Alguien que anda por ahí: Cortázar en la literatura
para niñxs argentina
Dra. Valeria Sardi
(UNLP /IES N° 1)
En Historias de cronopios y de famas (1962) se incluye el microrrelato “Discurso del
oso” que Julio Cortázar escribió en 1952 para los hijos de Eduardo Jonquiéres,
su amigo poeta y pintor. En ese texto se despliega un universo ficcional donde
un oso limpiador de cañerías espía a los humanos y se permite jugar entre caños,
al otro lado o del otro lado de la realidad cotidiana de las casas y las
familias. A su vez, allí Cortázar pone en escena su representación de la
infancia, de los niños y niñas, en tanto espacio del juego, lo irreverente, lo
inesperado. Es decir, podríamos pensar que en este texto Cortázar piensa la infancia
como
“territorio de exploración y desautomatización, como espacio donde dar lugar a
la rebeldía y la transgresión” (Sardi, 2014).
En relación con su propia infancia, Cortázar decía que la
recordaba poco: “Me acuerdo de una plaza, poca cosa: un farol, un paraíso, unos
malvones y ni un banco en que estar y ni una rosa. Pero venían todos los
gorriones”. Su infancia recortada en algunas imágenes detenidas, unas
fotografías de detalles que suspenden el tiempo, cierta quietud rota por la
vitalidad y el juego de los gorriones. Mundo de la infancia en tanto potencial,
lo que está por suceder, la conexión de elementos que no corresponden, de
“interferencias”, como decía él. Mundo
de la infancia que acaso sin proponérselo está muy presente en su literatura
donde el juego funciona como un principio organizador de sus ficciones y la
conexión con el humor, los juegos del lenguaje, el disparate, el pasaje a otras
realidades y el universo de la ficción como posibilidad son rasgos singulares
de su poética. Poética que, a su vez, ha marcado a muchxs escritores y
escritoras del campo de la literatura para niñxs argentina como iremos
descubriendo en este trabajo y que, podríamos decir, configura cierta tradición
cortazariana dentro de la LIJ argentina.
En este sentido, creo que vale la pena detenernos un momento
a definir o establecer los límites de la literatura argentina para niñxs y cómo
este campo dialoga o establece conexiones con la poética de Cortázar. Una primera cuestión en relación con la
literatura argentina para niñxs es que se trata de un campo en el que se
privilegia la perspectiva literaria, es decir, su valor polisémico y de
múltiples lecturas para alejarse o, mejor dicho, soslayar toda referencia o
intromisión –como diría María Adelia Díaz Rönner (2001)- de la pedagogía, la
psicología evolutiva y la moral. Cuando hablamos de literatura argentina para
niñxs estamos hablando de una literatura que se configura a partir de una trama
de poéticas de autorxs. Con poéticas de autor me refiero al “estudio del arte
literario en cuanto creación verbal (…) a partir de un corpus dado de textos
para enunciar principios, fines, categorías de dichas obras y los efectos que
provoca en su recepción” (Sardi y Blake, 2011:10). En este sentido, las
poéticas de la literatura argentina para niñxs pueden referirse a la poética de
ficción desde los géneros –fantástico, de aventuras, de viajes, maravilloso,
gótico, épico, policial-; a aquellas que recuperan y reinventan la tradición literaria
argentina y universal; al lugar del lector en esta literatura donde, por
ejemplo, el narrador hace explícita la recepción del texto literario y pone en
foco lo metaliterario o bien el lector es interpelado y desafiado por la
complejidad de los relatos. Otra posibilidad para pensar la poética es en tanto
“conjunto de elecciones de un autor entre todas las posibilidades constructivas
del objeto literario” (ibídem: 12) y también podemos pensarla en términos de
“reglas que permiten identificar un estilo” (ibídem) o bien, en tanto “ejercicio
teórico del escritor en torno al objeto literario” (ibídem:13).
