miércoles, 15 de julio de 2015

Historias de miedo

A lo largo del tiempo, las historias de miedo fueron la forma que tuvieron los hombres y mujeres para conjurar los temores de cada época, la manera a través de la ficción de hablar de los miedos que los acechaban a la vuelta de la esquina. ¿Cómo dar cuenta de los miedos contemporáneos desde la literatura? ¿Qué historias contar para hablar de lo que nos pasa y nos aterroriza en la vida cotidiana?


Cuentos para temblar de Estela Smania (Comunicarte, 2014) con ilustraciones de Ana Luisa Stok se propone narrar historias que dan miedo, aterrorizan y, de algún modo, buscan relatar esos miedos que tenemos en la vida contemporánea de una manera nueva, original y poderosa.

Así, a medida que vamos recorriendo el libro, nos encontramos con historias que nos dejan sin aliento –reforzadas por las imágenes sugerentes en una paleta en contrapunto rojo y negro-, incómodas y que nos llevan a estar alertas. En este sentido, el epígrafe ya es una invitación a temblar: “Mientras lees, alguien está parado a tu lado”.  
Algunos de los cuentos incluidos en el libro son: “Más allá de las vías” relata la historia de un niño muerto y su doble, “El Talliem real” es la historia de un libro que su sola presencia hace temblar al narrador, el tema del doble y la muerte joven también aparece en “Juan Cruz le decían a Lito”, en “El revés de las cosas” Smania se anima a contar una historia con un padre desaparecido y “Mister Larsson” narra una historia real ficcionalizada donde la trata de niñas está como telón de fondo, entre otros relatos.

Cuentos para temblar es una buena oportunidad para ampliar el canon de textos de terror pero, en este caso, incluyendo temáticas que nos confrontan con la cruda realidad social.
Para conocer un poco más de la obra de esta poeta y narradora, pueden recorrer su página web: http://www.estelasmania.com.ar/

¿Qué otros cuentos de miedo los/as han dejado sin aliento?


1 comentario:

  1. ¡Qué interesante esta antología! Y valiosa para compartirla con adolescentes, ¿no? ¡Gracias por reseñarla! Un beso, Natalia.

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