Empieza el invierno y, después de más de un año, vuelvo a escribir por acá. Para retomar el diálogo, comparto este bello texto de la querida Liliana Bodoc. Nos seguimos leyendo.
Inti Raimi
Yo sé muy poco sobre los dioses, casi nada. No sé donde habitan.. no sé si duermen... Tampoco sé si llevan cuenta de cada uno de nosotros y nuestros actos. Ignoro si se pronuncian en plural, en mayúscula, hacia el Este, hacia el río.
Yo no sé casi nada sobre Dios, pero cuando deseo imaginarlo se me aparece el sol... Omnipresente, justo, indoblegable. Contra el que nada pueden las cadenas ni los señuelos de oro. Nada más parecido a Dios que este sol nuestro, principio de la vida, tan lejos y tan cerca.
Yo no sé casi nada sobre Dios, pero cuando deseo imaginarlo se me aparece el sol... Omnipresente, justo, indoblegable. Contra el que nada pueden las cadenas ni los señuelos de oro. Nada más parecido a Dios que este sol nuestro, principio de la vida, tan lejos y tan cerca.
Y nosotros, sus hijos, queriendo hacernos a su semejanza: justos, indoblegables. Sin que puedan contra nosotros las cadenas o los señuelos de oro.
Y aquí sus hijos, adeudándole la mejor de todas las ofrendas, la única que el sol puede esperar. Salir al cielo, iluminar un día
la primera mañana sin hambrientos
la primera mañana sin espanto
la primera mañana de los hombres.
Salir al cielo para iluminar
la primera mañana sin esclavos.
la primera mañana sin hambrientos
la primera mañana sin espanto
la primera mañana de los hombres.
Salir al cielo para iluminar
la primera mañana sin esclavos.
Liliana Bodoc
¡Muy bueno!
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