En este sentido, así como Cortázar configura una poética con
rasgos particulares –a los que ya hicimos referencia-, reconocibles no solo en sus textos ficcionales
sino también en sus textos teóricos donde reflexiona sobre su propia escritura;
lxs autorxs de la LIJ argentina también construyen poéticas con rasgos
característicos que, en algunos casos, dialogan abiertamente con la poética
cortazariana y se inscriben así en esa tradición literaria. Nos referimos al
concepto de tradición literaria en términos de Raymond Williams (1980), en
tanto “versión del pasado que se pretende conectar con el presente y
ratificar”, “proceso deliberadamente selectivo y conectivo que ofrece una
ramificación cultural e histórica de un orden contemporáneo” (Ibídem: 138). De
esta manera, cabe destacar que en el caso de la poética de Cortázar podemos
reconocer cómo se configura una tradición literaria que permite establecer continuidades
y discontinuidades por ejemplo, entre la producción literaria de la LIJ y la
obra de Cortázar, entre el presente y el pasado, pero a su vez, como toda
tradición, habilita reinterpretaciones, reinvenciones, diálogos y produce
conexiones activas como así también deja de lado aquellas que no puede
incorporar. De allí que, a partir de ahora, me propongo ir presentando un
panorama de la literatura argentina para niñxs en el que podremos ir reconociendo
rasgos comunes, reinvenciones, reelaboraciones y diálogos entre los textos de
lxs autorxs de la LIJ y Julio Cortázar que dan cuenta de la configuración de
una tradición literaria cortazariana.
Empezaremos el recorrido con la poética de Silvia Schujer.
Esta autora argentina que inicia su producción literaria a mediados de la
década del 80, momento especialmente fructífero para el campo de la literatura
infantil argentina que se desarrolla con mucha potencia luego de la reapertura
democrática, reconoce entre sus influencias literarias, tal vez de manera
inconsciente, la de Julio Cortázar. En una entrevista en la revista digital 7 calderos mágicos cuenta que comenzó a
leer con interés en la adolescencia y justo en ese momento su familia se
trasladó a México a vivir por cuestiones de trabajo del padre y, cuenta: “Me
sentía muy sola y, como de hecho lo estaba, empecé a leer. Era el boom del
realismo mágico así que leí a Cortázar –a quien ya había empezado a abordar en
Buenos Aires-, a García Márquez, Vargas Llosa.” Recorriendo su poética podemos
encontrar rasgos comunes con la de Cortázar, como por ejemplo, la fascinación
por la invención de géneros donde el humor y el disparate se dan cita como es
el caso del texto Cuentos y chinventos (1986) donde Schujer no solo retoma la
invención de personajes con nombres fuertemente connotativos disparatados sino
también crea nuevos géneros como los chinventos que tienen algo de chisme y
algo de cuento y el humor como elemento constitutivo. Así, en este libro, nos
topamos con “Anacleta Mofleta (chinvento)”: “La avenida está repleta. Y con una
sola silueta: es la Anacleta Mofleta que anda y anda en bicicleta. Con una sola
chancleta.” O bien en Cuentos cortos, medianos y flacos (1993)
nos encontramos con un lenguaje inventado –al estilo del gíglico- pero en este
caso se trata del lenguaje para contar la historia del “pajarolero”. O en El tren más largo del mundo (1997) la
historia de la familia Gómez narrada de manera humorística usando el recurso de
la hipérbole nos recuerda a “Simulacros” de Historias
de cronopios y de famas, donde la familia se describe como rara, está
conformada por muchos integrantes que hacen todo inspirados en “modelos
célebres”.
Si de familias raras hablamos, no podemos dejar de mencionar
la que está caracterizada en la novela titulada Fámili (1992) de Ema Wolf,
familia numerosa con costumbres raras o disparatadas que hace cosas insólitas o
se caracteriza por hábitos descabellados que son narrados humorísticamente a
partir de la utilización del recurso de la hipérbole. Así al inicio es
presentado por el narrador el tío Pepe Murias:
Mi tío Pepe Murias es un hombre de ideas. Pocas, pero notables.
Sus ideas sobresalen entre las de los demás como las cabezas de las personas
altas en la multitud. Una de las más robustas es ésta:
-
En toda casa decente –dice- hay siempre un poco de olor a pis de gato.
La idea no es nada complicada, pero le ha causado algunos
dolores de cabeza. Especialmente por esa costumbre suya de preguntarle de golpe
a cualquiera si en su casa hay suficiente olor a eso que dije. Muchos se enojan
o no entienden. (…) (Wolf, 1992:11)
Y en esa descripción, como en toda la historia de Fámili, vamos descubriendo elementos o
pequeños homenajes a Cortázar y su “Simulacros” de Historia de cronopios y de famas, como la caracterización de una
familia “no muy normal”, la comilona del lechón, etc. O bien la familia que se
describe en “Lazos de familia”, relato incluido en Un tal Lucas 1979), donde
los integrantes de la familia le envían a Angustias –la tía- postales desde
distintas partes del país con mensajes como “Te escupo en el tejido, Josefina”
o “Que el gato te seque a meadas los malvones, tu hermanita” y que la tía clava
con alfileres en un álbum donde las atesora como reliquias.
