugar de ir camino al trabajo, se encuentra en un desierto y siente “sus dos
pies descalzos que murmuran sobre la arena (…)y desde adentro de sí misma el
silencio florece (…)y se suceden las noches y los días en una inmensidad que
está al mismo tiempo en todas las inmensidades” (Basch, 2010:15). Y luego de
experimentar esta sensación de inmensidad, de sus pies sintiendo la arena se le
aparecen hombre y mujeres que la rodean llamándola reina y ella se corta un
mechón de sus cabellos y los planta en la arena y logra que surjan árboles en
el desierto.
Y esta mujer no se pregunta el porqué de esta situación, la deja fluir y se anima a fluir desde su subjetividad.
Y esta mujer no se pregunta el porqué de esta situación, la deja fluir y se anima a fluir desde su subjetividad.
Esta mujer que es proclamada reina y consigue
que florezcan árboles de frondosas ramas, logra que el desierto se transforme
en bosque y que, a pesar de ser llamada reina, sigue deambulando y en ese
nomadismo sigue buscando su identidad hasta que llega a una playa, construye
una embarcación y se deja mecer hasta llegar a un palacio flotante donde
sobreviven hombres, mujeres y niños que la proclaman emperatriz y le piden que
los lleve a tierra firme, entonces “ella se pincha los dedos de las manos y se
frota los hombros con el rocío de las gotas de su propia sangre. Y en el fresco
jardín de sus espaldas florecen, gemelas, dos alas”. Entonces “(…)emprende
vuelo llevando un puñado de
náufragos
sobre las alas”.(Basch, 2010: 18)”.
Y esta mujer que fue sombra en el desierto,
nave en las aguas; esta mujer que fue reina y emperatriz, con solo desviar unos
pasos de su rutina, vuelve a su casa, atraviesa las ventanas conocidas y se
anima a decirle a su marido: “Querido, hoy cociná vos porque yo estoy cansada”.
De esta manera, termina el cuento y así, con
cuestiones cotidianas, los textos de Adela Basch, generan una ruptura de cuestiones
estigmatizadas, tanto respecto de las construcciones de género y sexo como de
búsqueda de identidad y generan una “justicia poética” que subvierte el orden y
los cánones establecidos.
En “Muñecas desatadas” se cuenta la historia
de una muñeca que es activada a través de botones: para hablar, para reír, para
llorar. Una muñeca objeto que descubre que está al servicio de los demás y se
desencanta con este descubrimiento: “Ellos no necesitaban que alguien
les apretara un botón para hacer ninguna de las cosas que hacían (…) cantaban,
corrían, bailaban, contaban historias, dormían y mil cosas más” (Basch, 2010:
63).
A partir de este deseo de
ser otra o de ser ella misma, de poder hacer cosas que hacían los otros; aprende
a accionar sus propios botones y a decidir qué y cuándo hacer las cosas,
además, de ser invadida por la música, hecho éste que logra humanizarla y de
repente tener “un nombre, una madre, un padre y una casa con un
árbol de Navidad” y descubrir, además que también tiene otros botones, botones
invisibles. “Son distintos, no sé dónde están, no los puedo ver. Pero estoy
tratando de vivir sin ellos”.
Adela
Basch en este cuento juega con las palabras, con el doble sentido de la palabra
muñeca: la muñeca atada a sus botones y las muñecas atadas a esposas-grilletes
que impiden el movimiento. Es una alegoría de la búsqueda de identidad, de
identidades, de aprender a tocar los propios botones, no los que impone la
sociedad, los de la mujer-muñeca-objeto que logra romper los mecanismos que la
atan o la hacen vivir vidas ajenas a sus deseos, la mujer dependiente o niña.
Aunque, sin embargo, toma conciencia de que tiene otros botones, no tan
tangibles y aunque son invisibles y debe aprender a reconocerlos, logra mudar
de la identidad impuesta a una deseada
por ella.
Habiendo
trazado un segmentado itinerario entre las mujeres de los cuentos
seleccionados, podríamos relacionarlas por cuestiones que las asemejan y,
también, que las diferencian. El punto de coincidencia entre estas cuatro mujeres es que son conscientes de sus
búsquedas, de su “malestar en la cultura”, de sus opresiones; pero en el caso
de los cuentos de Cortázar, en su búsqueda de sí mismas pierden sus cuerpos y
sus vidas. En cambio, en los textos de Adela Basch y, tal vez, por el contexto
de producción de estos cuentos, las mujeres -conscientes de sus necesidades- se
entregan a la búsqueda, y la conciencia de sus propias ambigüedades es lo que
les da fortaleza desde la habitabilidad de sus propios cuerpos y deseos.
