viernes, 22 de febrero de 2013

Un reencuentro con Traslasierra




Luego de unos días de vacaciones en Traslasierra, provincia de Córdoba, regresé a mi casa para comenzar algunos proyectos de escritura que tenía en danza. Un día de descanso, para entretenerme, me dediqué a revisar mi biblioteca y, entre tantos libros leídos, me encontré con uno no leído que me llamó la atención y que hoy, como primer post de este año, quiero compartir con ustedes: Loro hablando solo de Juan Lima (Comunicarte, 2011).
A medida que iba leyendo el libro, fui descubriendo esta extraña coincidencia que, en la biografía final, se reforzaba con el dato de que Lima vive en el mismo barrio que yo, San Telmo. De Traslasierra a San Telmo, como yo en esos días de enero.

El título nos remite a un animal que dice, que habla aunque no tenga auditorio, que chilla, que no calla. Y, en este libro, el loro monologa y nos lleva de viaje por Traslasierra. Este loro aparece  retratado fotográficamente en la portada del libro y anuncia, de alguna manera, las ilustraciones que encontraremos a lo largo del libro que son fotografías de flora, fauna, paisajes y naturaleza de esta región.

 Loro hablando solo es un texto poético que nos acerca ese universo particular de Traslasierra y las sensaciones que desata esa geografía singular, en una búsqueda estética entre poesía y discurso enciclopédico. Cada página nos depara un espacio, un animal, una planta, un fruto y una manera de nombrarlos, de establecer sus límites, de decir cómo son. Para ello Lima pone en juego diversos recursos poéticos como el uso de neologismos que funcionan como resemantizaciones como, por ejemplo, “los otros bichos quedan afónicos/mediotarados metachirridos”; el uso de refranes y modismos rioplatenses como “no se tomen a la chacota su chapoteo (¡y nada de sacarle el cuero!)” para referirse al carpincho o para describir al jabalí transforma y metamorfosea esos refranes de manera inesperada y disparatada como, por ejemplo, “no es lo mismo trufas que comer soja” o “a cada chancho su margarita.” O bien describe la noche de Traslasierra, los zorros, las gallinas, las ranas u otras presencias de este lugar que “es el jardín de las delicias”  a partir de comparaciones, descripciones, adjetivaciones  especificativas que presentan a esos seres como en un zoom verbal –reforzado, en muchos casos, por el zoom fotográfico de las imágenes que ilustran el libro. O, también, juega a las adivinanzas con los lectores.  
Asimismo, la palabra poética en este texto está tematizada dando un giro metaliterario a algunos poemas del libro. La palabra nombra, crea un mundo, establece los contornos de lo posible y, a la vez, “es un animal peligroso”, y “para dibujar la palabra crepúsculo/mezclar arroyo y perro que ladra/últimos pájaros y primer estrella (…)”, es decir, para dar sentido a una palabra es necesario inventarle una historia, definirla, dar cuenta de cómo se configura su esencia que tiene algo de texto del saber y texto del sentir.

Loro hablando solo habla de sueños, de percepciones, de cartografías, de sensaciones, es decir, se configura a partir de la palabra poética y sus posibles reinvenciones.
Loro hablando solo invita a los lectores a dejarse sorprender por la palabra poética y por el universo de Traslasierra, por el discurso verbal y el discurso visual en una combinación inusual para el mercado editorial argentino.
Espero que les guste este primer post. Nos leemos, beso