Pero no solo en este texto descubrimos las filiaciones
cortazarianas en la obra de Ema Wolf, también se vislumbran con mucha fuerza en
el volumen de cuentos Libro de los
prodigios donde el fantástico transforma los objetos pero también
transforma la realidad que viven los personajes en cada uno de los relatos que
conforman este libro. Y, siguiendo la tradición cortazariana, Ema Wolf trabaja
el género fantástico en este libro a la manera de Cortázar. Como decía este
autor en las conversaciones que compartió con Ernesto González Bermejo en el
libro Revelaciones de un cronopio,
“lo fantástico irrumpe en lo cotidiano, puede ocurrir ahora, en este mediodía
de sol en que vos y yo estamos conversando” (González Bermejo, 2013:31). Así se
da en el relato “El gato de arena” donde un gato hecho de arena aparece y
desaparece, como señala el narrador:
Mientras camina, pierde arena.
De una manera tan imperceptible que es como si no ocurriera, pero ocurre. El
viento cepilla el contorno del gato. Las partículas que se van desprendiendo
del pequeño edificio que es su cuerpo. ¿Cuándo empieza a notarse? Nunca. Eso es
lo extraordinario. Sucede, pero nadie nota cuándo empieza a suceder, tampoco en
qué momento está sucediendo. De pronto, el que lo mira descubre, entre un
parpadeo y otro, que sus formas están más suavizadas, y nada más. (…) (Wolf,
2013:31)
O
en el relato “Islas” donde todo depende de cómo se mire la realidad, con mirada
poética o con mirada de adulto. La mirada poética o de niño permite descubrir
que hay algo fantástico en el agua, que no son meras islas sino:
Antes de entrar vuelve la vista atrás y alcanza a distinguir
los caparazones inmesos levantándose en el medio del agua. Se abren paso a
través de la superficie rasgándola con dolor. Los pescuezos arrugados como
rocas paleolíticas se estiran y obligan a las patas a avanzar pesadamente mar
adentro, una vez más, a la caída del sol, como desde el principio de los
tiempos. Al amanecer volverán de su monstruoso paseo. (Wolf, 2013:21)
O en el libro Los
imposibles (1988) donde Ema Wolf presenta una serie de cuentos donde lo
imposible se hace realidad, donde la irrupción de situaciones absurdas o
fantásticas invierte la realidad para proponer otra y donde, en la mejor
tradición cortazariana y, también, macedoniana, se anima a unas instrucciones
disparatadas camufladas dentro de relatos desopilantes como “La cuenta de los
cangrejos” o “La oveja 99”. Por ejemplo, en el primer relato leemos:
Si
van a un lugar donde hay muchos cangrejos, hagan así:
Separen los cangrejos grandes de
los cangrejos chicos.
Después tomen los cangrejos chicos y separen los pelirrojos
de los que tengan ojos azules y de los que están engripados.
Luego
tomen los cangrejos grandes y dividan los altos por los bajitos.
Después tomen los cangrejos de ojos azules y súmenles todos
los cangrejos que usen peluca.
Cuenten los que están engripados y réstenles los cangrejos
que puedan pararse en punta de pie.
Por
fin, multipliquen los cangrejos bajitos por los que sepan tomar la sopa con
cuchara.
No
se equivoquen, por favor.
El
resultado tiene que dar 4. (Wolf, 1988:31-32)
Así en los textos de Ema Wolf, y podríamos seguir largamente
recorriendo muchos otros, nos encontramos con Cortázar como una influencia
clara en su producción literaria.
El elemento lúdico, es otro rasgo de la poética de Cortázar
que podemos reconocer en varios autores y autoras de la LIJ argentina. Por
ejemplo, en el caso de la poética de Adela Basch –escritora que inicia su
producción literaria en la década del 80 y que después de treinta años de
carrera acumula importantes premios entre ellos el Konex a la trayectoria literaria
en el ámbito del teatro-, el trabajo con el lenguaje como materialidad cobra
una espesura semántica disparatada y humorística en las historias que relata y,
sobre todo, en los diálogos –llenos de malentendidos a partir de la ambigüedad
del lenguaje- que los personajes establecen en muchos textos de esta autora.
