25 de diciembre de 2016.
Primer día del viaje. Madrid nos
recibió con un día soleado y un poco frío.
Para empezar a descubrir esta
ciudad, iniciamos nuestro recorrido por El Rastro, mercado de pulgas que se
extiende desde la Plaza del Cascorro por cuadras y cuadras. Cada puesto nos
traslada a universos diversos y extraños. Ropa, antigüedades, , comida típica,
carteras, bolsos y mochilas de cuero, artesanías indias, cuchillos, artefactos
de ferretería, misceláneas, frutas y verduras, libros.
Paso a paso, nos dejamos llevar
por las sorpresas que nos depara cada puesto. Una pequeña mesa de luz antigua,
una máquina de escribir Underwood, unos jarrones chinos desorbitados, una
afiladora gallega, un collar de perlas de origen desconocido, entre otras
curiosidades.
Casi al final del recorrido,
descubrimos los puestos de libros, nuevos y usados, donde desfilan textos de
escritorxs de renombre y otros ignotos, editoriales conocidas y otras más
independientes, revistas antiguas y ya fuera de circulación, algunos
descatalogados y también bestseller de poca monta. Algunos puestos con ofertas
a 1, 2 y 3 euros donde se agolpan posiblxs lectorxs.
En uno de los puestos me
sorprende un Miguel Hernández para niños de
Ediciones de la Torre con ilustraciones Lorenzo Olaverri, una edición de 1992
cuando se cumplieron 50 años de la muerte del gran poeta español, a solo 2
€. Lo abro, exploro qué poesías
seleccionaron, veo que tiene un estudio preliminar a cargo de Francisco Esteve
– profesor de la Universidad Complutense de Madrid-, un dossier de fotografías
del poeta y decido comprarlo. Primer libro que compro en Madrid en este primer
día de viaje, luego vendrán otros.
La antología incluye clásicos
como “Elegía” en homenaje a Ramón Sijé, amigo del poeta –“(…) Tanto dolor se
agrupa en mi costado/que por doler me duele hasta el aliento”-; “Nanas de la
cebolla” –que reseñamos acá hace un tiempo en la edición con ilustraciones de
Matías Acosta-; “El niño yuntero” –“Contar sus años no sabe,/y ya sabe que el
sudor/es un corona grave/de sal para el labrador”-; “Menos tu vientre”; coplas,
romances y cantares donde el poeta canta al amor, a la tierra, a la vida y, a
la muerte.
Un recorrido por la obra poética
de este poeta republicano que murió en la cárcel franquista en 1942, poeta del
pueblo, poeta cabrero o pastor poeta.
Miguel Hernández para niños, libro que invita a seguir leyendo a este
poeta y que da cuenta que cuando se trata de poesía en serio, no importa si
está pensada para niñxs o para adultos, solo se trata de leer y dejarse
conmover con la palabra dicha.
¡Cuánta belleza poética en los versos de Miguel Hernández!
ResponderEliminarCoincido en sostener que la buena poesía está libre de ser encasillada en rasgos etarios afines a grupos de receptores. Pero, a veces me sucede, que me doy cuenta de que me gustaría contar con más herramientas, desde la crítica literaria, para analizar poesía. Así que, desde ya, muchas gracias a este blog.
Gracias, Adriana, por tu comentario! sí, pareciera que con la poesía siempre falta más teoría literaria y tal vez se trate de dejarse llevar por la musicalidad, las sugerencias, los sentidos, los juegos del lenguaje, el ritmo...
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