miércoles, 28 de julio de 2010

Lecturas en torno a Ricardo Mariño

Hace algunos años empecé a leer con fruición la obra de Ricardo Mariño y un momento placentero del encuentro con este autor era comentar con mi sobrina Vera la lectura de alguno de sus textos como Ojos amarillos, una novela corta con pinceladas terroríficas y fantásticas o la novela El último planeta, que le gustó mucho a mi sobrina y no tanto a mí donde la ciencia ficción se tiñe de humor y la historia deviene un delirio humorístico o, por qué no, los Cuentos del circo, uno de mis libros preferidos, en especial el cuento "El árbol de las varitas mágicas". En esas charlas de lectoras comentábamos cómo Mariño apuesta a jugar con los géneros y darles una vuelta de tuerca, cómo subvierte lo conocido y lo lleva hacia el humor o la parodia. También, nos entusiasmábamos comentando las historias delirantes que se le ocurren o cómo va cambiando el rumbo de los textos y los lleva hacia otro lugar como, por ejemplo, en La casa maldita que parece que se trata de una historia de terror que, luego, va introduciéndonos en el fantástico y en el humor a partir de la descripción que el narrador hace del padre de la chica. O en Cuentos espantosos donde el miedo se mezcla con la risa y con situaciones desopilantes e inesperadas usando también elementos del lunfardo para romper con una atmósfera de terror.
Otra característica de la poética de Mariño que me parece muy interesante es cómo juega a contar historias donde la literatura se toma como tema como, por ejemplo, en Un enano altísimo con ilustraciones de Roberto Cubillas donde Mariño aparece como personaje que castiga o premia a sus personajes de ficción. O el homenaje que le hace a Cortázar en el cuento "El hombre sin cabeza" donde la literatura es un tema que se hace presente y nos recuerda al relato "Continuidad de los parques."
Mariño, entonces, nos invita a dejarnos llevar por su universo literario donde la irreverencia, el humor, lo inesperado y la multiplicidad de géneros están presentes y construyen su voz autoral. Cada historia, cada relato, cada novela nos llevan a descubrir un mundo ficcional donde nada es lo que parece.
Si todavía no lo leyeron, este recorrido puede ser una primera aproximación a su extensa obra. Y si ya son lectores de Mariño, las II Jornadas de Poéticas de la literatura argentina para niños que organizamos en La Plata es una oportunidad para conocerlo y preguntarle todas esas inquietudes que nos quedaron cuando leímos alguno de sus textos.
Espero sus historias de lectura en torno a la obra de Mariño, besos
Val