Por ejemplo, en la obra de teatro “Para el lado de los tomates” incluido en el
libro Borombombón, levantemos el telón
(2007) la escena se desarrolla en una verdulería donde hay muchas personas
haciendo fila, esperando para ser atendidas. Veamos un fragmento:
Doña
Rosa: Vamos, hombre, apúrese; todos tenemos que comprar.
Don Pepe: Ya va, ya va. (Al verdulero) No, acelga no. Mejor
llevo escarola. No, escarola no. Ah, ¿le conté que se casó mi prima Carola?
Usted no se imagina lo…
Verdulero:
(lo interrumpe secamente) ¿Qué va a
llevar?
Don Pepe: Déme una coliflor para hacer con salsa blanca. Ah,
no le dije que la vi a su cuñada Blanquita justo cuando salía de…
Don
José: ¿Y? ¿Para hoy o para mañana?
Verdulero:
(Le da una coliflor) Tome. (Para sí) Y así se las toma. (Basch,
2007:29)
En este caso el diálogo se construye a partir de una escena
cotidiana, la compra en la verdulería, y el diálogo que se establece entre el
verdulero y su clientela a partir de la irrupción de Don Pepe que tarda en
elegir la mercadería y para cada verdura que compra vincula el nombre literal
de la verdura con algún personaje que recuerda a partir de una asociación
fónica. Además, la escena trabaja con la construcción del efecto cómico a
partir de la empatía con el lector que surge de la presentación de una escena
de la vida cotidiana representada con humor. Estos diálogos humorísticos se
inscriben dentro de la tradición cortazariana de, por ejemplo, el relato
“Familias” de Un tal Lucas (1995
[1979]) donde dos señoras “bien” establecen un diálogo de sordos donde cada una
habla de lo que tiene ganas y, además, se confunde el sentido literal con el
figurado. Veamos un fragmento:
-
A mí lo
que me gusta es tocarme los pies- dice la señora de Bracamonte.
La señora de Cinamomo expresa su
escándalo.
Cuando la Ñata era chica le daba por tocarse aquí y más
allá. Tratamiento: bofetada va y bofetada viene, la letra con sangre entra.
-Hablando de sangre hay que decir que la nena tenía de dónde
heredar –confidencia la señora de Cinamomo-. No es por decir, pero su abuela
paterna, de día nada más que vino pero a la noche la empezaba con la vodka y
otras porquerías comunistas. ( 1995:87)
En otros casos, Basch trabaja con el malentendido a partir
de la confusión entre el sentido literal y figurado de las palabras como, por
ejemplo, en “Mucho ruido y poco comido” donde un matrimonio está por comer y se
suceden una serie de situaciones disparatadas:
LUIS:
Vení, vamos a poner la mesa. (Se escucha una sirena.)
MARTA:
¡Uy! ¡Una sirena! Vení, Luis, vamos a la ventana a ver qué pasa.
(Abre
la ventana.)
LUIS:
¿A la ventana? Siempre creí que las sirenas vivían en el mar.
MARTA:
Sí, pero ésta es la sirena de un carro de bomberos. Escuchá.
(Se
escucha el sonido de la sirena, muy fuerte.)
LUIS:
Me aturde. Cerrá la ventana, por favor. (Marta cierra la ventana.)
Dale,
pongamos la mesa que quiero comer. (Suena el timbre.)
Si bien Adela Basch recupera la dimensión lúdica de la
poética cortazariana en el trabajo con el lenguaje, le da una vuelta de tuerca
a partir de la utilización de diversos recursos humorísticos, fundamentalmente
a partir de los juegos del lenguaje, la hipérbole, la técnica de la bola de
nieve y la irrupción en lo cotidiano ya no de lo fantástico necesariamente sino
de lo disparatado; asimismo, Basch propone en su poética la reescritura de
clásicos de la literatura universal como La
odisea en ¡Que sea la Odisea! (2003) o Don
Quijote en Abran cancha que aquí
viene Don Quijote de la Mancha (1991).
