viernes, 12 de septiembre de 2014

Cómo inventar un zoológico



La vida de un inventor está llena de ideas que andan por ahí, de proyectos y de mucha imaginación, pero sobre todo de poder mirar el mundo de otra manera para poder crear algo de la nada o de aquello que para otrxs resulta insignificante. Esto es lo que hace Joaquín, el protagonista de El zoo de Joaquín de Pablo Bernasconi (La brujita de papel, 2011), un día cuando despierta con ganas de transformarse en inventor.  
Así, a partir de la idea de aprovechar “algunos cachivaches” que tenía en su casa, Joaquín decide construir un bestiario fantástico donde cada elemento aparentemente inútil o inservible se transforma -a través de sus manos y sus ideas- en un animal singular. Cada animal que inventa tiene un rasgo particular que lo hace especial, distinto, original. Cada animal deviene un artefacto insólito e imprevisible.  
Un rallador de queso se transforma en un hipopótamo insaciable que nunca engorda, un plumero viejo y dos ramitas hacen nacer un bicho feo, un teléfono en desuso deviene un ratón que hace ring, un reloj y una bocina se combinan para crear un gallo madrugador, y así a medida que avanzamos la lectura, cada doble página nos depara la aparición de un animal raro, divertido y construido con partes inconexas o aparentemente imposibles de vincular. Cada animal inventado por Joaquín se transforma en un texto humorístico con rima, al mejor estilo de las coplas, donde las palabras se vinculan de manera metafórica o metonímica, por asociación semántica o fónica produciendo el efecto cómico.  
Todos los animales de Joaquín configuran un zoológico inusual que habita en su jardín, un zoo hecho de animales artefacto, de animales objeto construidos con deshechos que cobran vida nueva a partir del armado genial de Joaquín y la invención fabulosa de Bernasconi.

El zoo de Joaquín nos traslada a un mundo de animales fantásticos hechos con objetos de la vida cotidiana que se resignifican a partir de la creación de Joaquín. Un zoológico que nos habla también de la potencia transformadora de la creación artística donde algo inservible o aparentemente insignificante puede transformarse en un hecho estético.
De este zoológico me llevo como souvenir el Hipopótamo y el Gallo Madrugador, mis preferidos.

¿No podríamos pensar que el universo estético de Bernasconi nos presenta en cada libro una enciclopedia imaginaria de seres fantásticos? De los que conocen, ¿con cuál se quedan? o ¿cuál les gusta más?

Espero que les haya gustado este post en este recorrido por la obra de lxs dos autoxs invitadxs especiales de las VI Jornadas de Poéticas de la literatura para niñ@s. Si desean información sobre las jornadas pueden entrar en Facebook.com/Jornadas PoeticasLIJArgentina o pedir información a jornadalitinfantil@gmail.com 
Hasta la próxima entrega.


2 comentarios:

  1. Mis favoritos también son el hipopótamo y el gallo; también me gustan mucho-mucho el ratón Enrique, el conejo Bartolo, el elefante y la jirafa.
    Sin duda, podemos encontrar en Joaquín a ese niño curioso, inquieto e inventor que fue en su infancia Pablo Bernasconi y que aún lo sigue siendo, ¿no? Vaya otro guiño al lector: la numeración de la casa de Joaquín, 1973, es el año del nacimiento del autor.
    Mi sobrina de 5 se mata de la risa con este libro.
    ¡Gracias por este post, Vale!
    Un beso,
    Nati.

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  2. Gracias, Nati, por tus comentarios! muy interesante la lectura que hiciste, no lo había pensado. Sí, es un texto genial y con mucho humor! Besos

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