Hace unas semanas estuve en la presentación del libro Cocorococó de Didi Grau y Christian
Montenegro (Pequeño editor, 2014) que se hizo en la Galería del Liceo (Santa Fe
2729), un espacio no convencional y digno de visitarse en la Ciudad de Buenos
Aires por la presencia de estudios de artistas plásticos, librerías, espacios
de arte y un bar.
En el espacio Moebius, donde se hizo la presentación, pudimos
no solo conocer el libro sino también disfrutar de algunas serigrafías y dibujos de Christian Montenegro expuestos
para la ocasión como así también otros objetos o juguetes creados por
Montenegro, como un rompecabezas exquisito con imágenes de inspiración oriental
o un juego de vajilla para niñxs.
Cocorococó es un
libro para adoptar, para leer una y otra vez, para trasladarse a la infancia y
a los juegos de niños y niñas a través del lenguaje, con una estética
irreverente con reminiscencias de María Elena Walsh.
Cocorococó cuenta la historia de una gallina escritora, podríamos
decir, o con deseos de escribir con tinta china que produce un gran lío cuando
la tinta se vuelca y, a medida que leemos el libro y que avanzamos página a
página, no solo los pollitos se llenan de tinta sino cada vez más personajes se
van sumando a este gran caos generado por la gallina que, desde el discurso
verbal, se construye a partir del uso de la retahíla.
Cocorococó es
también un diálogo entre discurso verbal y visual, como nos tiene acostumbradxs
esta dupla, ya que todo el libro está construido con el uso de dobles páginas
que, en un claro contrapunto entre imagen y texto, van relatando esta historia.
En este caso, el uso de colores saturados, sellos como los que suelen usar lxs
niñxs, la superposición y yuxtaposición de imágenes para reforzar el relato
hasta llegar a una doble página que anuncia el final donde no queda espacio
libre para el dibujo empastado y con varias capas de color superpuestas. Y así
hasta…
Cocorococó se trata de una experiencia que vale la pena
transitar con niñxs y también adultos que quieran volver al juego de la
infancia.
Besos,
Tal cual lo que decís, Vale, ¡también me pareció precioso el libro y hermoso el lugar! Me quedé con ganas de llevar un par de serigrafías para las niñas de la familia y, definitivamente, me enamoré de ese rompecabezas que me trajo reminiscencias de Peleonas, mentirosas y haraganas, y del Dragondule con cola pendular para colgar en la puerta. Recomiendo ver en el blog de Didi Grau los sellos que construyó Christian Montenegro para hacer el arte de Cocorococó.
ResponderEliminarUn beso,
Natalia.
Sí, las serigrafías una belleza! Gracias por el dato del blog de Didi!
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