Otro de los autores que se inscribe claramente en la
tradición cortazariana es Ricardo Mariño, con una vasta trayectoria literaria
que también se inicia en la década del 80. Su universo literario desafía al
lector desde la irreverencia respecto de la tradición literaria y de los
géneros. Su escritura
tensa los límites genéricos y se opone a las clasificaciones convencionales; su
literatura es autorreferencial. Es decir, Mariño propone en cada texto una
mixtura genérica o una apuesta a la tradición pero desde una mirada subversiva
y subvertida. Los rasgos particulares de su poética son el humor, la parodia,
lo metaficcional, el uso del lunfardo, la exploración genérica y la
representación de un lector activo que es desafiado por cada una de las
historias y textos que construye Mariño. Por ejemplo, el relato “La vuelta al mundo de Cinthia Scoch” incluido
en el libro Botella al mar (1988) dialoga
con el texto de Cortázar La vuelta al día
en ochenta mundos (1967) no
solamente por la referencia desde el título sino también por el uso de un
nombre fuertemente connotativo –recurso muy utilizado por Cortázar- como así
también por la referencia ineludible a Julio Verne. “La vuelta al mundo de
Cinthia Scoch” es la historia de Cinthia una niña a la que su madre manda a
comprar un kilo de azúcar al almacén que, según su madre, estaba hacia el
“Este” y el cumplimiento de ese mandado termina en un disparatado viaje
alrededor del mundo que lleva a Cinthia a navegar desde el puerto de Buenos
Aires a Sudáfrica, desde allí a Australia, de allí a Chile, luego atraviesa la
cordillera y viaja por Mendoza, San Luis, Santa Fe y nuevamente arriba a Buenos
Aires. Además de estas peripecias, el narrador relata cómo Cinthia va adaptándose
al idioma de cada lugar. El relato finaliza con el reto de la madre que le dice
a la niña “¡cuánto demoraste!” Además del disparate de una aventura
sobredimensionada para comprar azúcar, también el humor está presente en el
apellido del personaje y, a su vez, el relato hace un guiño al lector con el
juego intertextual con la historia de Caperucita Roja, otro rasgo de la poética
de Mariño, la reelaboración de cuentos tradicionales. También, en
otros textos de Mariño, se cuela la dimensión política de manera tangencial
como, por ejemplo, en el cuento “El héroe” incluido en El héroe y otros cuentos (1995) o bien, en otra alusión
cortazariana, el trabajo con los niveles de ficción en el cuento “El hombre sin
cabeza” incluido en el libro homónimo.
Si hablamos de niveles de ficción y de construir un
relato donde la ficción es protagonista, en la mejor tradición de “Continuidad
de los parques”, no podemos dejar de nombrar el libro Benja y las puertas (2011) de la escritora cordobesa Lilia Lardone
con ilustraciones de Lucas Nine. En este texto se relata la historia de un niño
que va al cine con su tía Cori y que mientras ella va al baño él queda solo y
siente la majestuosidad de la sala y el silencio de ese ritual maravilloso que
es ir a ver cine al cine. Escapa de ese silencio para buscar a su tía y es
“tomado” por las historias de cada una de las películas que se proyectan en
cada sala. El texto problematiza el juego engañoso de vivir la película como si
fuera la propia vida, sentir lo que sienten los personajes, sufrir, llorar,
reír, asustarse con las historias ficcionales que nos cuentan las imágenes
cinematográficas, a partir de un trabajo narrativo donde la historia se
estructura en dos niveles de ficción que se van entramando en el relato.
Por último, no querría dejar de mencionar cómo
Cortázar también se cuela en los textos del multipremiado autor e ilustrador
Pablo Bernasconi y, como reconoce el mismo autor, es uno de los “nutrientes” a
partir de los cuales crea e inventa ficciones. Por ejemplo, su libro La verdadera explicación (2012) es una
compilación de historias sobre el origen de las cosas desde una perspectiva
ficcional, humorística y disparatada que nos recuerda a Historias de Cronopios y de Famas y que, a su vez, podríamos
suponer que tiene su origen o está inspirado en el texto “Destino de las
explicaciones” incluido en Un tal Lucas:
En algún lugar debe haber un basural donde están
amontonadas las explicaciones.
Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que
pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural. (Cortázar,
1995:53).
En el caso de Bernasconi, como si fuera una
continuación de este texto, explica cada cosa como si se tratara de
explicaciones amontonadas que van saliendo a la luz a medida que vamos leyendo
el texto y, cada relato se presenta como si se tratara de una entrada de
enciclopedia. Así, por ejemplo, en la entrada “Los mocos” dice:
El hombre de Neanderthal no tenía mocos. Tampoco
existían los mocos durante el Renacimiento o la Edad Media. Recién se asomaron
al mundo a principios del siglo XVII, con la fabricación de los primeros
pupitres de escuela. Esto confirma que existe una relación directa entre el
moco y el aprendizaje sentado.