Establecidas estas conexiones respecto de
estas cuatro mujeres entre millones de mujeres, quedaría reflexionar respecto
de la cuestión de la literatura infantil, recordando que a partir de los años
’70 y teniendo como precursora a María Elena Walsh, los escritores privilegian una
democratización del lenguaje, en que las historias aparecen enmarcadas en
contextos reales, familiares y contemporáneos, como en el caso de “esta mujer
alada” que no quiere lavar los platos o va caminando a trabajar. Estas contextualizaciones
llevan implícito un concepto de infancia en el que se acorta la brecha asimétrica
entre el escritor y el lector, ya que los problemas de los adultos, los
conflictos sociales, los nuevos modos de integración de las familias son planteados en los textos de la literatura
infantil y juvenil. De allí que tanto la
mujer alada como la muñeca desatada planteen cuestiones reconocidas y vividas
por la mayoría de los lectores, de esa ruptura del canon clásico de la visión
de niño.
Para concluir, querría tomar dos frases que
tienen algo en común respecto de la infancia y la literatura. La primera frase,
que es de María Elena Walsh, podría ser tomada como un manifiesto: “La función
primordial de la literatura para niños es proporcionar placer, ser en
definitiva una modesta forma de felicidad”.(Walsh, 1993) Y para dialogar con esta, es casi una
obligación, retomar la oración final del capítulo 104 de Rayuela, en la que
Cortázar sostiene: “Y
porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se
necesitan, como ingredientes, una piedrecita y la punta de un zapato”.
Como idea final de este trabajo, me gustaría
hacer una fusión entre ambas frases y sostener que la nueva literatura infantil y
juvenil es una modesta forma de felicidad y piedrecita que nos permite llegar
al Cielo.
Andrea
Testa - Noviembre 2014
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
-
Arpes, Marcela y Ricaud,
Nora. (2008): Literatura infantil
argentina. Infancia, política y mercado en la constitución de un género, Buenos
Aires, editorial Stella-La Crujía, Cap. 1.
-
Basch,
Adela. (2010): Déjame ser la negra María
y otros cuentos, Buenos Aires, ediciones Abran Cancha.
-
Butler,
Judith. (1990): El género en disputa: El feminismo y la subversión de la
identidad, España, Paidós.
-
Carli, Sandra. (2006) “Notas para pensar la
infancia en la Argentina.
(1983-2001). Figuras de la historia reciente” en La cuestión de la infancia, Buenos Aires, Paidós.
-
Cortázar, Julio. (1990 [1951]): Bestiario. Buenos Aires,
Sudamericana-Planeta.
-
___________________(1989[1956]): Ceremonias. Buenos Aires, Seix
Barral.
-
Díaz Rönner, María Adelia. “La literatura
infantil: territorio de sub-versiones” en La
aldea de los niños, Córdoba, Comunicarte, 2011.
-
Walsh;
María Elena (1993), conferencia “La poesía en la primera infancia”, dictada en
el evento Organización Mundial de Enseñanza Preescolar, recogida en Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes, Sudamericana,
Buenos Aires.
Muy buen informe!!! Gracias por compartirlo con tus lectores!!
ResponderEliminarMiriam.
La lectura de este texto me llevó a leer y releer el cuento Lejana (Cortázar, Bestiario, 2003). Tomé éste porque es el que tenía más a mano pero ya agendé los otros tres (La mujer alada y La muñeca desatada de A. Basch y El río de Cortázar).
ResponderEliminarEn cuanto a Lejana, especificamente me resultó atrayente el “diario” como instrumento de desahogo de Alina que se asemeja a aquello que plantea el texto de Andrea Testa en relación a cómo se plantea el constructo del ideal de la mujer asociado a ciertos cánones y por sobre todo cómo lo va resolviendo cada una de las protagonistas. La mujer objeto, la mujer suicida, todas ellas con un quiebre enfrentando a su verdadero deseo que las impulsa al cambio. Y así como lo proponen Cortázar y Basch contribuyen desde el lugar de “pilares fundamentales” a la idea de construcción de la nueva LIJ como espacio que se abre a otras alternativas posibles en el campo literario y especialmente, parafraseando las ideas de Andrea Testa tomadas de Cortázar y de María Elena Walsh: “alcanzar la felicidad” – concepto para nada menor y “la piedrecita que nos permite llegar al cielo”.
Me quedo pensando en esto...
¡Gracias!
Qué bueno que el blog invite a leer y releer a Cortazar. Gracias Adriana por tu comentario
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