¿Quién no conoce la historia de Pinocho, el famoso muñeco de madera? Muchos han conocido Las aventuras de Pinocho en la versión cinematográfica de Disney donde se tergiversa notablemente la novela y se tiñe la historia con matices fuertemente lacrimógenos.
Durante bastante tiempo, el texto de Collodi fue inhallable en el mercado editorial argentino y solo se conseguían ediciones castizas o adaptaciones recortadas.
Una noticia
para compartir en esta sección es que acaba de salir una edición completa con
las ilustraciones originales de Carlo Chiostri -con traducción y prólogo de Guillermo Piro-
en Galerna –había sido editado previamente en el 2002-, que vale la pena
conocer.
El prólogo
de Guillermo Piro es imperdible por las anécdotas que cuenta en torno a las
condiciones de producción de esta novela, la referencia a las diversas
ediciones, la apuesta estética del texto, la historia de Collodi, entre otros
datos que se van presentando de manera atrapante para el lector. Y, en el
cierre del prólogo, Piro apela a la potencia de la fábula, como lo es de algún
modo la novela de Collodi, cuando dice “Las fábulas nos cuentan mucho sobre los
seres humanos, sobre la sorpresa elemental del hombre ante el mundo, sobre sus
temores, sus misterios, sus pérdidas, sus cambios.”
Para aquellxs que quieran volver a esta gran novela, esta es una oportunidad para no perdérsela.
Besos,
Qué lindo! Pinocho es la primera enseñanza que recibimos sobre el poder -y consecuencias- de las mentiras; una enseñanza poderosa de la mano de un cuento inolvidable.
ResponderEliminarBesos, val:>
Sí, es cierto lo que decís, Mati! Gracias por tus comentarios!
ResponderEliminarBesos
En el ejemplar Nº20 de Cultura LIJ en la nota titulada "Entramada en la telaraña de infinitas narraciones" de Graciela Bialet se cita a Pinocho de Carlo Collodi como una de las novelas que esta autora le leía a sus alumnos. Además nombra a La granja del abuelo Matías de Juan Coletti. Así que agendé los dos títulos con mucho entusiasmo.
ResponderEliminarGracias por la información, Adriana!
ResponderEliminarBesos