viernes, 16 de julio de 2010

Una cita ineludible

Como todos los años, excepto en el 2009 por culpa de la gripe A, visito la Feria del libro infantil y juvenil que se realiza en el predio municipal de exposición de la Ciudad de Buenos Aires. Casi siempre voy dos veces, una sola o con alguna amiga y otro día con mis sobrinos. Ayer hice la primera visita de este año con Melisa, una ex alumna y amiga. Para ella era su primera vez.
Desafiando el frío, nos encontramos en la esquina de Paseo Colón y Av. Belgrano. Tomamos el 62 y en un rato estábamos entrando a la feria que, por esta vez, cambió el ingreso a un predio justo detrás de la Facultad de Derecho.
Empezamos por el estand de Colihue, para mí siempre es el primero que miro. Ahí en otras oportunidades encontré textos inhallables como Diario de ruta del maestro Luis Iglesias o Talleres de escritura. Con las manos en la masa de Alvarado y Pampillo y otros títulos de la vieja Libros del Quirquincho. Estuvimos mirando libros, Melisa que es fanática de los libros álbum e ilustrados se zambulló en el sector donde se encontraban algunas historietas y finalmente llevó Gramática de la fantasía de Gianni Rodari que aún no tenía, escarbamos en la pila de la colección Libros del malabarista y yo me llevé Doña Clementina, Queridita la achicadora que hacía tiempo que buscaba a sólo $ 9,90 con el descuento para docentes y un libro de Carina Kaplan Talentos, dones e inteligencias a $41, que saqué de la sección para docentes.
Seguimos nuestro recorrido que, por suerte a esa hora era tranquilo, podíamos con total comodidad y que más tarde se complicaría un poco -nada que ver con los amontonamientos que he vivido otros años- con la llegada de algunos contigentes escolares.
Hicimos una pausa en Alfaguara, donde comentamos algunos títulos de Borneman que tiene una parte especial del estand como Ricardo Mariño, Silvia Schujer y otros autores argentinos y seguimos viaje. Nos habíamos propuesto comprar libros que no vimos fuera de la feria o que hacía tiempo estábamos buscando o, también, ofertas.
Cuando llegamos al estand de Fondo la cara de Melisa cambió. Habíamos llegado a su territorio preferido: los libros ilustrados y libros álbum. Sus ojitos no paraban de moverse y ver hacia dónde ir. Luego de la euforia inicial, nos dedicamos a recorrer los anaqueles, pasarnos los textos que cada una iba viendo y comentar aquellos que cada una conocía. Era difícil decidir con cuál quedarse. Yo elegí tres: Yo quería una tortuga de Beatrice Alemagna y Cristiano Mangione y luego encontré Mi amor también de la misma escritora e ilustradora italiana. Otro que descubrí, ya cuando estaba por pagar y decidí llevar, es Los ángeles de la guarda de Yassen Grigorov, un delicado libro donde se parodian y se reinventan ángeles de la guarda diversos y extraños con ilustraciones bellísimas. Los tres libros con el descuento para docentes a $72. Melisa salió indenme de este estand, no se decidió por ninguno y prefirió esperar un poco más en el recorrido.
Seguimos caminando y a veces entrábamos en algunos estands para ver si encontrábamos algo, mirábamos de reojo y seguíamos andando. En todo nuestro recorrido Melisa insistía con que teníamos que ir al de ALIJA, que ella había estado en la feria del libro de abril y que había de todo. Pero no tuvimos suerte, increíblemente en informes nos dijeron que no había ningún estand y, además, después de recorrer incrédulas toda la feria no lo pudimos encontrar.
Otro destino fue la Librería de las luces, el reino de las ofertas. Ahí descubrimos la oferta 3 x 25 de Pan Flauta. Yo elegí El hombre que debía adivinarle la edad al diablo de Javier Villafañe, El dramático caso de las señoras iguales de Beatriz Ferro y Solo y su sombra de Márgara Averbach, otra escritora que me gusta mucho. Melisa también se llevó tres: el de Beatriz Ferro, A filmar canguros míos de Ema Wolf y El viaje de un cuis muy gris de Perla Suez. También se llevó El topito Birolo a diez pesitos.
Otra parada fue en el estand de Comunicarte, donde estuve charlando con una de las promotoras y Melisa se dedicó a mirar los libros ilustrados de la colección Bicho bolita. Seguimos caminando y encontramos el estand de Pictus que edita clásicos de la literatura como Quiroga o Poe pero también tiene una colección de Pequeños libros álbum. Melisa eligió la Caperucita Roja en versión de Liliana Cinetto e ilustraciones de Mariano Díaz Prieto que compré hace unas semanas, a sólo diez pesitos.
El estand Nuestra América nos deparó el descubrimiento de cómics de autores argentinos pero no encontré ningún libro que me sorprendiera como en alguna otra visita.
En un estand que no recuerdo el nombre compré El gusanito de la manzana que alguna vez le regalé a mis sobrinos, del gran Ziraldo, también a diez pesitos.
Una parada laaaarga fue en el estand de Calibroscopio y Ekaré. Ahí Melisa no sabía hacia dónde dirigirse. Las dos íbamos de una mesa a otra, de un anaquel a otro disfrutando de libros ilustrados y libros álbum bellísimos, como obras de arte y obras del diseño, de autores e ilustradores diversos. Pero de ahí salimos con las manos vacías, todo era muy caro como suele suceder. Yo me quedé con ganas de llevarme una edición del cuento de Saki "El narrador" con ilustraciones bellísimas que tal vez compre en la próxima visita.
Luego de casi tres horas, nuestro recorrido había terminado. Otra vez desafiando al frío salimos de la feria y terminamos nuestro recorrido disfrutando un rico té con tortas en una panadería-bar de la Av. Pueyrredón.
Espero que les haya gustado este post y que me cuenten otros recorridos y experiencias en la feria del libro infantil y juvenil de Buenos Aires o en otras ferias de otros lugares.
Val

Hallazgos de un día cualquiera

Este texto inaugura una sección del blog que llamaremos: Hallazgos de un día cualquiera.