El primer moco de la historia aparece una mañana
helada de 1624 durante una clase de geografía, dentro de la nariz de una nena
de trencitas que se llamaba Rosa Moqueta (de ahí el nombre). (…) (Bernasconi,
2012:34)
En la mejor tradición cortazariana, Bernasconi la
retoma y la reelabora imprimiéndole su propia mirada, su propia huella que da
cuenta de una poética donde lo irreverente y desorbitado configuran un universo
ficcional donde discurso verbal y discurso icónico dialogan.
Podríamos seguir largamente presentando otros autores
y autoras del campo de la literatura para niñxs argentinos que se inscriben en
la tradición cortazariana, ya que, como hemos podido ver, su influencia está
muy presente aún hasta la actualidad. Tal vez esto se deba a cómo la infancia
se constituye en un territorio donde todo es posible, donde solo se trata de
atreverse a romper los límites y explorar nuevos espacios para la ficción,
tarea que Julio Cortázar llevó a cabo en su poética y que podemos descubrir,
como pequeñas puntadas, en toda su obra.
Bibliografía
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Cortázar. Al término del polvo y el sudor, Montevideo, Biblioteca de
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Basch, A. (2009) Borombombón,
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_________(2003) ¡Que
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Bernasconi, P. (2012) La verdadera explicación,
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Cortázar, J. (2014) La vuelta al día en ochenta mundos, Buenos Aires, Siglo XXI.
_________(1995) Un
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González Bermejo, E. (2012) Revelaciones de un cronopio. Conversaciones con Juliio Cortázar,
Buenos Aires, El cuenco de plata.
Hoy
conversamos con Silvia Schujer. Disponible en http://7calderosmagicos.com.ar/Autores/rsschujer.htm
Lardone, L. (2011) Benja
y las puertas, Córdoba-Argentina, Comunicarte.
Mariño,
R. (2006) El héroe y otros cuentos,
Buenos Aires, Alfaguara. [1995]
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(2007) Botella al mar, Buenos Aires,
Alfaguara. [1986]
Sardi, V. (2014) “Infancias y literatura” en Actas VI Jornadas de Poéticas de la
literatura argentina para niñ@s, FAHCE-UNLP. Disponible en http://jornadasplan.fahce.unlp.edu.ar/actas-publicadas
Sardi,
V. y Blake, C. (2011) Poéticas para la
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Schujer, S. (2011) Cuentos
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________ (s/f) Cuentos
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Williams, R. (1980) Marxismo y literatura, Barcelona, Península.
Wolf, E. (2013) Libro
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_______ (1992) Fámili,
Buenos Aires, Sudamericana.
_______ (1988) Los
imposibles, Buenos Aires, Sudamericana.
¿Qué otras influencias encuentran en la literatura argentina para niñxs de la poética de Julio Cortázar?
Hasta la próxima entrega,
besos
Estimada Valeria: lamentablemente no pude concurrir a las jornadas del jueves y viernes. Siempre sigo tu blog atentamente.Tus comentarios sobre lliteratura son enriquecedores. Gracias por publicar este material y ojalá pronto podamos leerte en un nuevo libro. Un abrazo. Miriam.
ResponderEliminarGracias, Miriam, por tu comentario!
ResponderEliminarQué bueno es estudiar las poéticas de Schujer, Wolf, Basch, Mariño, Nardone y Bernasconi desde la influencia cortazariana.
ResponderEliminarCon respecto a la pregunta sobre qué otras obras de la literatura argentina para niños tienen la influencia de las poéticas de Cortázar, creo que el cuento Pototo 3 veces monstruo de César Bandín Ron y Cristian Turdera responde a la dimensión cortazariana correspondiente a “instrucciones para...”
De todas maneras, me propongo seguir “fijándome” en este la influencia cortazariana cada vez que lea o relea un texto para chicos. Me resulta esto una interesante tarea.
Qué buena sugerencia, sí, es cierto! yo en este trabajo por cuestiones de tiempo tomé algunxs autorxs y textos pero creo que la influencia de Cortázar en la LIJ es muy notable.
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