domingo, 7 de abril de 2013

Una alegoría inquietante


Un país acechado por seres distintos, con otras costumbres y otra lengua. Una invasión sigilosa, desde épocas remotas, que genera desconcierto más allá de las supuestas semejanzas. Y las palabras de los mayores como advertencia ante lo extranjero.
Conejos que bajan de los barcos y se apropian de las tierras y los ríos. Una conquista que trae nuevos alimentos, animales pero también guerras y muerte. Un ejército de conejos dispuestos a todo, hasta el robo de los hijos. Y la oscuridad.



Los conejos de John Mardsen y Shau Tan (Bárbara Fiore, 2008) es, además de todo esto, un relato apocalíptico, una distopía donde lo amenazador y peligroso está ahí. Una historia de la conquista de los pueblos por ejércitos y estados más poderosos, donde el imperialismo instituye la vida como pesadilla para los pueblos dominados.  



Los conejos es un libro álbum donde el discurso visual complejiza el verbal, suma interpretaciones y lecturas posibles. Asimismo, las ilustraciones invitan a lxs lectorxs adultxs y a lxs mediadorxs a asociaciones contemporáneas con el capitalismo salvaje, la explotación del medio ambiente, el muro de la Franja de Gaza, la película Metrópolis de Fritz Lang y un universo urbano asfixiante, los totalitarismos, entre tantas imágenes posibles. La paleta, a medida que vamos avanzando en la lectura de Los conejos, va modificándose y pasa de colores cálidos a, poco a poco, meternos en escenas donde los grises y negros predominan. 








Un acierto de este libro es, por un lado, el uso de la doble página como recurso narrativo a través de las ilustraciones y, por otro lado, una estética extraña que nos remite a El Bosco, Paolo Uccello, Dalí, el surrealismo, el hiperrealismo, los mundos imaginarios de Xul Solar y por qué no cierta reminiscencia de Francis Bacon. En fin, ilustraciones contundentes que perturban al lector y lo movilizan a volver una y otra vez hacia atrás y hacia delante en el relato.





Los conejos es un libro que, más allá de las controversias que ha generado en Australia y los premios que ha recogido en distintos países –entre ellos fue elegido libro álbum del año por el Consejo del Libro infantil de Australia-, interpela al lector y no lo deja indiferente.
Nos leemos, besos. 


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