Un día cualquiera, de un año cualquiera. Como un flaneur salgo a recorrer las librerías de usados, sin listas previas ni títulos específicos, eso sí literatura para niños. Sólo se trata de perderse en un tiempo sin tiempo y dejarse llevar por los hallazgos. Hoy elijo dirigirme a Libro Shop, una vieja librería que queda en Av. Santa Fe casi Pueyrredón donde los libros usados conviven en montones informes llenos de polvo y suciedad con algunos libros nuevos que detentan en números grandes el precio. Mesas con carteles que invitan a los paseantes a adentrarse en las fauces de esa librería tentándolos con 2 x 15 o la oferta del día. Gramáticas antiguas, manuales, libros de inglés y francés, arqueología, astronomía, sociología, literatura, narrativa, ofertas al 50 %, una enumeración caótica de temas, títulos y autores que se mezclan y traman nuevos encuentros o desencuentros del lector con los libros. Un cartel anuncia que los libros tienen el precio en la primera página.

Me dirijo a la sección de literatura infantil decidida a dejarme sorprender. Varios anaqueles ruinosos y con polvo me esperan.

Entre ejemplares de Elige tu propia aventura -colección ochentosa donde lo que vale es avanzar en la narración casi como si se tratara de un Harry Potter del pasado- libros ilustrados de otra época con dibujos de niños y escenas infantiles que remiten a la representación de un adulto en miniatura y una edición ilustrada de las primeras décadas del siglo XX de La vida de las abejas de Maeterlink que me arrepiento de no haber comprado, encuentro varios títulos de escritores argentino a muy buen precio. Esto último es importante, porque de lo que se trata también en este devenir es de encontrar libros que sean accesibles, sobre todo en épocas recesionistas.

El libro de los prodigios y A filmar canguros míos de Ema Wolf, lástima ya los tengo. El primero una rara joyita literaria de esas que no son fáciles de encontrar y, sobre todo, de escribir, que presenta prodigios insólitos como un gato de arena, una piedra fugitiva y un carretel que se transforma.

Sigo mirando. Las manos están negras. Por suerte llevo en la cartera el alcohol en gel.

Elsa Borneman y muchos de sus libros. El clásico Socorro, El último mago o Bilembambudín, Los desmaravilladores, El libro de los chicos enamorados. Me llevo este último y el del mago. Prometí releer a Borneman para redescubrirla.

Otro que está es Frin de Pescetti, Las visitas de Schujer y la entrada al universo de un niño que tiene al padre preso, La abuela electrónica también de Schujer como una máquina de narrar, El águila de David Wapner un escritor que estoy descubriendo y que me fascina, entre tantos otros textos.

Salgo de la librería con cien pesos menos y una bolsa cargada de más de diez libros. Ahora a llegar a casa y a leer.

Espero que les guste esta nueva sección que está dedicada a todos aquellos que como yo disfrutan de esos recorridos sin tiempo en busca de hallazgos que nos sorprendan.

domingo, 11 de julio de 2010

Juguetes de otros tiempos

Pensar en la infancia es pensar en un territorio donde los juegos y los juguetes están presentes. Canciones, disfraces, juegos sensoriomotrices, de palabras, entre tantos. Cada uno guarda en su memoria ese tiempo sin tiempo donde la imaginación reinaba contra el aburrimiento y, en algunos casos, la pobreza o la escasez.
En casa jugábamos a disfrazarnos con los vestidos de la década del '60 heredados de una tía y armábamos obras de teatro en un acto. Entre los juguetes y juegos se destacaban las tardes de lluvia jugando al Scrabble y al hoy burgués "El estanciero." Los días soleados eran para la rayuela y saltar a la soga. Y siempre, para cuando ya los juguetes aburrían, los libros.
De estos juguetes y de otros nos habla la escritora y periodista italiana Sandra Petrignani -www.sandrapetrignani.it- en un curioso libro que se publicó el año pasado en la editorial La Compañía, a pesar de que vio la luz en Italia en 1988 y ganó el Premio Nazionale di Narrativa Bergamo: Catálogo de juguetes. En este libro, Petrignani presenta setenta y cinco juguetes que nos trasladan una y otra vez a los recuerdos infantiles, a los juegos a la hora de la siesta, en soledad o con amigos. Se trata, como dice Giorgio Manganelli en el epílogo de "un cosmos maravilloso e imposible, un conjunto de gestos, de ritos, de fórmulas mágicas."
¿Qué juguetes recuerdan ustedes? ¿Dónde andarán esos juguetes de nuestra infancia?