Como todo viaje que se precie, las librerías y los libros
siempre tienen que estar presentes. Además de los libros que llevamos en la
valija y que trasladamos de una ciudad a otra, también están los libros que una
encuentra en el camino, en las distintas librerías que recorre en cada ciudad
que llega.
Así, en París, además de la belleza de la ciudad, pude
descubrir el encanto de algunas librerías que fui encontrando casi sin querer.
La histórica librería Shakespeare & Company, de la que ya hablé alguna vez
aquí, en la orilla izquierda, a metros del Sena y de la casa donde Julio
Cortázar escribió Rayuela. Ahí la
literatura para niñ@s tiene un rincón debajo de una escalera, donde no solo hay
libros en inglés sino también algunos en francés.
En uno de los famosos pasajes que Cortázar inmortalizó en el
relato “El otro cielo”, también las librerías y jugueterías dan presente. Así
me encontré en el Passage des Princess una
juguetería con muñecas y juegos de distintas épocas que era un festín para los
ojos y para las infancias.
Galerie Vivienne |
Amsterdam me sorprendió con sus libros a la mano de los
transeúntes, en la puerta de una casa. Y las librerías de viejo pero con la
dificultad de no leer neerlandés.
En Alemania, la librería Hugendubel es un universo de libros
para niñ@s y adultos que en cada ciudad que visité me esperó con algunas sorpresas.
Un rincón en la ciudad de Munich |
Y Barcelona, fue una fiesta de libros y librerías donde
pasear por Laie, La Central (del Barrio Gótico, el Raval y Gracia) y la Casa
del libro en Passeig de Gracia, cada una con su particularidad y encanto, con
sus rincones de literatura para niñ@s y algunos hallazgos bien interesantes.
La Pedrera de Guadí |
Plaza Real en Barcelona |
La Central en el barrio el Raval |
Cada hora que pasé –y fueron muchas- en estas librerías fue un placer secreto y
maravilloso. Algunos hallazgos: de mi amado Jimmy Liao Paisaje de amor (Barbara Fiore, 2015), Ojalá pudiera formular un deseo (Barbara Fiore, 2014), El pez que sonreía (Barbara Fiore, 2010)
y ¿Verdad o mentira? (Barbara Fiore, 2015);
de una ilustradora y autora polaca Iwona Chmielewska, el maravilloso libro Ojos de la editorial, para mí
desconocida, Tramuntana.
Y, por último –en algún momento hay que decir basta
sino las valijas no resisten el peso-, el bellísimo libro de la autora
colombiana Irene Vasco Letras al carbón
(Juventud, 2015), que ya reseñaré en otro post.
Además, en las valijas de regreso viajaron Ungaretti y
Tsvetaieva, Barthes y Benjamin, Walser y Blanchot, Juliano y Butler, Quignard y
Eagleton, entre otrxs. Por suerte también existe el ebook y la Tablet que me
permitieron cargar muchos más con menos peso.
¿Quién dijo que un viaje sin libros no es un viaje?
Nos seguimos leyendo.
Vale: ¿el Passage des princess está en la Galerie Vivienne que se ve en la foto?
ResponderEliminarTodas hermosas postales: la de los libros al paso en Amsterdam, ese rincón bajo nieve de Munich, la inconfundible Pedrera... y las tapas de Jimmy Liao pletóricas de colores vibrantes. ¡Gracias!
Un beso,
Natalia.
Natalia, no el Passage des Princes es otro pasaje. Gracias por tu comentario
ResponderEliminar